“Los niños se mueren de lo que parecía un resfriado”, nos decía una enfermera en un pequeño y apartado dispensario en Hawasa, Etiopía. “Cuando llegaban a mis manos, ya era muy tarde. La infección era demasiado grave y se nos iban en cuestión de horas”.
Neumonía, precisa. Como en muchos otros países, la neumonía causa estragos en Etiopía, especialmente en las zonas rurales más apartadas y entre niños de apenas 2 años. Una enfermedad tan cruel que no da tregua ni en los primeros momentos de vida.
De hecho, como nos alertan las cifras, es la enfermedad infecciosa que más muertes provoca en la infancia y, sin embargo, hasta no hace mucho tiempo, ha estado casi oculta. Sus síntomas se escondían entre otras alteraciones menos graves (resfriado) o a las que aplicar otro tratamiento (malaria). Su nombre, un desconocido en amárico, la lengua del país, en la que no existe esta palabra. Su gravedad, un eco que apenas recibía el 2% de la inversión destinada a salud pública.
Día de la Neumonía: la importancia del tratamiento
Pienso en neumonía y enseguida la asocio con fiebre, tos o una respiración extraña. También con personas más mayores. Pero, sobre todo, tengo en mi mente una enfermedad que, siendo peligrosa, podemos abordar si se tienen los medios y los recursos adecuados. Una radiografía o un análisis pueden detectarla y un antibiótico puede paralizarla.
La doctora Hayalnesh confirma estas percepciones: “Si actuamos pronto y estamos seguros de que nos enfrentamos a una neumonía, podemos salvar muchas vidas”. De hecho, los datos indican que un tratamiento correcto reduce en un 42% la mortalidad infantil. Por eso, casi como un mantra, mi compañero Demiss repetía que “un tratamiento adecuado es clave para que estos niños vuelvan a abrazar la vida, para que puedan comenzar de nuevo”.
En UNICEF sabemos que llegar a tiempo es decisivo. Es decir, si pudiéramos identificar de forma precisa y breve los síntomas y dar la medicación adecuada, podríamos reducir a casi la mitad las más de 2.400 vidas que cada día se lleva esta enfermedad. Porque 24 horas pueden ser cruciales para muchos niños. Porque puede que esta realidad nos quede lejos, pero es la que a día de hoy y en un año sufrirán más de 800.000 niños.
La mayor parte están con sus familias en zonas muy pobres, viven expuestos a aires insalubres y espacios sin ventilación, allí donde un hospital con una máquina de rayos X queda demasiado lejos y escasean el equipamiento, las medicinas y el personal especializado. Por eso, es en estas zonas donde UNICEF estamos poniendo todos los esfuerzos, porque es aquí y ahora, en lugares como Hawasa, en Etiopía, donde tenemos que marcar la diferencia y actuar pronto.
Día de la Neumonía: acabemos con ella
Para acabar con la neumonía, en UNICEF estamos poniendo el foco en la prevención (vacunas), pero también en el diagnóstico y el tratamiento. Esta fuerza y eficacia que nos mueve viene motivada por reforzar sistemas de salud sólidos, apoyando esa energía transformadora que ya está dentro. Para que cuando los niños y sus familias acudan a sus ambulatorios y pequeños centros de salud, enfermeras y auxiliares puedan identificar, sin dudas, esta enfermedad y recomendar las medicinas necesarias.
En UNICEF sabemos que ellos son clave, pues son la puerta de entrada al sistema de salud y están, cada día, en primera línea, luchando para que no muera un niño más por una enfermedad que podemos prevenir y curar. Por eso, en UNICEF estamos apoyando una amplia red de más de 38.000 sanitarios etíopes desplegados en las localidades más remotas de todo el país.
Concretamente, en el marco del proyecto ARIDA, la Fundación Bancaria “la Caixa” está apoyando junto a UNICEF a 4.684 trabajadores sanitarios que no solo ofrecen consultas médicas, sino que también realizan visitas domiciliarias y alertan a las madres sobre los síntomas y la gravedad de la neumonía
Día de la Neumonía: un mundo libre de la enfermedad
Esta intervención no solo está logrando una mayor confianza en el sistema de salud (ahora esta enfermedad sí tiene nombre, se diagnostica y se cura) sino también que los sanitarios se sientan más refrendados para emitir un diagnóstico que no deja lugar a dudas. Una de esas trabajadoras, Aselefach, consciente de tener en sus manos las vidas de los más pequeños, afirmaba: “Esta es mi profesión, mi oficio y me gusta porque con ella puedo hacer felices a los demás”.
Estos avances tampoco serían posibles sin una ardua carrera de investigación que allá por 2014 inició nuestro equipo de innovación. El objetivo: dar con un dispositivo sencillo que ayudase a mejorar el diagnóstico de la neumonía en las poblaciones donde los cortes de electricidad son habituales, los recursos escasos y el tiempo impensable de perder. Una combinación de ciencia, innovación y saber local ha dado lugar a unos pequeños y manejables aparatos que están ayudando a los profesionales de salud, en sitios como Hawasa, a reducir considerablemente el margen de error en el diagnóstico.
Un cambio profundo, apoyado por fundaciones como la de la Caixa, que ya está en las manos de quienes más lo necesitan. Un camino lleno de retos, pero la meta, un mundo libre de neumonía, ¡merece la pena!