La polémica cárcel de Carabanchel, que una vez encerró los susurros de la resistencia franquista y las voces de los opositores políticos y homosexuales durante décadas, ha vuelto a cobrar relevancia debido a la presentación del primer monográfico sobre esta prisión por parte del historiador Luis Antonio Ruiz Casero.
Sin embargo, lo que debería haber sido un esfuerzo por preservar la memoria histórica se ha convertido en una revelación desgarradora. Según el experto, “el archivo histórico ha sido, por acción u omisión, destruido por el Ministerio del Interior”. Ruiz lamenta que, salvo algunas fichas, no quede ni un solo papel significativo, lo que califica como una “gestión documental negligente”.
La destrucción del archivo histórico se suma a la demolición física de la cárcel, llevada a cabo en 2008, lo que para el historiador representa un “doble memoricidio”.
Resulta especialmente alarmante que, tras el cierre de la prisión, se encontraran documentos oficiales abandonados y cientos de cajas no catalogadas, que contenían posiblemente expedientes de presos.
Estos documentos, que podrían haber arrojado luz sobre uno de los periodos más oscuros de la historia española, han sido descuidados y, en muchos casos, olvidados por las autoridades pertinentes.
La responsabilidad de conservar este patrimonio recae sobre el Estado, según lo establecido por la Ley del Patrimonio Histórico Español. La desidia en la protección de estos documentos representa una pérdida incalculable para la historia española y para aquellos que desean entender y honrar a los que sufrieron en las sombras de Carabanchel.
Es particularmente doloroso que la cárcel de Carabanchel, un símbolo de la resistencia y la lucha contra la opresión, haya sido eclipsada por un doble olvido: la desaparición física del edificio y la negligencia en la conservación de los archivos.
Mientras, el Ayuntamiento de Madrid planifica la construcción de 600 viviendas en el terreno donde se alzaba la cárcel. La memoria de los que estuvieron encerrados en sus paredes parece desvanecerse lentamente, borrada por la indiferencia y el descuido.