IMAGE: Apple lock logo

Un grupo de tres senadores norteamericanos, dos demócratas (Amy Klobuchar y Richard Blumenthal) y una republicana (Marsha Blackburn) han propuesto una ley, la Open App Markets Act, para limitar el poder de las tiendas de aplicaciones, que podría obligar fundamentalmente a Apple a abrir la posibilidad de que los usuarios instalen aplicaciones desde fuera de la tienda oficial o puedan instalarse otras tiendas de aplicaciones, así como prohibir que se obligue a los desarrolladores a utilizar el sistema de facturación de la tienda oficial. En el caso de Google, algunas de estas posibilidades ya existen, lo que limita el alcance de la propuesta.

¿Cuáles son los argumentos de Apple para mantener unas normas tan estrictas? Muy sencillo: la construcción de una relación y una conexión segura entre desarrolladores y usuarios, y la protección de la experiencia de estos últimos, que siempre pueden estar seguros de que las apps que se descargan y utilizan han sido supervisadas por la compañía. A lo largo del tiempo, Apple se ha asegurado de que esa protección se mantiene, de modo que la opción de saltársela haciendo jailbreaking del dispositivo se mantiene como algo completamente marginal.

Hasta aquí, todo suena razonable: según Apple, si los usuarios pudiesen instalarse aplicaciones al margen de su App Store, podrían ser engañados por malvados desarrolladores sin escrúpulos, lo que, en último término, incidiría en una peor experiencia de uso. Dado que para un usuario resulta prácticamente imposible supervisar el código y la funcionalidad completa de una aplicación, podría hipotéticamente ser sencillo introducir desde una gestión no declarada de sensores o de parámetros del terminal para que, por ejemplo, la app revelase al desarrollador datos que no declara utilizar, hasta muchas otras cuestiones, como que lleve a cabo funciones, como minar criptomonedas, sin que el usuario lo sepa. Las posibilidades son múltiples, y para Apple, la protección del usuario es fundamental. Después de todo, la App Store asegura ese tipo de cosas: que una app solo acceda a los sensores que debe acceder, solo monitorice lo que dice monitorizar, o solo lleve a cabo los procesos que dice llevar a cabo. La teoría de Apple, con la que seguramente todos estaremos de acuerdo, es que la inmensa mayoría de los usuarios son incapaces de protegerse a sí mismos.

Ahora bien… si la protección del usuario es realmente tan importante y Apple invierte mucho dinero en supervisar las aplicaciones disponibles en su tienda, ¿cómo explicar no solo el que haya apps en su App Store que sean abiertamente estafas, sino que incluso esas apps sean activamente promovidas por la compañía? ¿Dónde queda esa protección de los usuarios en esos casos? ¿O es que esa pretendida protección no lo es tanto de sus usuarios, como del modelo de negocio de la compañía?

El paternalismo de Apple con respecto a sus usuarios estaría bien si, en efecto, la App Store fuese un sitio inmaculado en el que es prácticamente imposible encontrarse un problema. Pero no es así, lo que invita a pensar que lo que en realidad pretende Apple con sus estrictas normas no es tanto proteger a los usuarios como proteger el modelo que le permite asegurar que sus iPhones se mantienen como un coto completamente cerrado en el que cualquier desarrollador que quiera entrar, está obligado a aceptar unas reglas determinadas, fijadas por la compañía y no negociables. ¿Quieres cobrar al margen de la App Store? O lo negocias muy bien, o te resultará imposible, y podrá redundar incluso en tu expulsión del paraíso. ¿Quieres proponer a los usuarios una aplicación sin pasar por la supervisión del guardián de la santa manzana? Olvídalo.

¿Qué ocurriría si Apple fuese obligada a abrir las llaves de su reino, y los usuarios pudiesen descargarse un fichero instalable de cualquier sitio, sin necesidad de pasar por los protocolos de la App Store, o los desarrolladores pudiesen plantear modelos de negocio al margen de las comisiones de la tienda? Obviamente, podría haber más casos de estafas, de engaños o de problemas derivados de una menor supervisión, pero a cambio, los desarrolladores tendrían un mercado mucho más abierto, menos rígido, y con más posibilidades para la innovación. Para Apple, un problema, ya que obtiene alrededor de 155,000 millones de su App Store, y para los usuarios, la necesidad de estar más vigilantes y asegurarse de la calidad y fiabilidad de las aplicaciones que deciden descargarse de otros sitios.

¿Está el paternalismo de Apple con respecto a sus usuarios justificado, o debe interpretarse más bien como una forma de mantener un jardín absolutamente vallado para poder monetizarlo a su antojo? Esas, entre otras, serán las discusiones que se mantendrán de cara a la aprobación de esa ley, que en caso de ser aprobada obligaría a Apple a reorganizar su modelo y, sin duda, a introducir terribles advertencias para sus usuarios del tipo «va usted a descargarse una aplicación de un lugar no supervisado, ¿está seguro de que quiere hacer eso?». Pero la pregunta, más allá del problema para el modelo de negocio de Apple, es si eso podría dar lugar a un mercado más innovador, más diverso o más ventajoso para los usuarios, o si, por el contrario, terminaría generando un sinfín de problemas de seguridad y de estafas de todo tipo.

¿Proteger a tus usuarios? ¿Proteger tu modelo de negocio? ¿Ambas cosas? ¿Principio fundamental, o excusa para ganar más? La discusión promete ser interesante.


Enrique Dans

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