La ciudad italiana de Bolonia tiene una ingente vida gastronómica y turística, con más de 400 restaurantes, bares y cafeterías en la zona céntrica, lo cual equivale a uno por cada 37 habitantes.
Sin embargo, esta sobresaturación de negocios no se ve reflejada en unos trabajadores bien pagados, acorde con los ingresos generales de la zona. Un informe oficial de 2017 calculó que la economía ilegal alcanzaba al 72,6% de los empleos de la ciudad, un récord incluso para Italia, donde el empleo no registrado es algo común, por lo que la precariedad laboral es norma común en Bolonia.
El movimiento Il Padrone di Merda, formado por activistas este enero en Bolonia, actuó contra 16 comercios, principalmente restaurantes y bares, avergonzando a sus patrones y llamando la atención al pegar pegatinas en las ventanas y puertas del comercio con el lema: «Esta tienda tiene un patrón de mierda». El grupo comenzó después de que jóvenes residentes, sobre todo estudiantes, comenzara a compartir sus experiencias laborales.
Los estudiantes universitarios, residentes en la ciudad por su famosa y reputada universidad, son especialmente vulnerables frente al empleo ilegal y sin derechos porque necesitan dinero para sus estudios y lo ven como algo transitorio. Los empleadores se aprovechan de la situación y esto es lo que quieren cambiar desde Il Padrone di Merda.
Il Padrone di Merda reciben las quejas a través de la página de Facebook, pero los activistas rastrean acusaciones contra malos empleadores en la prensa local y en las redes sociales. Antes de organizar una protesta, primero corroboran las acusaciones, en parte porque temen que algunos propietarios utilicen cuentas falsas para descubrir sus identidades.
El grupo genera odio en la ciudad, por supuesto, entre los empleadores. Este verano, una cafetería acusada por Il Padrone di Merda de no pagar a sus empleados pidió a las autoridades de la ciudad que bloqueen la página de Facebook del grupo, argumentando que las acusaciones son falsas.
Il Padrone di Merda también dispone de un grupo cerrado de Facebook para que sus miembros puedan coordinar acciones con activistas de otras ciudades, como Turín, Pisa y Roma, con la esperanza de expandir las protestas. Cuando las autoridades no toman medidas ante los explotadores, tienen que tomarlas los ciudadanos.