La monarquía, forma de gobierno en la que la jefatura del Estado reside en una persona, un rey o una reina, cargo habitualmente vitalicio al que se accede por derecho y de forma hereditaria, no tiene cabida en una democracia moderna, donde los representantes políticos los elige el pueblo (con muchos matices), no la sangre.
Por ello, quienes defienden la monarquía tienen que buscar parapetos, defensas sólidas que paren las críticas. Puede ser la prensa, el propio Ejecutivo o, como vamos a ver hoy, el abuso del poder otorgado.
Los miembros de la monarquía tailandesa están protegidos por una ley llamada “de lesa majestad” que castiga severamente a todo aquel que infraestime o critique a alguno de ellos.
Ese es el caso de un hombre que publicó en Facebook comentarios negativos hacia el rey y que fue condenado a 60 años de cárcel, una pena posteriormente rebajada a 30 años.
Lo cierto es que la monarquía tailandesa está llena de excentricidades. El actual rey, Maha Vajiralongkorn (Rama X), fue coronado tres años después de la muerte de su padre Bhumibol ya que el pueblo tailandés debía tener el tiempo suficiente para llorar al monarca fallecido y el luto oficial se prolongó durante un año.
Más de 200 manifestantes se reunieron ayer por la tarde en el centro de Bangkok para protestar contra la ley que protege a la monarquía comparando al rey con Voldemort: “El país ha sido dominado durante demasiado tiempo por los poderes oscuros de los mortífagos y los dementores (…) Hay asesinatos, desapariciones forzosas, secuestros y amenazas de muerte contra quienes se oponen a este poder malvado. La gente tiene tanto miedo que no se atreven a pronunciar el nombre del demonio en alto”.
Algunos de ellos aparecieron ataviados con capas y varitas, como si del universo de Harry Potter se tratase y aunque la policía no detuvo a los manifestantes sí anunció que se investigaría cualquier sospecha de delito.
Rama X con su llegada al trono solicitó una revisión de la nueva constitución para adquirir más poderes de emergencia y desde entonces ha tomado el control sobre algunas unidades militares del palacio.
Desde 2014, el pulso político del país está controlado por el ejército, y más en concreto por el general Prayut Chan-o-cha. En 2017 una constitución restableció cierta normalidad democrática, y en 2019 se celebraron las primeras elecciones en seis años.
Las protestas antigubernamentales en el país han tenido lugar casi a diario desde principios de 2020, desde que el tercer partido más votado y una de las principales voces opositoras al régimen fue prohibido por el Tribunal Constitucional bajo el pretexto de financiación ilegal.
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