Ciudadanos sigue sin hacer caso y guarda silencio ante las informaciones que se siguen filtrando ante las sobre las presuntas irregularidades que habría cometido Isabel Díaz Ayuso, que previsiblemente se convertirá en presidenta de la Comunidad de Madrid la próxima semana con su apoyo.
Es más, el partido naranja, junto a PP y Vox, ha conseguido dilatar la petición de información del resto de los grupos de la Asamblea de Madrid en relación a empresas como de carácter semipúblico como Avalmadrid, que se encuentra en el ojo del huracán por haber dado un presunto trato de favor a la familia de Ayuso, a la que dio en 2011 un préstamo de 400.000 euros.
En 2011, el Gobierno de Esperanza Aguirre era el principal poder en Avalmadrid. Isabel Díaz Ayuso había trabajado como asesora del Gabinete de Esperanza Aguirre entre junio de 2008 y marzo de 2009. Después ocupó otros puestos en el Gobierno regional y, tras las elecciones autonómicas de mayo de 2011, pasó a ser diputada del PP en la Asamblea de Madrid. Allí permaneció hasta que en septiembre de 2017 fue designada viceconsejera de Presidencia y Justicia del Ejecutivo madrileño.
Sumado a esto, Ayuso aceptó la donación de dos inmuebles propiedad de sus padres con los que evitó el embargo de de los acreedores. Enajenar patrimonio para no pagar deudas es un delito de alzamiento de bienes y los tribunales califican como cooperador necesario a quien recibe el bien si conoce el propósito de la transmisión.
El partido naranja ha achacado las presuntas irregularidades cometidas por Ayuso a un problema familiar sin relevancia política, ha asegurado que las informaciones publicadas tienen la intención de “desprestigiar” a la dirigente y no le ha pedido explicaciones.
Ciudadanos tampoco ha hecho ninguna crítica al papel desempeñado por Avalmadrid, un silencio que contrasta con las duras críticas que vertió durante toda la legislatura pasada y hasta hace apenas cuatro meses contra la entidad semipública donde hablaba de la entidad como que “rezuma irregularidades de épocas pasadas” porque funcionaba a modo de “chiringuito“, en palabras de Ignacio Aguado.