Por Héctor Alonso
La pandemia ha provocado un aumento de la violencia y una disminución del acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva
El progreso en la lucha por la igualdad de género podría estar en peligro, advirtió Natalia Kanem, directora ejecutiva de UNFPA (Fondo de Población de las Naciones Unidas), durante la conmemoración del 25 Aniversario de la histórica Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, más conocida como la Conferencia de Beijing, que reunió hace un cuarto de siglo a más de 30.000 activistas y defensoras de los derechos para adoptar una agenda en defensa de la igualdad de género.
Veinticinco años después líderes mundiales y de los derechos humanos se han vuelto a reunir en Nueva York para hacer balance: los avances a lo largo de estos años han sido significativos, aunque insuficientes. Según Kanem, ningún país ha cumplido plenamente los compromisos adoptados, por lo que la igualdad de las mujeres «sigue siendo difícil de alcanzar. Debe hacerse mucho más. Los derechos de una mujer o una niña no son negociables”.
La Plataforma de Acción de Beijing abrió nuevos frentes, como las vulnerabilidades que afectan a las niñas, y se pidió que las cuestiones de género se integraran en todas las políticas y programas. Se pidió entonces la ratificación de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), comúnmente denominada «Declaración de derechos de la mujer», e impulsó los esfuerzos para mejorar la representación de la mujer en el liderazgo político.
También fue una oportunidad para promover el nuevo acuerdo mundial de que la salud y los derechos reproductivos son la piedra angular del desarrollo humano, un consenso que se había alcanzado apenas un año antes.
En la conferencia de 1995, el entonces Director Ejecutivo del UNFPA, Nafis Sadik, destacó el vínculo claro entre los derechos reproductivos y el pleno empoderamiento de la mujer. «Los derechos reproductivos implican más que el derecho a reproducir. Implican el apoyo a las mujeres en actividades distintas de la reproducción; de hecho, liberan a las mujeres de un sistema de valores que insiste en que la reproducción es su única función».
No es suficiente
En los 25 años transcurridos desde entonces se han constatado algunas mejoras espectaculares en la salud y el bienestar de las mujeres y las niñas: la mortalidad materna mundial se redujo aproximadamente en un 40% entre 1990 y 2015; el acceso a la planificación familiar voluntaria ha aumentado significativamente y la variedad de opciones de planificación familiar disponibles nunca ha sido tan grande.
Sin embargo, estos logros no alcanzan los objetivos establecidos hace 25 años.
La pandemia amenaza el progreso
«Los datos del UNFPA muestran que solo el 55 por ciento de las mujeres en todo el mundo pueden tomar sus propias decisiones sobre la salud sexual y reproductiva y sobre la anticoncepción», recordó Kanem en su discurso. «Una de cada tres mujeres sufre violencia a lo largo de su vida. Y cada día mueren 800 mujeres en todo el mundo durante el embarazo y parto por causas prevenibles». Además, algunos de los avances están amenazados, por culpa de la extensión de la pandemia por COVID-19.
«La COVID-19 es una amenaza a los avances. La violencia de género se está disparando durante la pandemia. El matrimonio infantil, la mutilación genital femenina y el embarazo en la adolescencia van en aumento». A lo largo de estos meses diversas instituciones han constatado un aumento significativo de los abusos y la violencia contra las mujeres confinadas: al menos 31 millones adicionales de casos de violencia de género, que se suman a los habituales.
El confinamiento ha supuesto también una interrupción del acceso de las mujeres a la atención de la salud reproductiva necesaria y vital. Una encuesta realizada por la Organización Mundial de la Salud encontró que la planificación familiar y la anticoncepción se encuentran entre los servicios de salud más frecuentemente interrumpidos en siete de cada diez países.
El UNFPA estima que seis meses de trastornos graves relacionados con la pandemia en 114 países de ingresos bajos y medianos podrían provocar que 47 millones de mujeres no puedan usar anticonceptivos, lo que provocaría siete millones de embarazos no planificados.
Las mujeres y los trabajadores de la salud también están viendo obstáculos relacionados con la pandemia para recibir atención prenatal y servicios de parto seguro.
Aprovechando este aniversario 82 estados miembros de la ONU han emitido una declaración conjunta en la que piden «a todos los gobiernos del mundo que inviertan urgentemente en el mantenimiento de los servicios de salud sexual y reproductiva durante la pandemia».
Además, se comprometieron a «trabajar incansablemente para cerrar la brecha y lograr la igualdad de género en todas las dimensiones de la vida, para empoderar plenamente a las mujeres y las niñas y, de hecho, empoderar a la humanidad».
Fuente: Actualidad Humanitaria