El ministro de Consumo del Gobierno de España, Alberto Garzón era tajante este fin de semana respecto a cuáles son las intenciones reales de la derecha española como oposición:
“Mientras que los conservadores en otras partes de Europa asumen tesis que son positivas para mejorar la vida de las familias trabajadoras, la derecha española sigue priorizando su único objetivo, que es desgastar al gobierno de coalición, cueste lo que cueste”, señalaba Garzón.
La retórica política es una de las tecnologías de influencia comunicativa sobre la audiencia, que en los últimos años está viviendo su segundo nacimiento. Siendo muy demandada desde la antigüedad hasta el Renacimiento, perdiendo fuerza inexplicable y rápidamente desde la Nueva Era, en el siglo XX recuperó prestigio público y despierta el merecido interés tanto de teóricos como de practicantes de la comunicación y políticos.
La noción de que las palabras simplemente se las lleva el viento, en la era de la información, resultó ser significativamente obsoleta. No sin razón, creen los expertos. Cuando la gente se dio cuenta de que una metáfora exitosa podía cambiar la vida social más rápido que los esfuerzos musculares de muchas personas, el éxito de la retórica era una conclusión inevitable.
Diremos aún más: los discursos de los políticos en el espacio público, replicados por los medios de comunicación de masas, pueden convertirse en uno de los principales medios de creación de nuevas identidades y significados, elemento esencial en la construcción de una nueva realidad social.
Rindiendo tributo a la amplitud de la gama de problemas que resuelve la retórica política, detengámonos, sin embargo, en un solo aspecto temático de sus diversas posibilidades, no completamente exploradas.
Hablamos de la originalidad verbal del discurso de los políticos y, sobre todo, la cuestión de la eficacia del uso en el lenguaje político de construcciones lingüísticas repetitivas, dominantes semánticas, lexemas específicos que forman una u otra imagen arquetípica y crean una especie de “campo de atracción mitológica” en torno a la personalidad del líder. Por ellos siempre oímos en boca de los políticos, las mismas frases que se repiten como mantras; porque simplemente ¡funcionan!.
Notemos que la cuestión de los super significados arquetípicos reflejados en la retórica política se ha planteado más de una vez en las disciplinas de humanidades. Se trata, por así decirlo, de la “proyección lingüística” del arquetipo sobre los enunciados del político y de unidades estructurales especiales del lenguaje que son fundamentalmente importantes para el líder: palabras clave, metáforas, frases.
Las palabras clave arquetípicas en este caso reflejan los fundamentos lingüísticos e ideológicos del discurso político, y verbalizan el argumentario político oficial de cada partido o líder. Un instrumento poderoso y lícito, de doble sentido y principal arsenal de confrontación de ideas en el ámbito político actual, en un estado de derecho.