El programa del Partido Laborista británico de cara a las elecciones europeas del próximo 23 de mayo apostará por un “brexit” negociado, aunque mantendrá la puerta abierta a un nuevo referéndum en caso de que el resto de opciones falle, según decidió hoy la dirección de la formación.

El Comité Ejecutivo Nacional (NEC, en sus siglas en inglés) del primer partido de la oposición en el Reino Unido se reunió durante cerca de cinco horas para consensuar un programa cuyos detalles se darán a conocer en los próximos días.

La facción proeuropea de los laboristas había presionado en las últimas semanas para que el partido defendiera la convocatoria de un nuevo plebiscito sobre el “brexit” en cualquier circunstancia, pero la dirección optó por respaldar una consulta solo en determinados escenarios.

El partido que lidera Jeremy Corbyn tiene intención de continuar negociando con el Gobierno de la primera ministra del Reino Unido, la conservadora Theresa May, cambios en el acuerdo del “brexit” que le permitan otorgarle su respaldo en el Parlamento, señaló una fuente de la formación a medios británicos.

Si ese diálogo se rompe, reclamarán unas elecciones generales anticipadas, lo que puede materializarse en una nueva moción de censura contra May, que ya ganó una votación como esa en enero.

Solo si esa hoja de ruta se ve frustrada, el partido valorará “la opción de un voto público”, indicó la fuente.

Un portavoz oficial de la formación se limitó a subrayar que el programa electoral laborista para los comicios al Parlamento Europeo se publicará “pronto” y que el partido es el único que “representa tanto a las personas que votaron por salir (de la Unión Europea) como a las que votaron por permanecer”.

La UE ha otorgado a Londres una prórroga hasta el 31 de octubre para aprobar el acuerdo de salida del bloque comunitario, por lo que el Reino Unido se verá obligado a participar el próximo mes en los comicios europeos si no ha ratificado antes el pacto.

La postura de los laboristas respecto al “brexit” ha resultado polémica desde la campaña previa al referéndum de 2016, en la que Corbyn, veterano euroescéptico, fue acusado de defender la permanencia en la UE con poco entusiasmo, a pesar de que esa era la postura oficial de la formación.

Un día después de la victoria del “brexit” en las urnas, Corbyn apostó por “respetar” el resultado del plebiscito y pidió que se activara de forma inmediata el artículo 50 del Tratado de Lisboa, la acción para iniciar el proceso de ruptura, un paso que el Gobierno conservador dio nueve meses después, en marzo de 2017.

Cerca del 35 % de los votantes laboristas defendió abandonar la UE en aquella consulta, según la firma demoscópica YouGov.

La división entre las bases del partido llevó a la dirección a abordar el “brexit” desde una posición que muchos analistas políticos han calificado de ambigua.

El programa electoral de Corbyn en 2017 recalcaba la necesidad de cumplir con el resultado del referéndum, pero a medida que las negociaciones del Gobierno con Bruselas se fueron complicando aumentó la presión del ala proeuropea para defender un nuevo plebiscito.

En el congreso laborista de 2018, la dirección aceptó una moción en la que se comprometía a dejar abiertas “todas las opciones” sobre la mesa, incluido un “voto público” sobre el “brexit”, aunque como último recurso si el resto de planes fallaba, una postura similar a la acordada hoy.

En las últimas semanas, la formación se ha mostrado partidaria de un referéndum en caso de que el Reino Unido se vea abocado a un “brexit ‘tory'”, es decir, a una salida de la UE con un acuerdo que no haya recibido el visto bueno de los laboristas.

La facción proeuropea del partido ha presionado, sin embargo, para volver a convocar un plebiscito en cualquier caso, incluso para que los ciudadanos respalden un eventual pacto entre el Gobierno y la oposición.

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