La presidenta de Covite, Consuelo Ordóñez, ha señalado este miércoles que, “ante el vacío en materia de memoria” y el “empuje de los herederos morales y políticos de los herederos de los terroristas” de ETA la literatura “vuelve a erigirse como sostén para la verdad”.

La hermana del concejal del PP asesinado por ETA Gregorio Ordóñez ha presidido la entrega de los premios en un acto celebrado en San Sebastián que otorga el Colectivo de Víctimas del Terrorismo y que este año han correspondido a los escritores Fernando Aramburu y Raúl Guerra-Garrido.

Ordóñez ha remarcado de los premiados su “esfuerzo” por poner en el centro de sus obras a las víctimas y de retratar la “dictadura del miedo”, que ha sido “el mayor éxito del terrorismo etarra y de su entorno social y político”.

“Hoy este miedo se ha transformado en un afán por pasar página”, ha señalado Ordóñez quien ha incidido en, tras el nazismo o el franquismo, “se trazó una línea clara que estigmatizaba la maldad”, algo que sin embargo, “no está ocurriendo en el País Vasco”. “A los resultados electorales me remito”, ha indicado.

Ha señalado que la marginación de las víctimas “tenía que ver” con que reparar en ellas “significaba recordar” el mal que se les había causado e implicaba hacerse la pregunta que “buena parte de la sociedad no ha querido hacerse: qué hacía yo mientras todo esto estaba ocurriendo”.

Aramburu y Guerra Garrido consideraron que “elegir la neutralidad” los habría convertido “en cómplices” y prefirieron ponerse “voluntariamente” al lado de los vulnerables”, ha indicado Ordóñez quien ha subrayado que las víctimas “necesitaban” a estos escritores como a “un batallón de rescate” que contara lo que ocurría.

De Guerra Garrido, ha destacado que fue el primer autor que situó una víctima como protagonista en “Lectura insólita de El Capital” y que publicó “La Carta” a sabiendas de que “lo colocaba en la diana”.

Aramburu “abrió la veda” en 2006 con “Los peces de la amargura”, ha señalado, y continúo con “Patria”, que ha llegado en el “momento preciso” porque “está en juego el relato, el blanqueamiento de las responsabilidades y la eficacia de la violencia como herramienta política”, ha señalado.

El autor de “Patria” ha reconocido que sintió un “reparo” al abordar el tema de las víctimas porque era un “dolor ajeno” pero de ese “escrúpulo” le sacó la “conciencia de que realmente ese dolor no le era ajeno y gritaba ser contado”.

Aramburu ha asegurado que se ha sumado “a la pelea por el relato” desde la confianza en la literatura” porque la “ficción tiene la fortaleza de crear las palabras perdurables”.

“Es mi pequeña contribución a la memoria o al intento de obstaculizar una rápida desmemoria”, ha señalado el escritor que ha puesto el acento en la “decencia” de “dejar constancia por escrito de la crueldad que se cometió” con las víctimas y “la enorme injusticia que supuso la imposición de un proyecto totalitario”.

Guerra Garrido ha reconocido que el protagonista de sus obras es el miedo, que “adquirió formas surrealistas”, y ha reconocido que “no puede creer” que la sociedad vasca “haya estado tan amedrentada” al tiempo que ha destacado que “una de las bazas de las víctimas es el honor de no haber caído en la tentación de la venganza”.

El filósofo Fernando Savater ha denunciado “el fascismo que ha habido y sigue habiendo en el País Vasco” y ha remarcado que “en las elecciones del domingo el fascismo sacó más votos” que en las anteriores.

Por su parte Maite Pagazaurtundua ha pedido a los premiados que no dejen de tener “coraje” porque “hay nuevos tabúes” y los responsables de la violencia “no han afrontado el fondo de la intolerancia y la fobia hacia lo español”.

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