En el año 2011, el Gobierno del PSOE suprimió el Régimen Especial de Empleadas de Hogar para poder integrarlo en el Régimen General de la Seguridad Social y obtuviesen la misma protección que el resto de trabajadoras y trabajadores. Pero nada se avanzó en el reconocimiento a la prestación por desempleo ni tampoco se equiparó a este colectivo –formado en su inmensa mayoría por mujeres- para que pudieran cotizar por sus salarios reales y que se viese reflejada en un futuro en sus pensiones. El plazo para que esto cambiase se fijó en el 1 de enero de 2019.
Tras 8 años de espera -y con la resistencia de un Gobierno, en esta ocasión del PP, que no se ha dignado ni a firmar el Convenio 189 de la OIT sobre trabajo decente para las empleadas del hogar y su equiparación en derechos- el varapalo de incorporar esta enmienda a la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado supone que la plena integración de las empleadas del hogar no llegará hasta 2024. No parece justa esta espera de ¡13 años!
Las mujeres que soportan estas condiciones laborales discriminatorias -en comparación con el resto de trabajadoras y trabajadores- no necesitan declaraciones de “supuesta igualdad”, ni “lazos violetas” en las solapas de nuestros gobernantes, lo que necesitan son derechos en igualdad y equidad.
Además de no poder recurrir a la prestación por desempleo tampoco podrán acceder a medidas de solidaridad en el cálculo de pensiones previstas para todas personas trabajadoras por cuenta ajena.
El abandono institucional de las trabajadoras domésticas es intolerable y tan solo se concibe desde una mirada que desvaloriza su trabajo y función social y, por supuesto, con un pensamiento machista incapaz de reconocer igualdad de derechos en este sector profundamente feminizado.
Tal y como señala Elena Blasco Martín, secretaria confederal de Mujeres e Igualdad de CCOO, esta injusta situación supone incrementar: “La desigualdad laboral, la discriminación en derechos y una fuerte precarización en la actualidad que repercute de manera directa en un futuro de pobreza para las trabajadoras domésticas. El 8 de Marzo no es solo una fecha simbólica. Para nosotras, todos los días son imprescindibles para reivindicar derechos para las mujeres”.