El feminismo ha sido desde su inicio un movimiento social cuyo objetivo ha sido la liberación de las mujeres y la conquista de sus derechos a través de la eliminación de las jerarquías y desigualdades entre hombres y mujeres.
Un movimiento que tiene como objetivo la completa igualdad entre todas las personas, es un movimiento colectivo, por el bien común y por tanto jamás podrá ser un movimiento que fomente las libertades individuales por encima de los derechos colectivos.
Sin embargo, parece estar calando en la sociedad el discurso liberal de un mal llamado feminismo, que afirma que el empoderamiento de la mujer en la sociedad pasa por la plena libertad de decidir si queremos ser putas o alquilar nuestros vientres. Para ello, proponen legalizar la prostitución como un trabajo cualquiera y los vientres de alquiler como un derecho a la paternidad que algunas mujeres muy altruistas estarían dispuestas a satisfacer a riesgo de su salud psíquica y física.
El discurso parece estar convenciendo a una parte de la sociedad, que en nombre de la libertad se olvida de los derechos humanos. Y está dispuesta a aceptar alegremente que las mujeres seamos bienes de consumo. Y no solo las mujeres, sino también los bebés que gestamos.
En un país en el que las mujeres tenemos una tasa de desempleo del 18.21%, tasa que asciende al 34.22% en mujeres menores de veinticinco años, en el que las que trabajamos lo hacemos con contratos temporales y jornadas parciales y en el que el mayor riesgo de pobreza lo padecen las familias compuestas por una mujer adulta y sus hijos, nos quieren hacer creer que vender nuestro cuerpo es una cuestión de libertad.
¿Dónde queda nuestra libertad cuando pretendemos dar el derecho a otras personas a decidir sobre nuestro cuerpo? ¿Cuándo vamos a tener sexo, de qué forma, cuándo vamos a gestar hijos, y en qué condiciones vamos a hacerlo?
¿Dónde está la libertad de decidir cuando las condiciones económicas a las que estamos sometidas no nos dejan otra salida para sobrevivir y para alimentar a nuestras hijas e hijos?
No hay libertad en la esclavitud, en la precariedad, en la pobreza. Por eso el feminismo es la lucha que integra todas las luchas. Solo en una sociedad justa e igualitaria tendremos la libertad real de decidir sobre nuestras vidas.
Solo una mujer sabe lo que se siente al llevar un bebé en su vientre, al sentir sus pataditas, al verlo crecer, al escuchar su corazón por primera vez. Sabes que es algo que forma parte de ti. Por eso solo una mujer sabe lo se siente cuando al parir ese bebé es arrebatado de sus brazos y entregado a otras personas. Al ser considerada una simple herramienta, una técnica de reproducción sin tener en cuenta todas las emociones que está sintiendo. Y por eso, ninguna mujer se ofrece voluntariamente a alquilar su vientre. Solo lo hacen aquellas que por necesidad, no han encontrado otra salida. ¿Vemos a mujeres ricas gestar altruistamente bebés para otras personas? ¡No las hay!. Las mujeres pobres son las únicas que lo hacen.
Lo mismo ocurre con nuestra sexualidad. Solo nosotras sabemos lo que sentimos cuando acarician nuestro cuerpo. Lo traumático que resulta cuando no es deseado, cuando es forzado. ¿De verdad el trauma será menor si tengo un contrato laboral y prestación económica por someter mi sexualidad a los deseos de otro?
¿Por qué le llamamos libertad cuando en realidad es necesidad?
Solo las mujeres sabemos lo que sentimos. Sin embargo, son asociaciones y organizaciones políticas formadas en su mayoría por hombres las que se atreven a debatir sobre nuestros derechos. Las que van a decidir si legitimar o no las violencias machistas más agresivas que sufrimos las mujeres.
Incluso partidos políticos que se consideran de izquierdas están debatiendo estas cuestiones. Y no se les hubiese ocurrido jamás debatir sobre los derechos humanos de otros colectivos, pero los derechos humanos de las mujeres si se debaten. Y nos encontramos con asambleas en las que se decidirá si explotar el cuerpo de las mujeres es legítimo o no. Incluso en algunas ya se ha decidido que lo es. Y seguimos mirando para otro lado. Y seguimos apoyando a estas organizaciones porque el poder del patriarcado es tan fuerte, que los derechos de las mujeres no son importantes ni para las propias mujeres.
El feminismo es y debe ser un movimiento colectivo, que luche por los derechos de todas. Las ideas liberales son todo lo contrario a lo que representa el feminismo. El feminismo busca la verdadera igualdad, y eso implica la igualdad social y económica. ¡Las mujeres jamás serán libres en una sociedad desigual!
Quizás nos daremos cuenta de lo que estamos permitiendo cuando veamos a nuestras hijas firmando un contrato laboral en el que se compromete a realizar veinte felaciones al día. En ese momento nos echaremos las manos a la cabeza por haber permitido que los dogmas del capitalismo más salvaje se hayan legalizado en nombre de la libertad.