La decisión de Tomás Torre Dusmet de renunciar a la defensa de Vito Quiles en su causa por injurias y calumnias marca una nueva etapa en la historia de la ultraderecha en España. Quiles, conocido por sus campañas de odio, desinformación y provocación, no solo se enfrenta a la justicia, sino que ve cómo su propio equipo legal le abandona. No es la primera vez que este activista, ahora candidato de la formación “Se acabó la fiesta” de Alvise Pérez, se convierte en protagonista de escándalos, pero sí es una de las primeras en las que se le aísla incluso desde sus filas.
Es significativo que el abogado Torre Dusmet, quien aceptó defender a Quiles en una causa abiertamente polémica, se haya retirado. La justicia, representada esta vez por la jueza de Instrucción número 18 de Sevilla, debe ahora requerir a Quiles que nombre otro abogado, o bien que acepte uno de oficio. Las razones que han llevado a Torre Dusmet a renunciar no son públicas, pero en un contexto donde los ultraderechistas han normalizado las injurias como estrategia, su retirada sugiere, al menos, un intento de distanciamiento.
La denuncia en cuestión proviene de Rubén Sánchez, portavoz de Facua, quien acusa a Quiles de lanzar afirmaciones sin fundamento en sus redes sociales, en un intento burdo de desacreditar a quienes, como Sánchez, defienden los derechos de los consumidores. Entre febrero y septiembre de 2022, Quiles habría vertido acusaciones infundadas contra Sánchez, tachándole de estafador y extorsionador, y afirmando incluso que incitaba a amenazas de muerte. Ante la gravedad de estas declaraciones, es innegable que el activismo ultraderechista ha roto los límites de la ética y el respeto, lanzándose al vacío de la difamación con impunidad.
No es nuevo el uso de bulos y desinformación entre los agitadores ultraderechistas. Quiles, en particular, es experto en esta estrategia. En 2023, fue arrestado por desobediencia y atentado contra la autoridad durante las protestas frente a la sede del PSOE, un episodio que consolidó su perfil de agitador callejero. Pero no se detuvo ahí: en plena crisis por la DANA en Valencia, Quiles protagonizó otro acto de manipulación mediática que alcanzó nuevas cotas de cinismo.
En un vídeo que rápidamente se hizo viral, se observa a Quiles portando un chaleco reflectante mientras irrumpe en un centro de gestión de residuos en Alfafar. Allí, asegura que se está desechando ropa destinada a las víctimas de la DANA, insinuando una negligencia institucional con las personas damnificadas. La Policía Local de Alfafar no tardó en desmentir esta información, aclarando que la ropa eliminada estaba dañada por la humedad y, por lo tanto, inutilizable. La mentira, para Quiles, es una herramienta de su discurso político, una táctica para capitalizar la indignación de quienes confían en sus palabras.
Este último escándalo de Quiles evidencia una estrategia que busca explotar las desgracias ajenas, alimentando la frustración de quienes, en situaciones críticas, necesitan apoyo y solidaridad, no bulos y manipulaciones. La derecha radical utiliza estas tácticas para sembrar la desconfianza en las instituciones, intentando captar una masa de seguidores y seguidoras a través del miedo y el odio.
El modus operandi de la ultraderecha se basa en una cadena de mentiras perfectamente diseñada. Los bulos no son errores, sino tácticas calculadas que buscan alterar la percepción pública y promover su agenda.
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