El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) ha ratificado la condena de 47 años de prisión impuesta por la Audiencia Provincial de Pontevedra a un hombre por haber convertido la vida de su pareja en un verdadero infierno, marcada por agresiones físicas y amenazas constantes. Esta acumulación de actos violentos y despreciables ha sido confirmada por el tribunal, que rechazó el recurso presentado por el acusado.
El condenado enfrentaba cargos por delitos de maltrato habitual físico y psicológico en el contexto de la violencia de género, contra la integridad moral, coacciones graves, lesiones con deformidad, agresión sexual y lesiones contra su pareja, una joven de 19 años en el momento de los hechos.
Además de la pena de prisión, el TSXG también ha respaldado la decisión de que el acusado debe pagar una indemnización de 150.000 euros a la víctima por las lesiones sufridas, las secuelas y el perjuicio moral causado.
El tribunal ha considerado probado que el acusado mantuvo una relación de pareja con la víctima desde febrero de 2017 hasta febrero de 2020, durante la cual ejerció un control diario, posesivo y violento, tanto física como psicológicamente.
La Sala de lo Civil y Penal del TSXG respalda plenamente la convicción de que estos actos constituyen los más graves que la médica forense, que intervino en la instrucción y el juicio oral, había presenciado en su experiencia profesional en casos de violencia contra la mujer.
La sentencia subraya que la Audiencia Provincial fue escrupulosa al absolver al acusado de aquellos cargos en los que no había pruebas suficientes.
La sentencia de primera instancia, ahora confirmada por el TSXG, describe cómo el condenado insultaba y menospreciaba a la víctima, la amenazaba regularmente, la golpeaba brutalmente llegando en ocasiones la chica a perder el conocimiento, retorcía sus extremidades y le tiraba del cabello, apretaba su cuello, le daba latigazos con varas y cables y la sometía a humillaciones constantes. Esta conducta dejó a la joven en un estado de constante sufrimiento físico y psicológico, viviendo con miedo y temor.
El hombre actuaba con total desprecio por la condición de mujer de su pareja y la consideraba su propiedad. Mantenía un comportamiento violento y agresivo de manera sostenida en el tiempo, provocando un gran sufrimiento a la víctima.
Además, durante al menos los últimos siete meses de su relación, el condenado ejerció un control total sobre su pareja, impidiéndole el contacto con su familia y amigos, llegando incluso a quitarle su tarjeta sanitaria y negarle atención médica.
La sentencia también describe cómo el condenado obligaba a la joven a dormir en el suelo junto a la mascota y, en muchas ocasiones, la hacía permanecer de rodillas en el suelo durante varias horas como forma de humillación.
La víctima sufrió fracturas en costillas, húmeros y fémures, aunque no se pudo determinar el número exacto de agresiones que causaron estas lesiones debido a la falta de asistencias médicas individualizadas.
La sentencia del TSXG es firme, pero contra ella cabe presentar un recurso de casación ante el Tribunal Supremo. Este caso destaca la importancia de la lucha contra la violencia de género y la necesidad de proteger a las víctimas de abusos domésticos.
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