Javier F. Ferrero

15 millones de personas no comen lo suficiente en el mundo, y entre ellas, seis de cada 10 están en países afectados por conflictos. De los 155 millones de niños y niñas desnutridos, 122 millones sufren los impactos de la guerra, según los datos publicados por la FAO (Agencia de la ONU para la Alimentación y la Agricultura).

 

Nuestra experiencia en más de 45 países nos ha dado evidencias sobradas de la relación bidireccional entre guerra y hambre: las guerras destruyen mercados y medios de vida y producen desplazamientos masivos que disparan los riesgos de desnutrición y, por otra parte, la inseguridad alimentaria y la competencia por los recursos naturales o los alimentos está en el origen de una gran parte de los 46 conflictos activos hoy en el mundo”, explica el director general de Acción contra el Hambre, Olivier Longué.

Esta decisión no hace sino ratificarnos y animarnos a seguir trabajando para acabar con las causas del hambre”, ha subrayado el Longué.

Existe una tercera dimensión del problema: el uso creciente del hambre como arma de guerra, mediante el asedio sistemático a población civil, el ataque a infraestructuras básicas de agua y medios de vida o el bloqueo de la ayuda humanitaria, tendencias al alza en conflictos cada vez menos protagonizados por Ejércitos regulares y más por grupos armados con menos recursos militares”, añade.

La Corte Penal Internacional, en su Estatuto de Roma de 2002 entiende como “crimen de guerra” el hacer padecer hambre de forma intencionada como método bélico, y “crimen de lesa humanidad” la privación del acceso a alimentos o medicinas con el fin de destruir parte de una población.

El hambre es un arma de guerra extremadamente barata”, sentencia Longué.

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