Por Javier Cortines
Los franceses Jean-Claude y Colette Rabaté, considerados un referente de la izquierda moderada respecto a sus investigaciones sobre la vida y obra de Unamuno, se están forrando con su último libro acerca del pensador vasco, convertido en uno de los intelectuales españoles más populares del siglo XXI gracias al reciente estreno de la película de Amenábar “Mientras dure la guerra”.
“Estoy muy contento porque nos vamos a poder comprar un piso o dos en Salamanca (Con los royalties, la cuantía de los derechos de autor) de la obra “Miguel de Unamuno (1864-1936): convencer hasta la muerte”, dijo Jean-Claude al diario digital Salamanca24horas.com, tras la presentación de su trabajo el martes, 8 de octubre, en la Casa-Museo Unamuno de la ciudad del río Tormes.
Tanto Jean como su esposa Colette, que se limitaron a actualizar y reducir un mamotreto escrito en 2009 -añadiendo el resultado de otros estudios, tanto suyos como de sus colegas- señalaron que “han releído los 700 artículos que Unamuno escribió entre 1930 y el 18 de julio de 1936” con el fin de contextualizar las contradicciones de Unamuno en los albores de la Guerra Civil.
“Unamuno era profundamente liberal e individualista y no era seguidor de ese sujeto colectivo que es o son las masas (…) Para Unamuno, todo individuo debía tener la libertad de opinar por sí mismo y ser crítico”, subrayó el matrimonio Rabaté en una sala repleta de público.
Jean Claude añadió que Unamuno, tras enfrentarse con Millán Astray (venceréis pero no persuadiréis) vivió secuestrado en su propia casa hasta su muerte (de un infarto el 31 de diciembre de 1936). Incluso -apostilló- “en su funeral los falangistas llevaron (arrebataron) su féretro”.
Las ventas del libro del matrimonio Rabaté han superado (el menos en el país vasco, lugar de nacimiento de Unamuno), a Arturo Pérez Reverte, agregó el eufórico experto, quien afirmó que él y su esposa “estaban muy contentos por el éxito de sus investigaciones”.
En contra de lo que pronosticaban los detractores de Amenábar, también la película “Mientras dure la guerra” está batiendo récords de taquilla. Ya han visto el largometraje más de un millón de españoles, lo que es todo un acontecimiento en nuestro país, y la recaudación ronda ya los tres millones de euros. Y la cosa sigue imparable.
Sin cuestionar la calidad de la cinta, que a mi juicio es bastante buena, se ha demostrado que el marketing funciona a la perfección y que los mercaderes, independientemente de su ideología, si es que la tienen, no desaprovechan ninguna ocasión para disparar sus ventas y convertir “todo lo que huela a sangre y tragedia” en billetes y monedas porque, al decir del dicho, lo primero es Don Dinero.
Mientras tanto, “los hunos y los hotros”- como decía Unamuno- siguen enfrentados en “frentes imaginarios” (y otros parques virtuales) y la derecha ataca con ferocidad a los molinos confundiéndolos con gigantes.
Desafortunado titular. Nadie se va a forrar con un libro sobre Unamuno. La ironía del autor se entendió por todos los presentes, salvo por el autor del titular de la información. Desafortunada información o más bien tendenciosa.
Me he limitado (quizás extralimitado) a recoger una voz de la izquierda salmantina que está verdaderamente indignada con lo que denomina “la industria Unamuno”, mientras por otra parte no se ha dado (durante décadas) la importancia que tiene y tuvo el pensador vasco en nuestro país. El propio Amenábar, licenciado en Historia, confesó que no conocía el episodio del enfrentamiento entre Unamuno y Millán Astray. También dijo -y esto quiero subrayarlo- que “tampoco le enseñaron en el escuela” lo que pasó en el Paraninfo de la Universidad, lo que me podría parecer lógico en el época de Franco, pero no en las décadas en que hemos disfrutado de “nuestra democracia” a la española. ¡Por supuesto que me alegro de que lean a Unamuno! pero también hay que ver “la otra cara de la Luna”. De todas formas, aprecio tu comentario porque tu puntualización me parece adecuada y muy digna de ser tenida en cuenta. Slds. J.C.
¡Cuánta ignorancia!. No captar una ironía tan gruesa como la del autor. Es no tener la más mínima idea de lo que cuesta a los autores publicar determinados libros.
No sé en qué consistirá la “industria Unamuno”. No sé si alguien se está enriqueciendo con Unamuno. Si hay alguien que lo sabe,que no se indignen tanto y lo digan. Así nos enteraremos. todos. Pero lo que se puede descartar de entrada es que alguien se enriquezca publicando libros académicos sobre la vida y la obra de un personaje. Quien afirma tal cosa ignora algo elemental.
El artículo se fija, además, en personas que, sí que “han dado (durante décadas) la importancia que tiene y tuvo el pensador vasco en nuestro país”. Los Rabaté no son unos oportunistas que buscan fama al calor de una ola favorable. Por el contrario, han dedicado toda su vida al estudio de Unamuno y reciben ahora la atención que merecen.
Este periódico se haría un gran favor si rectificara este titular y este texto. .Que no solo son disparatados, porque nadie se enriquece con libros de este tipo. Sino que además resultan humillantes para unas personas dignas de todo el respeto.