Hace un año, la archidiócesis de Madrid abría una oficina, dirigida por el cardenal Carlos Osoro y que forma parte de Repara, para atender y dar apoyo jurídico, médico y espiritual a víctimas de abusos sexuales, tanto de dentro como de fuera de la Iglesia.
El resultado ha sido que por primera vez admite ocho casos de abuso sexual de sacerdotes o religiosos sobre menores. El problema de todo esto es que el análisis se realiza ahora a pesar de estos casos sucedieron hace décadas y no habían trascendido. La Iglesia tenía en su mano haber actuado antes y haber paliado el daño.
Asimismo, la oficina ha recibido otras 10 denuncias de abuso sexual sobre adultos y otros nueve clérigos han sido acusados de violencia física, maltrato o abuso de autoridad, tal y como informa El País.
Según el recuento del citado diario, con estos ocho casos de abusos a menores por parte de la Iglesia es España asciende a 231, con más de 500 víctimas. Hasta ahora, el único caso del que se tenía constancia en Madrid, en cuanto a sacerdotes diocesanos y no órdenes religiosas, era el del cura Rafael Sanz Nieto, que fue condenado en 2006 a dos años de cárcel por abusar de un niño de 12 años y el obispado a pagar 30.000 euros como responsable civil subsidiario.
Esta oficina también ha recibido también a otras 35 víctimas de abusos dentro del ámbito familiar y 13 de otros entornos, de las cuales nueve eran menores en el momento de la denuncia.
Pederastia en colegios y entornos educativos
En relación a los ocho casos de pederastia por parte de clérigos, el obispado no ha querido aportar detalle para proteger el anonimato de las víctimas, aunque ha especificado que uno pertenece a la diócesis y los otros siete son miembros de órdenes religiosas. Estos últimos cometieron los delitos en colegios y entornos educativos cuando las víctimas tenían entre 8 y 15 años. Ahora tienen entre 50 y 65 años.
Según ha explicado un portavoz, algunas de las víctimas no han denunciado, a otras les basta con que les crean, escuchen y pidan perdón y otras acudieron a la entidad en busca de ayuda psicológica tras haber presentado su denuncia en otra diócesis u orden, ya que en ellas no la tenían.
De momento, ninguna víctima se ha acercado a la oficina con la intención de recibir una indemnización, pero si se diera el caso, la diócesis estudiaría cómo llevarla a cabo en cada caso y en caso de que hubiera un proceso civil en curso, cumpliría lo que dicten las autoridades pertinentes.
“Hay víctimas a las que se acompaña y, si son adultas, lo que se hace es informar de las posibilidades jurídicas que tienen, pero no nos corresponde a nosotros presentar la denuncia ante la otra realidad eclesial cuando no se trata de menores”, ha dicho el cardenal Osoro respecto si ha comunicado las denuncias que han recibido contra los miembros de las congregaciones.
Sin embargo, según Vos estis lux mundi, motu proprio del papa Francisco, que concreta las normas que tiene que seguir la Iglesia católica respecto a los abusos sexuales de sacerdotes o miembros de institutos de vida consagrada que entró en vigor el 1 de junio de 2019, los sacerdotes y religiosos están obligados a informar al responsable competente de cada provincia o diócesis religiosa donde haya tenido lugar el delito de todas las denuncias relacionadas con los casos de abusos y también las de encubrimiento.
El delito de encubrimiento es equiparable al de abusos y el documento lo describe como “acciones u omisiones dirigidas a interferir o eludir investigaciones civiles o investigaciones canónicas, administrativas o penales, contra un clérigo o un religioso”.
Los delitos que se tienen que denunciar se extienden más allá de los abusos contra niños y adultos vulnerables y la pornografía infantil e incluyen cualquier tipo de violencia sexual y acoso a través del abuso de la autoridad.
Tal y como ha explicado el equipo que coordina el primer contacto de la víctima con Repara, durante el confinamiento se ha producido un aumento de llamadas de víctimas e incluso otras entidades les han llamado para derivarles casos.
Otro dato a destacar es que se han atendido a 57 mujeres frente a 18 hombres, que no buscan venganza sino simplemente que las crean y las comprendan. Lidia Troya, responsable de primera acogida de la organización, explica que a veces ni siquiera dicen los nombres de los victimarios.
Repara también ha puesto en marcha un curso básico de formación para sacerdotes y catequistas, entre otros, para prevenir y ofrecer claves para la atención de estas situaciones.