El Papa Francisco ha dado paso a un documento doctrinal que autoriza la bendición de parejas del mismo sexo en un contexto religioso, siempre y cuando esta ceremonia no simule el ritual de un matrimonio, según ha anunciado el portal oficial del Vaticano, Vatican News.
Esta declaración, denominada Fiducia Supplicans y aprobada por el Papa, posibilita la bendición de parejas formadas por personas del mismo sexo, incluso si su relación no se ajusta a las normativas eclesiásticas.
El pronunciamiento papal advierte que esta acción no debe contener elementos que se asemejen, de alguna manera, a una ceremonia matrimonial. El documento se sumerge en el tema de las bendiciones, distinguiendo entre las rituales y litúrgicas, y aquellas espontáneas que reflejan gestos de devoción popular. Es precisamente en esta última categoría donde ahora se contempla la posibilidad de brindar bendiciones a quienes, aunque no sigan las normas morales cristianas, solicitan ser bendecidos.

Fiducia Supplicans se inicia con una introducción del cardenal Víctor Fernández, prefecto del Dicasterio, quien explica que esta declaración profundiza en el “significado pastoral de las bendiciones”, permitiendo una ampliación y enriquecimiento de su comprensión tradicional a través de una reflexión teológica basada en la visión pastoral del Papa Francisco.
Se establece que este desarrollo supone una ampliación respecto a lo expresado anteriormente sobre las bendiciones, incluyendo la posibilidad de bendecir a parejas en situaciones no convencionales y a parejas del mismo sexo, sin otorgar validez oficial a su estatus ni modificar la enseñanza perpetua de la Iglesia sobre el matrimonio.
El documento recalca la inadmisibilidad de cualquier ritual o oración que pueda confundir lo que constituye un matrimonio y lo que lo contradice, afirmando que solo se consideran relaciones sexuales lícitas aquellas que tienen lugar dentro del matrimonio entre un hombre y una mujer, de acuerdo con la doctrina católica.
Un apartado adicional examina el significado de las diversas bendiciones, detallando que estas deben ser conformes a la voluntad de Dios expresada en las enseñanzas de la Iglesia, en un sentido estrictamente litúrgico.
Se subraya que quien solicita una bendición manifiesta una necesidad de la presencia salvadora de Dios en su vida y que esta petición debe ser acogida y valorada, fuera de un marco litúrgico, cuando se presenta en un ámbito de espontaneidad y libertad.
La declaración también aborda las solicitudes de bendiciones, indicando que estas se ofrecen a aquellos que, reconociéndose desamparados y necesitados de ayuda, no buscan legitimar su estatus, sino que piden que lo verdadero, lo bueno y lo válido en sus vidas y relaciones sea santificado por la presencia del Espíritu Santo.
Se establece que, para evitar cualquier forma de confusión y escándalo, las bendiciones para parejas del mismo sexo no se llevarán a cabo simultáneamente con ritos civiles de unión ni tendrán conexión con ellos, ni siquiera a través de vestimentas, gestos o palabras asociadas a un matrimonio. Se plantea que este tipo de bendición podría encontrar su lugar en otros contextos, como visitas a santuarios, encuentros con sacerdotes, la oración recitada en grupo o durante peregrinaciones.