La hepatitis vírica sigue siendo un desafío tanto en España como a nivel global, y fue un tema importante de discusión en la 69ª Asamblea Mundial de la Salud de la OMS, donde se establecieron objetivos para el año 2030. El objetivo principal es reducir en un 90% la incidencia de infecciones crónicas y en un 65% la mortalidad relacionada con las mismas.
Sin embargo, más allá de las infecciones víricas, la hepatitis, según la definición de MedlinePlus, se refiere a la inflamación del hígado, pudiendo ser crónica o aguda, dependiendo del tipo de hepatitis.
Además de la hepatitis vírica, que es la más común y se subdivide en los tipos A, B, C, D y E, existen otros tres tipos: la hepatitis alcohólica, causada por el consumo excesivo de alcohol; la hepatitis tóxica, provocada por venenos, productos químicos, medicamentos o suplementos; y la hepatitis autoinmune, en la que el sistema inmunológico ataca al hígado, generalmente debido a factores genéticos, y es de carácter crónico.
En cuanto a la transmisión, la World Hepatitis Alliance informa que la hepatitis A, al igual que la E, se transmite a través del consumo de agua o alimentos contaminados, y también puede propagarse mediante relaciones sexuales consideradas de riesgo.
La hepatitis E también puede transmitirse al consumir carne de cerdo, ciervo o mariscos poco cocidos. Ambas infecciones suelen provocar enfermedades leves y agudas que generalmente se resuelven con tratamiento y prevención para evitar la propagación. Para la hepatitis A existe una vacuna altamente efectiva.
La hepatitis B, C y D, según Medline Plus, se transmiten a través del contacto con la sangre de una persona infectada o de madre a hijo. La hepatitis B y D también pueden transmitirse mediante el contacto con otros fluidos corporales, como en relaciones sexuales sin protección o compartir agujas de drogas. Existe una vacuna para la hepatitis B que también brinda protección contra la hepatitis D. Ambas formas de hepatitis pueden causar cirrosis y cáncer de hígado.
La hepatitis C no tiene vacuna disponible y la infección puede volverse crónica. La World Hepatitis Alliance califica tanto la hepatitis B como la C como “epidemias silenciosas”, ya que muchas personas que viven con estos virus desconocen su estado. Estas formas de hepatitis han sido el foco de los objetivos para el año 2030.
Algunas personas infectadas pueden no presentar síntomas, pero si los tienen, suelen incluir fiebre, fatiga, pérdida de apetito, náuseas y vómitos, dolor abdominal, orina oscura, heces de color claro, dolor en las articulaciones e ictericia (color amarillento en piel y ojos).
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