Más de 500 personas han muerto como consecuencia del reguero de destrucción que dejó a su paso hace una semana el ciclón ‘Idai’, que ha anegado buena parte de Mozambique y ha provocado también inundaciones y deslaves en los vecinos Zimbabue y Malaui.
Sin embargo, tanto la ONU como las ONG advierten de que el alcance real del desastre aún no está claro y el balance podría ser mucho peor.
Mozambique ha sido el país más afectado. Fue aquí donde el ciclón, con vientos de hasta 170 kilómetros por hora, tocó tierra la semana pasada. El Gobierno tiene confirmados al menos 242 muertos, pero su presidente, Filipe Nyusi, ya ha dicho que el balance se situará en torno a los mil.
El Gobierno ya ha solicitado formalmente ayuda internacional, según la ONU, y está poniendo en marcha refugios para los alrededor de 400.000 desplazados que estima que ha provocado el ciclón. Al menos 65.000 personas están alojadas en más de 100 refugios en las provincias de Sofala y Manica, las más afectadas, así como en las de Zambezia y Tete, en su mayoría en escuelas e iglesias.
La ciudad de Beira, de 500.000 habitantes, se ha visto seriamente golpeada. Aquí, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), los precios de los alimentos han subido un 300 por ciento y hay largas colas para adquirir bienes básicos como pan o combustible. La comunicación se está restableciendo poco a poco, pero la carretera que une la ciudad con Maputo, la capital, sigue cortada.
Tampoco hay electricidad y el acceso a agua potable es un reto, lo que genera un riesgo de enfermedades, como el cólera o la malaria. De hecho, según la OCHA, ya se habría registrado un incremento en el número de casos de diarrea.
También preocupa la situación en el distrito de Buzi, donde viven unas 200.000 personas y que ha quedado sumergido en gran medida, si bien el agua parece haber comenzado a remitir. Aquí, se ha conseguido rescatar y trasladar a lugar seguro a muchas personas.