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Derechos sexuales y reproductivos de las mujeres: una lucha abierta

Todas las personas tenemos derecho a ejercer el libre control sobre nuestra sexualidad y reproducción sin sufrir discriminación, coacción ni violencia. Estos derechos van desde acceder a información y servicios de salud sexual y reproductiva, incluidos los de contracepción; elegir si la mujer desea casarse cuándo y con quién quiera o decidir si quiere tener hijos y cuántos, lo cual incluye poder interrumpir un embarazo no deseado.

Las webs que ofrecen ofertas sexuales son muchas, desde las que tienen en sus catálogos vídeos x o sexo con webcam, a las que son simplemente sexshop en línea; pero no hay tantas que aporten información sobre el vivir libre de violencia y prácticas que buscan dominar el cuerpo y la sexualidad. Así como las que denuncian la violencia sexual, la mutilación genital y los matrimonios forzados.

En todo el mundo, a millones personas se les impide ejercer los derechos sexuales y reproductivos o son perseguidas si se atreven a hacerlo. Numerosos gobiernos, grupos religiosos, líderes políticos, o incluso personas cercanas intentan dictar a quién podemos besar, a quién podemos amar, cómo debemos vestirnos, cuándo podemos tener hijos y cuántos. La falta de control sobre el propio cuerpo y la sexualidad tiene un tremendo impacto especialmente en la vida de las mujeres y las niñas, pero también se ceba con las personas gays, lesbianas, transgénero, bisexuales o intersexuales.

Derechos reproductivos y países que los violan

Los derechos reproductivos se vulneran en las sociedades en las que no existe educación sanitaria, acceso a los métodos anticonceptivos, aborto legal, así como la existencia de matrimonios concertados, las mujeres no tienen derecho a permanecer solteras, ni a elegir marido, ni a separarse de él. La violación, la ablación del clítoris (Mutilación genital femenina), la infibulación y la circuncisión forzada se consideran violaciones de los derechos reproductivos.

Las niñas embarazadas siguen estando excluidas de la escuela en países como Guinea Ecuatorial o Tanzania, con el riesgo cierto de que abandonen definitivamente los estudios y se las obligue a contraer matrimonio. El propio embarazo es causa de la falta de educación sexual cuando no de violencia. Son niñas a las que se les roba el futuro.

En Afganistán, colectivos de mujeres luchan actualmente contra la ley que permite la violación dentro del matrimonio, dando derecho al marido a mantener relaciones sexuales con su mujer siempre que él quiera.

Si eres niña es probable que tu infancia no dure mucho si vives en países como Burkina Faso, Sudán del Sur, República Centroafricana, Yemen o Bangladesh. Cada día más de 34.000 niñas contraen matrimonio antes de cumplir los 18 años.

La mutilación genital femenina es habitual en países como Somalia, Guinea, Sierra Leona o Egipto, pero también en Irak, India, Malasia o Indonesia. Incluso se estima que en Europa unas 180.000 mujeres y niñas corren el riesgo de ser sometidas a esta práctica todos los años, según datos del Parlamento Europeo. Se limita de esta forma su capacidad para el disfrute del placer sexual y se pone en riesgo su vida.

Javier F. Ferrero

Director de Contrainformacion.es. Fundador y director de Nueva Revolución. Gestor en Spanish Revolution. Asesor externo en redes de Publico.es.

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  • La libertad sexual también está gravemente amenazada aquí en España con la propuesta del PSOE de abolir la prostitución: si bien es cierto que las mafias que obligan a mujeres a ejercerla deben combatirse con todo el empeño, no podemos permitir que se vaya contra aquellas que deciden realizarla de forma totalmente voluntaria y, en muchos casos, en su propio domicilio, e incluso si finalmente no se llega a prohibir, ya sólo el mero hecho de plantearlo debería haber suscitado una condena pública masiva. Precisamente la misma izquierda que defiende el aborto con lemas como "mi cuerpo, mi elección" (algo con lo que estoy de acuerdo), debería ser también la que defendiera que una mujer es libre y soberana para hacer con su cuerpo en su casa lo que a ella le apetezca, realizar las prácticas sexuales que desee, y con las condiciones que ella quiera poner (incluyendo el pago de dinero), mientras que perseguir esto resulta más propio de esa derecha rancia que se aferra a los desfasados valores del catolicismo. Es decir, mientras el sexo se practique entre personas adultas y con el consentimiento de todas las partes implicadas, ¿quiénes son los políticos para tratar de impedirlo?

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