ONG y asociaciones ecologistas han salido en tromba en contra un informe en contra de los vehículos eléctricos que asegura, por ilógico que parezca, que expulsan más CO2 que un diésel. Las organizaciones han detectado inconsistencias y fallos de metodología en el informe, que ha alcanzado una amplia popularidad, hasta llegar, incluso, al editorial del Financial Times.

El estudio fue elaborado por el Instituto Ifo, de Múnich (Alemania), y capitaneado por catedráticos y economistas con décadas de experiencia en el mundo de la energía. Parte de lo que dice el informe es cierto: A día de hoy, la electricidad que necesita como combustible el vehículo tiene un origen, en parte, contaminante, proveniente de centrales de carbón o de gas que emiten CO2 a la atmósfera.

Como ejemplo, según el informe, un Tesla Model 3 emite de manera total 156 gramos por kilómetro al año (15 000 km), frente a los 126 gramos por kilómetro de un diésel de última generación.

El problema está en que en el informe hacen los cálculos basándose en un hipotético futuro del mix alemán mucho más contaminante que el actual, en el que todas las nucleares son sustituidas por carbón, y no tiene en cuenta el crecimiento de las renovables. El estudio estima, además, un impacto en la producción de la batería de litio de 177 kilos de CO2 por kilovatio/hora, cuando el valor que usa el consenso científico es de 100 kilogramos.

Según los cálculos de la ONG ecologista Transport & Environment, en base a un estudio encargado por ellos a la Universidad VUB (Bruselas), apuntan a hasta un 60% menos de emisiones de los vehículos eléctricos con respecto a sus competidores de diésel. Lo explican en este vídeo:

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