Como cada 9 de mayo, las y los comunistas de todo el mundo celebramos este día como el día de la Victoria sobre el nazi-fascismo durante la II Guerra Mundial. Un día cargado de gran significado, no sólo para la clase trabajadora, sino para el conjunto de la Humanidad.
La carga política e ideológica que conlleva esta fecha es de tal magnitud, que la “democrática” Unión Europea decidió celebrar el día conmemorativo de Europa justo el mismo 9 de mayo, con la clara intención de tergiversar la Historia, colgarse una medallita a favor de los derechos humanos y negar el papel insustituible de la Unión Soviética, el Ejército Rojo y el PCUS en la victoria sobre el nazi-fascismo.
La conmemoración de este día debe tener un espacio para el recuerdo de todas aquellas mujeres y hombres que dieron sus vidas luchando por la liberación del yugo del nazismo, pero también debe servirnos para sacar conclusiones y avanzar posiciones en torno a la lucha antifascista hoy.
Obviamente, la realidad de la lucha de clases en el 2020 no es la misma que existía en los años 30 en Europa, sin embargo, la realidad es tozuda y las relaciones de producción siguen siendo privadas. El auge de la extrema derecha en el estado español y en el resto de Europa es un fenómeno que viene dándose con demasiada cotidianeidad en los últimos años, tanto a nivel institucional como en las calles de nuestras ciudades y pueblos.
Desde una perspectiva totalmente alejada de la lucha de clases, podríamos entender que son casos aislados, que los nazis son una tribu urbana más y que intolerantes ha habido toda la vida. Le haríamos un gran favor al capital y al fascismo si situásemos nuestro análisis fuera de la contradicción principal que genera el sistema capitalista, que mientras la producción tiene un carácter cada vez más social, los beneficios son privados y cada vez más concentrados en los bolsillos de un reducido número de oligarcas.
La llegada al poder del nazi-fascismo no fue casual. Al igual que su presencia cada vez más cotidiana hoy en día, responde a los intereses de clase de la burguesía. En momentos como el actual, en los que se nos viene encima otro ciclo de la crisis estructural del capitalismo (agudizada por la crisis de la pandemia del COVID 19), cualquier resistencia que pueda poner en peligro los intereses y beneficios de los grandes monopolios será duramente reprimida, ya sea por la vía judicial o por la vía extrajudicial.
El fascismo puede tener diversas caras y disfrazarse de muchas maneras, pero ha jugado y jugará siempre el mismo papel de contención de la lucha revolucionaria, y esa es una máxima que no debemos olvidar a la hora de enfrentar las luchas que nos tocará desarrollar para defender y conquistar nuestros derechos.
HOY COMO AYER, AL FASCISMO SOLO SE LE DERROTA SI SE LE COMBATE.