La violencia organizada bajo el paraguas de la desokupación es una herramienta de poder para la extrema derecha.
Las empresas de desokupación han proliferado en los últimos años al calor de la crisis de vivienda, la precariedad y el auge de discursos reaccionarios que criminalizan a las personas vulnerables. No solo han surgido como una respuesta privatizada al fracaso del sistema judicial y de vivienda, sino que han abrazado abiertamente vínculos ideológicos y estructurales con la extrema derecha y el entorno fascista. El fenómeno de Desokupa no es solo un síntoma de la crisis social, sino una herramienta del fascismo para imponer su narrativa de orden, fuerza y violencia.
Un análisis exhaustivo realizado por Sistema 161 revela que más del 40% de estas compañías tienen entre sus filas militantes fascistas o neonazis. Si ampliamos el espectro a personas vinculadas a la extrema derecha o que militan en partidos ultraderechistas como Vox, Meloni o Trump, el porcentaje asciende al 55%. Estos datos evidencian que la desokupación no es solo un negocio, sino un campo de cultivo para la violencia estructural y la ideología fascista.
LA INFILTRACIÓN FASCISTA EN LAS EMPRESAS DE DESALOJOS
No se trata de casos aislados ni de individuos concretos. Es un patrón estructural. Las empresas de desokupación, especialmente Desokupa, han sido señaladas por su relación directa con entornos ultraderechistas y grupos neonazis organizados. La conexión con grupos hooligans, especialmente el Frente Bokerón de Málaga, es una constante.
Daniel Esteve, el rostro más conocido de Desokupa, ha sido fotografiado y relacionado con líderes del Frente Bokerón, un grupo ultra abiertamente nazi. Javier Martínez, presidente de este grupo, ha colaborado con Desokupa en eventos y ha sido felicitado públicamente por Esteve por el ascenso del Málaga CF en 2024. Esta relación va más allá de lo personal: Desokupa ha patrocinado eventos deportivos organizados por el Frente Bokerón, incluyendo la “Noche de las Bestias”, donde participaron reconocidos miembros de la extrema derecha malagueña.
Daniel “Jacaré” Toledo, otro rostro visible de Desokupa, es un exluchador de MMA con tatuajes de simbología fascista. La frase “Molto nemici, molto onore” (Muchos enemigos, mucho honor) tatuada en su piel es una referencia directa a Mussolini y al ideario fascista italiano. Jacaré ha reconocido públicamente su cercanía con el Frente Bokerón, y ha sido fotografiado en eventos organizados por grupos fascistas como Málaga 1487 y Hacer Nación.
El perfil de los trabajadores de las empresas de desokupación refuerza esta vinculación:
- Mayoría de hombres, con experiencia previa como porteros de discoteca o seguridad privada.
- Práctica habitual de deportes de contacto como MMA, K1 o kickboxing.
- Afinidad ideológica con el autoritarismo, la violencia y las narrativas fascistas.
Entre los empleados de Desokupa se encuentran personas vinculadas a la violencia ultra. Vicente Rico, por ejemplo, trabajador de Hispaval Servicios (empresa que ha colaborado directamente con Desokupa), fue condenado por participar en las agresiones del 9 de octubre en Valencia, cuando varios nazis atacaron a manifestantes antifascistas. Rico fue fotografiado realizando el saludo nazi tras el juicio.
DESOKUPA, EXTREMA DERECHA Y ULTRAS: UNA ESTRATEGIA POLÍTICA Y SOCIAL
El auge de las empresas de desokupación no es casual ni responde únicamente a una demanda del mercado. Es una estrategia política para reforzar el discurso del miedo, la criminalización de la pobreza y la violencia organizada contra las personas vulnerables. El mensaje de Desokupa y otras empresas similares es claro: presentarse como defensores del orden ante un supuesto caos provocado por la okupación y la inmigración.
La narrativa de la desokupación encaja perfectamente en el imaginario fascista:
- La “okupación” es presentada como una amenaza para el orden social.
- Las empresas de desokupación son vendidas como salvadoras, justicieras que restituyen el orden frente a un Estado supuestamente ineficaz.
- El machismo y la violencia física son componentes clave en la construcción de esta narrativa.
La colaboración entre Desokupa y grupos fascistas no es casual ni meramente ideológica. En diciembre de 2020, el Fondo Sur 1904 (la grada de animación del Málaga CF vinculada al Frente Bokerón) organizó una recaudación de fondos junto a Desokupa para hacer frente a la crisis del COVID-19. Esta colaboración evidencia una estrategia política que trasciende la mera coincidencia ideológica.
En el ámbito político, la conexión entre empresas de desokupación y la extrema derecha es innegable. Hispaval Servicios, por ejemplo, fue fundada por Aitor Ferrer, ex candidato de España 2000, un partido abiertamente fascista. Empresas como Triple A Control han trabajado directamente en actos de Vox y otros partidos ultraderechistas. Andrés Pascual, administrador de Triple A, fue uno de los responsables de la seguridad en el acto fallido de Iván Espinosa de los Monteros en la Universidad Complutense de Madrid en 2025.
El caso de Desokupa CyL también expone estas conexiones políticas. Luis Ángel N.A., administrador de la empresa, ha sido identificado por su relación con grupos neonazis en Valladolid y su implicación en apuñalamientos y ataques a antifascistas. La empresa se ha visto envuelta en escándalos por su relación con el crimen organizado y la violencia callejera. (Fuente: Sistema 161)
DESOKUPA COMO PROYECTO POLÍTICO DE CONTROL SOCIAL
Las empresas de desokupación no solo están vinculadas a la extrema derecha, sino que forman parte de una estrategia política de control social y represión. La presencia de militantes fascistas en estas empresas no es una casualidad, sino una herramienta de implantación territorial de las estructuras de poder de la ultraderecha.
El fenómeno de la desokupación forma parte de una narrativa política que busca:
- Criminalizar la pobreza y la exclusión social.
- Justificar la violencia y la represión bajo el pretexto de “defender la propiedad privada”.
- Normalizar la presencia de grupos fascistas y violentos en el espacio público.
- Desmantelar las redes de apoyo mutuo y resistencia comunitaria.
El mensaje es claro: la violencia organizada bajo el paraguas de la desokupación es una herramienta de poder para la extrema derecha. La privatización de la violencia, encarnada en estas empresas, es una forma de imponer el orden social y político ultraderechista mediante el terror, el machismo y la brutalidad.
Para profundizar en este tema y en la investigación completa sobre los vínculos entre empresas de desokupación y grupos fascistas, puedes consultar el informe de Sistema 161: Desokupa y nazis.