Los tiempos oscuros han vuelto a Afganistán, por este motivo no está de más recordar que Afganistán fue en su día un país socialista que respetaba los derechos de las mujeres y que quería dejar la religión a un lado para evolucionar hacia un país moderno.
Un rey para Afganistán
Por extraño que parezca, fue un rey el que comenzó la modernización del país. Aman Allah Khan creó la Constitución (1922), código administrativo (1923), comienzo de la instrucción femenina (1924) y nueva Constitución (1928). Sin embargo, la reacción conservadora no tardó mucho y el soberano fue derrocado. Un dictador, Habib Allah Khan, ejerció entonces durante seis meses una sangrienta dictadura.
Nadir Shah, pariente de Aman Allah Khan, eliminó al dictador y se hizo proclamar rey en 1929. Reemprendió con prudencia las reformas, pero fue asesinado en 1933. Le sucedió su hijo Mohammed Zahir Shah, quien hizo que su país entrara en la Sociedad de Naciones (1934) y abrió progresivamente el país a la influencia exterior.
Zahir reivindicó los territorios de los afganos que vivían en el nuevo Estado de Pakistán y esta crisis se prolongó hasta 1963, cuando se firmó un acuerdo con Pakistán; casi al mismo tiempo se firmó un acuerdo con China. Resueltos estos problemas exteriores, Zahir dio una nueva prueba de voluntad reformadora al hacer aprobar, en 1964, por la Asamblea constituyente, una nueva Constitución y al estimular la escolarización de las mujeres, a las que en 1959 se había concedido el derecho de no llevar velo.
Tras las reformas de Zahir una crisis de modernización sacudió el país. En 1965 se creó por un grupo de intelectuales, del P.D.P. (Partido Democrático del Pueblo), una escisión dentro del partido gobernante, que acabó por dividirse, en 1967, en dos partidos, el Khalq y el Parcham, que se enfrentaron violentamente en movimientos de agitación estudiantil (1969), dando como resultado un parlamento incapaz de legislar.
En 1970 y 1971, las cosechas fueron catastróficas y el hambre asoló el país. Esto provocó un cambio de gobierno, aunque la inestabilidad continuó. El 16 y 17 de julio de 1973, un golpe de estado militar, dirigido por Sardar Muhammad Daud, primo y cuñado del rey, y apoyado por los dos partidos de la oposición derrocó a Zahir Shah, quien salió hacia el exilio hacia Roma. Fue proclamada la república. Pero la reforma agraria que obtuvo poco apoyo y el autoritarismo del presidente condujeron al derrocamiento de este en abril de 1978.
Un Afganistán comunista
El comunista Nur Muhammad Taraki tomó el poder; pero el nuevo régimen evitaba cuidadosamente toda alusión al marxismo para evitar el rechazo. En diciembre de 1978, se firmó un tratado de amistad y de cooperación entre Kabul y Moscú, que permitía, entre otras cosas, a la URSS intervenir militarmente para «proteger el país»
El 14 de septiembre de 1979 fue asesinado Nur Taraki. Su sustituto, Hafizullah Amín, anunció a la vez su fidelidad al Kremlin y la adopción de medidas en favor del islam (reparación de mezquitas). Pero a su vez fue derrocado y ejecutado cuando se produjo la intervención militar soviética de diciembre de 1979, que instaló en el poder a Babrak Karmal.
La prolongada intervención soviética tuvo como efecto la intensificación de la guerrilla interior (apoyada logísticamente desde el exterior por Pakistán, EE. UU. y China) y la manifestación, en el mundo occidental y en el mundo islámico, de numerosas reacciones antisoviéticas y anticomunistas.
La modernización soñada
Sin embargo, alejándose de las críticas, el nuevo gobierno comunista inició un programa de reformas que eliminó la usura, inició una campaña de alfabetización, eliminó el cultivo del opio, legalizó los sindicatos, estableció una ley de salario mínimo y rebajó entre un 20 y un 30 por ciento los precios de artículos de primera necesidad.
En cuanto a los derechos de la mujer, el régimen socialista otorgó permiso de no usar velo, abolió la dote, promovió la integración de mujeres al trabajo (245 000 obreras y el 40 % de los médicos son mujeres) y a la educación (el analfabetismo femenino es reducido del 98 % al 75 %, el 60 % del profesorado de la Universidad de Kabul son mujeres, 440 000 mujeres más trabajaban en educación y 80 000 participaban en la campaña de alfabetización), así como a la vida política.
El Decreto N.º 7 del 17 de octubre de 1978 otorgó a las mujeres iguales derechos que los varones. El período de la República Democrática fue en el que más mujeres profesionales hubo en Afganistán.
Esta foto es del fotógrafo iraní Hengameh Golestan, tomada en Irán en 1979, los últimos días antes de que Jomeini tomara el poder y proclamara el fin del imperio y el establecimiento de la república islámica.
Gracias a mi amigo, el fotógrafo Michele Montano, por señalarlo.