Leer “Ser gato”, de Edgar Borges (Editorial Altamarea, 2021), representa un ejercicio de mimetismo para con la lectura delicada e íntima que cada vez se deja ver menos en este mundo presuroso y avaro en el que vivimos. Cada frase del libro del autor venezolano se paladea con gusto porque está afinada con tino de cincelador de palabras y artesano de la pluma.

“Ser gato” retrotrae a autores ya desaparecidos de una época en la que la belleza y la experimentación llenaban las estanterías ahora plagadas de superventas y literatura política. Su estilo rompe con los parámetros de la industria editorial sin posarse nunca en la comodidad. Su forma y su juego literario atrae y embelesa sin llegar a empalagar.

Ese juego literario entrelaza con imágenes que enardecen el arte conjunta y entremezcla pluma y pincel con sobriedad y exceso cuando el conjunto así lo requiere. Las imágenes de Fría Aguilar no dejarán nunca posos de indiferencia ni en uno solo de sus espacios. Su mimetismo anárquico con las palabras de Borges arrancan sensaciones de no saber si entiendes lo que estás viendo y aún así no poder apartar la mirada.

Cada una de las páginas de la obra del autor venezolano contiene siete micro narraciones como registro de la cantidad de vidas del gato al que hace referencia el título. El autor se mete en la piel de un supuesto prisionero para idear una fuga, algo que solo es posible si es el gato que se asoma a la ventana

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Se deja entrever entre las frases del libro la inventiva de la narrativa de Georges Perec. La melancolía de sus versos y su falta de costumbrismo recuerdan a la intencionada ausencia de estructura literaria del novelista francés. Borges, al igual que Perec, entrelaza ideas  mezclando música, geografía, cultura popular, arte y todo lo que le pueda inquietar al momento de escribir.

El libro de Borges rompe deliberadamente con los párrafos y con las formas comunes, arranca un sentimiento de descontrol controlado, de inherente apego por los versos sueltos con sentido abstracto aunque no sin lógica, de desasosiego por lo improvisado, de pasión por las letras y de amor por la literatura y la experimentación.

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