Lorenzo Milá señala que George Bush no hablaba de un terrorismo sin rostro: “Él hablaba de terrorismo islamista, clarísimamente”.
En un amanecer envuelto en desolación y luto, apenas 24 horas después de que España fuera sacudida por el ataque terrorista más devastador de su historia, la residencia del embajador en Washington se convirtió en el escenario de un acontecimiento sin precedentes. George Bush, acompañado de Laura Bush, ofreció a Televisión Española una entrevista exclusiva en un gesto de solidaridad con el dolor del pueblo español. Un gesto diplomático de calibre excepcional que, sin embargo, quedó envuelto en un manto de misterio: la entrevista nunca fue emitida en su totalidad. Dos décadas después, la cuestión persiste, ¿por qué el silencio?
“Aquello fue impactante, un gesto absolutamente excepcional“, confiesa Lorenzo Milá, quien no volvería a ver esas imágenes hasta la producción de un reportaje que promete desvelar las claves de un episodio oscurecido por el tiempo. La promesa de una transparencia que nunca llegó a materializarse.
UN MENSAJE ENTRE LÍNEAS
Lorenzo Milá, al revisar la entrevista completa, se encuentra frente a un descubrimiento revelador. George Bush no hablaba de un terrorismo sin rostro, sino de uno muy específico:
“Él hablaba de terrorismo islamista, clarísimamente”. Un mensaje de condolencia y cooperación que, en su momento, se vio ofuscado por el caos y la confusión del momento, pero que hoy resuena con una claridad inquietante. El mensaje de Bush, aunque revestido de condolencia, no esquivó la posibilidad de que los autores del 11M fuesen “otros”, sembrando la duda en un terreno ya de por sí convulso. La comunicación entre Bush y el entonces embajador Javier Rupérez, lejos de las cámaras, reforzaba esta línea de pensamiento, un intercambio que culminó con una llamada urgente a Madrid. Sin embargo, la revelación de estas conversaciones y la transparencia prometida chocaron contra un muro de silencio. La entrevista, pese a su relevancia, nunca se emitió completa. Una decisión que Milá atribuye a la reticencia de asociarse con Bush en un momento donde la versión oficial del gobierno español se tambaleaba ante la creciente evidencia de un atentado islamista, vinculado indirectamente con la guerra en Irak.
“Nosotros éramos conscientes de la que se estaba liando en España”, reflexiona Milá, subrayando la disonancia entre la solidaridad mostrada por Bush y la estrategia de comunicación del gobierno español de aquel entonces. La llamada de Rupérez a Torrespaña, buscando respuestas sobre la emisión de la entrevista, solo añadió más preguntas a un episodio ya de por sí cargado de interrogantes. La negativa de Alfredo Urdaci, director de Informativos de TVE en aquel momento, a participar en el reportaje es una nota discordante más en la sinfonía de silencios que ha rodeado este episodio durante dos décadas. Un silencio que, lejos de ofrecer respuestas, ha alimentado la especulación y el desconcierto. La emisión del reportaje
‘La entrevista que nunca se emitió’ no solo busca cerrar un capítulo pendiente en la historia reciente de España, sino también reflexionar sobre las dinámicas de poder, las relaciones internacionales y la gestión de la información en tiempos de crisis. Un recordatorio de que, en el juego de la diplomacia y la política, las palabras no dichas a menudo resuenan con más fuerza que las pronunciadas. En un mundo donde la información se considera tan vital como el aire que respiramos, episodios como este nos recuerdan la importancia de la transparencia y la honestidad. Al final, el silencio puede ser tan revelador como las palabras mismas, un eco que resuena a través de los años, instando a una reflexión crítica sobre cómo narramos nuestra historia y quién tiene el poder de contarla.