Por Ana Barba
En esta semana de San Fermín de 2017, las fiestas de Pamplona y la enésima serpiente de verano en torno a ETA (homenaje sí, homenaje no), han restado protagonismo a un tema de gran trascendencia si de verdad importan las víctimas y los derechos humanos. Ese tema es la propuesta de cierre del CIE (Centro de Internamiento de Extranjeros) de Aluche, en Madrid, instada por el propio Gobierno Municipal. Desde diversos colectivos activistas se lanzó el lunes una campaña en RRSS con el hastag #FinCIEAluche, con desigual seguimiento e impacto. Los dos temas indicados al inicio del texto han hundido el interés por esta campaña.
Tan solo unos días después del escándalo montado en redes por las declaraciones del ministro Zoido criticando la labor de las ONG que rescatan a los migrantes en el Mediterráneo, una derivada directa de ese pensamiento xenófobo se diluye en la vorágine de los temas manidos. Una vez más se demuestra que los medios de comunicación están al servicio del sistema, conformando una opinión pública acrítica y seguidista, la más conveniente para los amos.

Analicemos el tema de los CIE:
.- El nombre “Centro de Internamento” oculta la realidad de lo que es una verdadera cárcel, con cientos de personas hacinadas, sin derechos y con el único delito de haber huído de una situación de guerra, esclavitud y miseria, que es la que sufren mayoritariamente en sus países de origen. Son personas que arriesgan su vida para llegar a Europa, víctimas de las mafias que hacen su agosto con el tráfico de personas y a las que nada importa que una gran parte muera en el mar, ese Mediterráneo convertido en el mayor cementerio de nuestra época.
.- El Gobierno del PP, que endureció la Ley de Extranjería y la aplica (internamiento sin intervención judicial), mantiene las condiciones deplorables de estos centros, pese a que, desde hace más de un año, se proclama la disposición de acoger a miles de refugiados, extremo que no se ha sustanciado más allá de unas pocas decenas de personas. El PP, ya se sabe, es experto en predicar sus bondades sin cumplir ninguna de sus promesas. Ni una mala palabra, ni una buena acción.
.- Desde ciertas instancias oficiales se propone sustituir los CIE por centros abiertos, controles presenciales o telemáticos y libertad bajo fianza, todas ellas medidas abusivas contra personas que sólo han cometido una falta administrativa.
.- La propuesta de ceder la gestión de los CIE a determinadas organizaciones que actúan como empresas y no como entidades sin ánimo de lucro es una privatización más de los servicios sociales, inadmisible para quienes conocemos el negocio que hay montado en torno a ciertas ONG, que funcionan como agencias de colocación y destinan la mayor parte de sus presupuestos a sueldos, así como a generosas dietas de sus directivos, en lugar de dedicarlo a mejorar la vida de aquellos a los que dicen defender.
.- Las propuestas de ceder la gestión de los CIE a asociaciones religiosas parece un subterfugio más para seguir dando dinero público a la Iglesia Católica, esa que es inmensamente rica y que presume de voto de pobreza. No parece tolerable que se haga así.
.- Existen numerosos colectivos altruistas que dedican mucho tiempo y esfuerzo a ayudar a las personas migrantes, pero por su condición ajena al mainstream de las ONG nunca son escuchados ni se les concede ninguna intervención en la resolución de conflictos o en la gestión de ayudas.
Qué sería necesario:
.- Admitir el verdadero origen de las migraciones, esto es, la nefasta intervención de terceros países en los conflictos territoriales, siempre encaminados al control de materias primas valiosas o zonas geoestratégicas relevantes para el transporte de dichas materias primas. La situación de guerra permanente, los regímenes autoritarios sostenidos desde occidente, el expolio de sus tierras, la esclavitud y el hambre son los motores de la migración.
.- Una campaña mediática que destape la verdad y desacredite los mitos xenófobos que prevalecen hoy en día. Sensibilizar a la población a favor de las refugiadas, que son las víctimas en toda esta situación.
.- Respetar los acuerdos humanitarios sobre acogida, facilitando a las personas refugiadas el acceso a una vida digna, sin señalarlas como presuntos delincuentes. Vivienda, servicios sanitarios, trabajo, estudios y reagrupamiento familiar deberían ser las prioridades a la hora de acoger refugiadas, sean estas políticas o económicas.
Habría que garantizar una vida digna a todas las personas, independientemente de su origen.
Ningún ser humano es ilegal. Ilegales son las medidas que toman muchos gobiernos que se llaman democráticos, así como las acciones de muchas compañías transnacionales, que ponen sus beneficios económicos por encima, muy por encima, de la vida de las personas.
Habrá quien diga que mucha gente de nuestro país carece de esa vida digna que proponemos para los migrantes, y tendrán razón. Por eso, un Gobierno digno resolvería la falta de derechos básicos de tantas personas excluídas en nuestra sociedad, teniéndolo como prioridad sobre los rescates bancarios o los rescates de las autopistas.
También se dirá que no hay dinero para todo eso, pero no es cierto. Lo que ocurre es que el dinero está concentrado en unas pocas manos y no quieren compartirlo.
Puede que el planteamiento parezca utópico, pero en algún momento hay que romper con lo infame. Y este momento es tan bueno como cualquier otro para acoger con dignidad a las personas que huyen de la muerte. Por tanto, pidamos el cierre del CIE de Aluche y de todos los CIE, sin paliativos.
La riqueza de un país no se mide por el PIB, y menos el nuestro, que está manipulado, la riqueza de un país se mide por el bienestar de su gente. Exijamos un país que nos trate bien y que trate bien a quienes buscan refugio en él.