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«Anarquistas italianos», una auténtica plaga

Jordi Martí i Font [original en catalán]

Cuando parecía que la cosa se les escapaba de las manos, la caverna catalunyesa se saca de la manga un as que siempre ayuda a crear la sensación que, aunque no ganen, lo parezca y si lo parece ya no hay que hacer nada para ganar, lo cual, saben que es más que imposible vista la violencia que su violencia produce. O dicho de otro modo: cuando las movilizaciones por la defensa de la libertad de expresión, por la liberación de Pablo Hasel, y mucho más, les estaban pasando por encima, los Mossos se sacan de la manga otra gran investigación en la que nos iluminan, vía Conseller d’Interior Miquel Samper, sobre quienes son los criminales que hace no sé cuántas noches que no nos dejan dormir. Los malos son de los de verdad y, a pesar de que no se llaman Fu Manchú porque no queda muy bien, sí que tienen nombres muy románicos, muy italianos. Y si son italianos no hay que pensar demasiado por saber que el nombre al que acompaña el adjetivo tiene que ser precisamente el de «italianos».

Y manos a la obra, que ya volvemos a tener los damnificados de siempre: los malísimos anarquistas italianos, que siempre están a punto de serles endosado el mayor de todos los males. Y como que saben que las protestas y el malestar que provoca el sistema que les paga el jornal de repartidores de varapalos no dejará de apalear a la gente con normas, leyes y otras barbaridades siempre encaminadas a mantener activa la guerra de clases, ahora sacan a la luz pública aquello que todo el mundo sabía pero que nadie y osaba decir en voz alta: los anarquistas italianos están detrás de los disturbios vistos estas últimas semanas en Cataluña.

Si no voy errado, el mito de los anarquistas italianos debe de hacer entre 30 y 35 años como mínimo que dura en Cataluña, por lo que si contamos con que debían de llegar cuando tenían 20 años ahora deben de tener 55 o más. Ya no están para estos trotes, sin ningún tipo de duda, pero ellos insisten en hacernos la vida imposible. No sufráis, gentes de orden, que en poquitos años los tendremos prejubilados y muerto el perro, se acabó la rabia. Tranquilos que ya solo les quedan cinco años de hacer daño, que es lo único que saben hacer. Malditos anarquistas italianos…

Esta vez, un golpe más, los anarquistas italianos han dejado claro que no permitirán que la vida ordenada y decente de la Cataluña postconvergente haga su vía y nos haga a todas y todos felices con la sensación, siempre estimada y placiente, de saber que si estamos donde estamos es porque hemos creído en nuestro gobierno, en nuestros emprendedores y en los grandes inversionistas de todas partes. Sí, aquellos que generan riqueza y crean trabajo, a quien le tenemos que estar infinitamente agradecidos por permitirnos una vida llena de lujos que nunca hubiéramos imaginado.

Cuando en 1909, la Barcelona burguesa y clerical, que enviaba a miles de chicos pobres a morir e intentar matar en Marruecos para defender las minas de wolframio de criminales barceloneses de esos que dan nombre a calles, se sublevó y quemó toda la ciudad, no había anarquistas italianos todavía. Entonces, Eugeni d’Ors, estando en París, le atribuyó la destrucción de su proyecto de dominación (él lo llamaba de civilización) a los «anarquistas de Tarrassa», más nuestro y próximo, una especie de anarquista que en 1930 fue sustituido por el «murciano», procedente de Murcia y tan malo como todos los otros.

El pobre Xènius hablaba de los terrassenses porque desconocía que los anarquistas italianos ya eran muy conocidos y populares en los Países Catalanes desde que Giuseppe Fanelli, en 1868, fuera enviado por Bakunin a ver en que consistía aquella revolución «gloriosa» que abrió el Sexenio Democrático. Veinte años después, en los 90 del siglo XIX, lo seguiría el anarquista italiano Malatesta, que en su gira de charlas y conferencias explicó a quién lo quiso escuchar las teorías de Kropotkin y del anarcocomunismo. Y en 1930, otro anarquista italiano, Camilo Bernieri, fue asesinado en Barcelona por un grupos stalinistas después de hacer un trabajazo imponente alrededor de la revolución del 36; bien seguro que los motivos del asesinato eran que era anarquista e italiano.

Ya veis que los anarquistas reciben siempre por todas partes y, si son italianos, todavía más. Entonces, faltaría más, reciben por partida doble, por anarquistas y por italianos. Ep!, y la gente de orden a casa y los que están a punto de ser desahuciados también, a casa y a mirar la tele! Unos y otros y más todavía, a casa y a salir poco, primero porque el Gobierno así lo manda y porque saben que si salimos demasiado de casa, siempre está el peligro de que, cuando volvamos, nos la encontramos okupada por peligrosos anarquistas italianos.

A las barricadas

Redacción

Luchando contra la información manipulada y tendenciosa. Periodismo incómodo.

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