Los días 29 y 30 de junio y 1 de julio se celebró a puerta cerrada en la Audiencia Provincial de Toledo el juicio contra un sacerdote de Talavera de la Reina, de 50 años, como autor un delito continuado de abusos sexuales con acceso carnal a una menor entre los años 2010 y 2014.
Además, se le castiga con la inhabilitación especial para el ejercicio de toda profesión u oficio, sea o no retribuido, que suponga el contacto regular con menores de edad durante el período de la condena, y la prohibición de comunicarse con la víctima y de aproximarse a su persona, domicilio, lugar de trabajo o cualquier otro lugar a una distancia inferior a 300 metros, por un periodo de 18 años.
Al sacerdote también se le impone el abono de una indemnización de 50.000 euros a la víctima en concepto de responsabilidad civil por unos hechos que comenzaron cuando ella tenía 14 años y que se prolongaron durante cuatro años. La sentencia puede ser recurrida ante la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha.
El sacerdote y la víctima se conocieron en el verano de 2010, durante un viaje para recorrer el camino de Santiago organizado por el centro escolar confesional Compañía de María de Talavera de la Reina, donde la niña estaba escolarizada. Durante ese viaje el sacerdote entabló una relación de confianza con la joven debido a la función que asumió en esta actividad.
Durante el curso 2010/2011, la menor pidió que el sacerdote fuera su director y mantuvo varios encuentros con él en una sala del centro educativo en los que le relataba la mala relación que mantenía con sus padres, lo que la llevó a considerarlo “como un padre y un referente personal y moral”.
Meses después, el cura le propuso empezar a reunirse en su despacho parroquial, donde no había cerca terceras personas. Allí comenzó a preguntarle por su vida sexual, le solicitó en una ocasión que le besara, le hacía tocamientos y llegó a desnudarse y abusar de la adolescente.
Al final de los encuentros le pedía perdón a la víctima, le decía que esa situación no se iba a repetir más, le reiteraba que todo ello lo hacía en nombre de Dios y le pedía a la víctima que no se lo contase a nadie.
Desde mayo hasta noviembre de 2014, el sacerdote y la adolescente comenzaron una relación sentimental. La madre de ella acudió al domicilio del cura, donde la sometieron a un exorcismo porque su progenitora creía que las afecciones mentales que padecía su hija tenían como origen “la influencia del demonio”. Posteriormente sufrió otro exorcismo en el que estaba sola con el sacerdote y volvió a abusar de ella.
Más tarde, la grave situación psíquica de la víctima hizo que requiriese varios ingresos en centros sanitarios en los que protagonizó varios intentos de suicidio.
El Ministerio Fiscal solicitó para el sacerdote una pena de 15 años de prisión y una indemnización de 50.000 euros por los daños morales sufridos, mientras que la acusación particular solicitó 22 años de cárcel e indemnización de 156.500 euros y la defensa del acusado pidió su libre absolución.
Como no hay pena de muerte, si es verdad la historia, castración y cadena perpetua, vamos que sólo sale de la cárcel muerto.