Una vez más y seguramente con el ánimo de hacer bueno a su predecesor en el cargo, el diputado provincial de Patrimonio Xosé Luís Penas Corral (BNG) ha permitido estos días que el mismo alcalde del PP que en 2012 defendía la instalación de una planta de almacenamiento de cianuro de hasta 50 toneladas en la comarca de Bergantiños, y que media Galicia acabó denostrando por su apoyo a la mina de oro de Corcoesto, haya intentado convertirse en protagonista en unas jornadas sobre la contaminación luminosa y Fundación Starlight diseñadas por el físico Jorge Mira, mediático personaje cercano a los dirigentes del Partido Popular en Cabana.

Polémicas aparte, dado que el proyecto minero acabó en fiasco y a punto estuvo de costarle más de un disgusto al entonces presidente de la Xunta Alberto Núñez Feijóo por las acusaciones de soborno por parte de la empresa, José Muíño Domínguez ha ejercido de «maestro de ceremonias» en una actividad de trasfondo ambiental habiendo sido uno de los regidores que más ha contribuido a la contaminación lumínica de la Costa da Morte tras inundar de potentes farolas led determinados puntos del ayuntamiento.

Es mucha gente la que en la comarca muestra su hartazgo del permanente lavado de imagen al que algunos someten al afamado regidor, el mismo, casualmente, que también colaboró con apoyo municipal a través de dos informes encargados ad hoc, en la destrucción por parte de Naturgy del paisaje de una de las últimas sierras vírgenes de la Costa da Morte, la del Gontón, uno de los grandes puntos naturales de observación astronómica de la Costa da Morte.
Para colmo, con este y otros montes de la zona, antes intactos y ahora inundados de centrales que contaminan el cielo nocturno con las intensas luces de posición de los nuevos tipos de turbinas eólicas -con alturas totales superiores a los 150 y 200 metros-, es el tiempo en que José Muíño hace apostolado sobre su rechazo a la contaminación luminosa en el cielo nocturno. El mundo al revés.

Por desgracia a día de hoy el Centro Arqueológico del Dolmen de Dombate forma parte del engranaje largamente diseñado por el regidor y sus followers, una tríada en la que como en un reloj suizo engarzan tanto la delegación de La Voz de Galicia en Carballo como la Fundación Eduardo Pondal de Ponteceso. La primera encumbra por orden patronal a quienes apoyan a Muíño. La segunda, orquestada por el asesor de Cultura del propio ayuntamiento, los premia o respalda según convenga (científicos, poetas o lo que se tercie, da igual). Y es en esta red en la que han caído políticos de distinto signo como Xosé Luis Penas Corral -diputado provincial de Patrimonio- o Xosé Regueira Varela, actual vicepresidente de la Diputación coruñesa y responsable de Turismo, que en los últimos años parecen representar más los intereses del Partido Popiular en la Costa da Morte que los del electorado del BNG que les votó con el objetivo de cambiar las cosas frente a la sistémica manta de corrupción y caciquismo de sufre la zona desde tiempos inmemoriales. Es muy triste decirlo, pero es así como ha funcionado este rincón del mundo desde hace casi dos décadas.
El problema, realmente, es de quienes a la hora de votar tienen la conciencia de «ni una mala palabra ni una buena acción», quienes aceptan sin rechistar que un consistorio público pague convites de tercera edad, quienes fomentan la ilegalidad en los municipios e instituciones pero luego acaban siendo rehenes de sus propias fechorías. El problema de fondo es la falta de cultura y conciencia crítica frente a la impunidad. Un verdadero drama social.