El 10 de noviembre de 2019 observé alarmado y horrorizado el Golpe de Estado cívico-militar acontecido en Bolivia, cometido y promovido por la ultraderecha política del país suramericano con el apoyo de sectores empresariales y de parte del ejército y policía boliviana.
En los meses pasados desde dicho golpe he percibido una grave degradación democrática y social en Bolivia, con ataques contra organizaciones y líderes sociales y sindicales. Hay innumerables ejemplos de ello, como el ataque con dinamita contra la sede de la Central Obrera Boliviana (COB), cometido el 14 de agosto de 2020, el atentado contra Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia – Bartolina Sisa (CNMCIOB-BS) ese mismo día, a lo que se suman las amenazas de las que fue víctima el Secretario Ejecutivo de la Federación Sindical de Trabajadores Mineros de Bolivia (FSTMB), Orlando Gutiérrez, cuya muerte, el pasado 28 de octubre, tras haber sido encontrado golpeado aun no ha sido aclarada.
En contraste, las últimas elecciones en Bolivia, celebradas a finales de octubre, han deparado un apoyo claro por la vuelta a la democracia y una apuesta evidente del pueblo boliviano a favor del retorno a un programa económico progresista, que bajo la dirección del entonces ministro de economia y ahora presidente, Luis Arce, ya demostró su exito durante los diferentes mandatos de Evo Morales.
Celebro esta victoria contundente y sin paliativos de Luis Arce, candidato electoral del Movimiento al Socialismo – Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos (MAS-IPSP) que ha tomado posesión de su cargo este pasado domingo, y me alegro enormemente por el retorno a su país del expresidente Evo Morales desde el exilio al que se vio forzado tras el golpe de Estado. Junto a Evo, ha vuelto a Bolivia su vicepresidente, Alvaro García Linera, a quien tuve el honor de recibir y escuchar en el acto en apoyo a la democracia boliviana que celebramos en nuestra sede de Avenida de América hace solo unos meses.
Además, creo firmemente que esta vuelta a la democracia en el país andino supone una gran ocasión que debe ser aprovechada por el actual Gobierno de España para tejer una relación constructiva y cordial con Bolivia y promover acuerdos que beneficien a los pueblos soberanos de ambos países. Asimismo, desde mi perspectiva, España debe fortalecer su colaboración con el resto de países progresistas de América Latina, entrelazando con ellos relaciones de amistad, respeto mutuo y cooperación.
Pepe Álvarez – Valor sindical
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