Al Bagdadi, el “califa” que trató de internacionalizar su reino del terror

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Abu Bakr al Bagdadi, quien reapareció hoy en un vídeo, se erigió en el terrorista más buscado del mundo tras haber conquistado media Siria y un tercio de Irak en 2014 y haber proclamado un “califato”, ya eliminado territorialmente y desde el que trató de exportar su guerra santa a cada rincón del mundo.

En la grabación, difundida por internet y cuya veracidad no ha podido ser comprobada, el despiadado caudillo del yihadista Estado Islámico (EI), en paradero desconocido, afirma que “la batalla del islam contra los cruzados es larga”, pese a la derrota del grupo terrorista en Siria en marzo pasado.

Nacido en 1971, Al Bagdadi ha amparado el asesinato de miles de civiles por motivos religiosos y, mediante bárbaros castigos, impuso en sus dominios un régimen teocéntrico y unos usos y costumbres medievales inspirados en los albores del islam.

El reinado de terror de Al Bagdadi será recordado especialmente por los métodos sanguinarios de los que se servían sus acólitos en sus vídeos propagandísticos, dotados siempre de un impecable e inconfundible sello profesional que ha contribuido a la amplia difusión de sus crímenes y de sus ideas radicales.

El escurridizo líder del EI, que ha sido dado por muerto varias veces, solo se dejó grabar en público en una única ocasión, durante un discurso en la gran mezquita de Mosul en 2014 cuando se arrogó el título de califa reservado en el pasado a los dirigentes que pertenecían al linaje de Mahoma.

Vestido de negro, color que identifica a los descendientes del profeta, y con la barba larga, el jefe del EI se entronizó con el megalómano nombre de guerra de Abu Bakr al Bagdadi al Huseini al Quraishi, con el que pretendía emparentarse tanto con la tribu de Mahoma, los Quraishi, como con Abu Bakr, el primer califa.

Nacido en Samarra en 1971 como Ibrahim Awad Ibrahim Ali al Badri al Samarrai (su verdadero nombre), cursó Teología islámica en la universidad de Bagdad y ejerció de predicador durante años, antes de unirse a la resistencia armada contra la ocupación estadounidense bajo el paraguas de la filial iraquí de Al Qaeda.

En ese periodo, fue detenido y encerrado cuatro años en el campo de prisioneros de Bucca, administrado por las fuerzas de Estados Unidos, antes de reengancharse de nuevo a la lucha armada.

Ya usando su pseudónimo más conocido, en 2010 ascendió a la jefatura de su grupo terrorista, que entonces usaba el nombre Estado Islámico de Irak (EII).

A la cabeza de ese grupo y haciendo gala de una ambición sin límites, entró en conflicto con el heredero de Osama bin Laden en Al Qaeda, el egipcio Ayman al Zawahiri, a quien Al Bagdadi llegó a tachar de “pacifista” en una arenga.

La ruptura entre ambos culminó en abril de 2013, cuando Al Bagdadi anunció la fusión del EII con la filial de Al Qaeda en Siria en una agrupación común denominada Estado Islámico de Irak y del Levante.

Esta decisión, desautorizada por Al Zawahiri, desembocó en su total desvinculación de Al Qaeda en enero de 2014 y en el comienzo de sus enfrentamientos con las facciones rebeldes sirias.

A sus éxitos militares en Siria, le siguió una fulgurante expansión por Irak, donde los yihadistas llegaron hasta las mismas puertas de Bagdad, gracias a la huida en desbandada del Ejército iraquí.

En un abrir y cerrar de ojos, Al Bagdadi pasó a dominar un amplio territorio en el que el 29 de junio de 2014 proclamó el califato islámico, sistema político nacido en el siglo VII y abolido por Turquía en 1926, y que rigió como un país independiente, en el que hasta acuñó moneda.

El califato se convirtió en un poderoso imán que atrajo a yihadistas de todo el mundo y que propició que sus seguidores, simpatizantes e imitadores hayan ensangrentado las calles de sus países de origen, desde Europa al sureste asiático.

En sus dominios en Siria e Irak, los yihadistas de Al Bagdadi diezmaron las minorías cristiana y yazidí y asesinaron y torturaron a miles de musulmanes que no se plegaron a su interpretación radical del Corán.

Desde la proclamación del califato, Al Bagdadi ha permanecido oculto y ha divulgado muy contados mensajes de audio.

Su anterior “prueba de vida” databa del pasado 22 de agosto, cuando el EI difundió una grabación de Al Bagdadi de unos 54 minutos, cuya autenticidad tampoco pudo ser verificada, con motivo del inicio de la fiesta musulmana del Sacrificio.

El portavoz del EI, Abu Hasan al Muhayir, se encargó el pasado 18 de marzo de transmitir un mensaje del líder extremista en el que se apuntaba que el autoproclamado “califa” seguía con vida.

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