Una campaña contra el aborto selectivo de niñas en Montenegro trata de concienciar en pleno corazón de Europa contra una práctica que se asocia más con países como China o India.

La mentalidad tradicional en la sociedad montenegrina promueve la visión del hijo como “heredero” y continuador del “linaje”, frente a la visión cargada de prejuicios contra las niñas.

Para tratar de alertar contra los abortos selectivos, el Centro por los Derechos de las Mujeres ha lanzado la campaña “No deseada” en las redes sociales y ha generado un debate nacional.

“Querida ‘No Deseada’, tus padres deseaban más tener un hijo y por eso no tuviste la oportunidad de nacer. Perdónalos”, reza uno de los carteles de la campaña, que muestra una esquela con una foto sin rostro sobre fondo rosa.

En 2017, nacieron un 4 % más de niños que de niñas -el 52,1 % frente al 47,9 %-, según datos de la montenegrina Oficina de Estadísticas MONSTAT.

Este desequilibrio, con algunas oscilaciones, se registra desde hace lustros, y llamó la atención del Consejo de Europa, que en 2014 advirtió de que en Montenegro en ocasiones nacían 110 niños por cada 100 niñas.

De forma natural nacen entre 102 y 106 niños por cada 100 niñas, pero una media en Montenegro en los últimos 20 años revela el nacimiento de 109 niños por cada 100 niñas.

La pequeña república balcánica de 630.000 habitantes comparte este controvertida costumbre con gigantes como China -por la política del hijo único- o la India, donde la tradición de la dote convierte a las hijas en una carga para sus familias.

“Es una norma cultural tan arraigada que la sociedad la acepta inconscientemente, sin poner en entredicho su causa, su justificación ni sobre todo sus consecuencias”, declara a Efe la directora de la ONG Centro por los Derechos de las Mujeres con sede en Podgorica, Maja Raicevic.

“Existe la necesidad de cambiar el paradigma social basado en la discriminación de las mujeres y la puesta de sus cuerpos al servicio de valores patriarcales que favorecen a hijos varones frente a hijas”, afirma Raicevic.

Y es que los abortos selectivos son una de las consecuencias de los prejuicios contra la mujer, junto con la desigualdad económica, la menor presencia femenina en la vida pública o la violencia machista, explica la experta.

En el pasado, era normal que una mujer diera a luz hasta tener a un hijo varón, por lo que había familias con numerosas hijas.

Pero ahora los progresos de la medicina permiten conocer temprano el sexo del feto en unas pruebas cuya función primordial es mostrar posibles anomalías y que, según la ley, solo se pueden hacer por recomendación de especialistas, algo que no se cumple siempre.

Algunas mujeres recurren incluso a métodos invasivos que pueden dañar el feto para conocer el sexo y poder abortar así hasta la décima semana de embarazo, aunque la ley lo prohíbe por motivo de selección de sexo.

“Eso quiere decir que algunas instituciones médicas privadas han violado la ley y desarrollan unos servicios médicos que no sirven a las necesidades e intereses de las mujeres y la sociedad, que no son éticas y se basan sólo en los beneficios económicos”, dice Raicevic.

“Lamentablemente, las inspecciones médicas no logran detener la práctica, ni siquiera dar una evaluación del número de abortos selectivos a nivel anual”, indica.

La ley prevé multas de 500 a 2.000 euros para los médicos que realizan abortos con finalidad de selección del sexo y de 5.000 euros a 20.000 euros para los centros sin licencia, pero hasta ahora no se conoce ningún caso en el que se hayan impuesto estos castigos.

Raicevic recordó que “en Montenegro faltan ahora 3.000 mujeres en edad reproductiva, y si sigue la tendencia el número irá en aumento”.

Montenegro, país balcánico independiente desde 2006, es miembro de la OTAN y candidato a la adhesión a la Unión Europea (UE) que más progresos ha hecho y aspira a lograr ese objetivo para el año 2025.

Snezana Stanojevic

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