(Este cuento, para niños y niñas de cualquier lugar -y también para sus papás- narra la historia de un legendario pirata, Al-Hasan Simbad, que regalaba a cada uno lo que más necesitaba y, por eso, era muy distinto a los Reyes Magos y a Papá Noel)

Julio Mateos (1), diciembre de 2017

Hay muchas leyendas sobre marinos errantes que cruzaban mil veces el mundo en barcos fantasmas; en bajeles que aparecían por unos instantes entre la niebla de los mares. Pero una vieja leyenda se ha encontrado en un cofre enterrado en una isla cercana a Cabo Verde. De ello me habló a mí un piloto llamado Eusebio, que era primo de otro marino al que llamaban Macrol el Gaviero (porque siempre iba subido a la gavia del barco, oteando el horizonte).

Bueno, pues ese timonel (que también sabía hacer unos maravillosos mapas del firmamento y cantaba canciones muy tristes) me contó que su primo Macrol encontró en el viejo y carcomido cofre cosas muy interesantes: Una caracola rosa, una pistola azulada, las plumas de un guacamayo, una peluca roja, una carta de amor y un corazón rojo bordado en una bandera negra.

También encontró la calavera de un tirano en una caja de plata. Tan interesantes objetos había allí que muchos años después un poeta cantaba coplas de ritmos marineros en las que se trataba del cofre y de todo lo que contenía.

Macrol encontró aun algo más: un viejo pergamino en el que se narraba la leyenda de un marino errante. Os la voy a contar yo ahora en pocas palabras porque estamos ya muy cerca de navidad, de los reyes magos y todo eso…

En el pergamino se hablaba de otro personaje muy distinto a los Reyes Magos y a Papá Noel, aunque también recorría la tierra por estas fechas de finales de diciembre, cuando empieza el invierno, y se aparecía a los niños y a las niñas. Era un mítico corsario árabe, Al-Hasan Simbad. Su negro galeón era muy visible cuando volaba majestuosamente por encima de las arenas de los cinco continentes en frías noches de luna llena.

Al-Hasan Simbad, tenía muchas apariencias. Descendía como si fuera de plumas desde su barco y se ponía delante de cada niño o niña dándole a cada cual lo suyo, lo que más necesitaba. A veces aparecía como un terrorífico buitre negro de enormes alas frente a los niños que habían maltratado a otros más débiles.

Aquellos niños se ponían a temblar y, en ese momento, Al-Hasan Simbad se transformaba en un poderoso y hermoso león que le daba al niño un corazón de brillante luz con propiedades maravillosas.

A partir de ese momento el niño que antes sólo “se metía” con los débiles se cargaba de propiedades mágicas: sus oídos escuchaban a los demás, los ojos veían muchas más cosas que antes, empezaba a hablar tan bien que a todos los amigos le gustaba escuchar sus razones y las cosas justas que decía.

Pero sobre todo, esos niños que recibían el corazón de león de Al-Hasan Simbad, se llenaban de un enorme valor para luchar contra los tiranos y empezaban a recorrer los pueblos de todo el planeta usando de sus poderes. Luego cuando morían, muchos años después, dice la leyenda que pasaban a engrosar la tripulación del barco fantasma que cruza los desiertos y todavía es posible ver en las noches de luna llena.

-1-En diciembre de 2004, el autor (maestro de Ciencias Sociales en Salamanca e incómodo activista durante el franquismo) escribió el cuento para sus alumnos de primaria. En la actualidad Julio Mateos dice que “está jubilado” pero sigue aportando sus valiosos conocimientos a la plataforma de pensamiento crítico Fedicaria, de la que es arquitecto y co-fundador.

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