Aunque resulta imposible definir la Vida, ya que supondría empequeñecerla, hay que aproximarse. Estos son unos pocos intentos, todos ellos nacidos del asombro, la admiración y el respeto.
Es casi seguro que la Vida surgió del más raro capricho del caprichoso azar. De ahí que lo más cierto sea la incertidumbre.
La Vida es, si es que…En fin, es Ella misma y sus limitaciones; creadas, por cierto, por Ella misma.
La Vida es, no menos, todos los logros derivados de la exploración de lo situado también más allá de sus propios límites.
Tiene mucho de lo imposible hecho posible.
La Vida alumbra incesantemente a los que morirán para que vivan los vivos.
La Vida es latir en lo latente.
Nada supera a la Vida porque fuera de Ella solo nada la nada.
La Vida es la metáfora de la vida.
Siendo solo una, la Vida no puedes ser más tan tanto.
Toda independencia depende de la Vida. No menos todo pensamiento, toda emoción, todo recuerdo.
Nada debería ser llamado crecimiento si no crece también la Vida, que no hace más que decrecer para la inmensa mayor parte de los vivos.
Lo no vivo funda lo viviente. Ya la luz y el agua, que no están vivas, esconden en su seno todas las formas, todos los lenguajes, todas las vivencias de todos los seres vivos sidos y siendo. Los que serán esperan el regalo.
La Vida es incesante tránsito, sucesión y transmutación. Lo demuestra, por ejemplo, la hierba siendo la futura carne. No menos la carne que será, algún día, parte de la fertilidad.
Ella combate al tiempo inventando herencias hereditarias.
Es lo más respetable y lo menos respetado.
Nunca llegaremos a conocerla del todo ya que la extinción se ceba, sobre todo, en lo desconocido y que, por tanto, allí se quedará para siempre. Tampoco resulta posible su cuantificación y, mucho menos, definirla como se merece. Es más, lo imprevisible anima a casi todo lo que anima. Ante todo esto nada más sensato que amar arrebatadamente a la Vvida. Lo escribo así para recordar que todas las vidas individuales participan de las básicas características de la Vida. Sigo el ejemplo de Jorge Riechman en la portada de su libro Cuidar la Ttierra. Deberíamos, es más, escribir así, con mayúscula y minúscula todas las palabras que nombran elementos esenciales como Aagua, Aaire, Ssol…
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