Durante décadas se han buscado los millones de libros robados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial y, aunque esta búsqueda ha sido ignorada en gran medida, recientemente se ha intensificado promovida por investigadores de Estados Unidos y Europa, que han desarrollado un plan a fin de seguir la pista de los libros robados, muchos de los cuales aún se encuentran en las bibliotecas por toda Europa.

Sebastian Finsterwalder, trabajador de la de la Biblioteca Central y Regional de Berlín, es el único bibliotecario que se dedica exclusivamente a la investigación del origen de los libros y realiza una minuciosa labor de investigación con cada uno de los ejemplares que trata de restituir, siguiendo las pistas que dejan, por ejemplo, las anotaciones en los márgenes, pero es demasiado trabajo para una sola persona, ya que en muchos libros las placas de identificación, los sellos o los nombres han sido arrancados o los nombres son ilegibles.

Solo en la ZLB cuentan con 1,1 millones de ejemplares que, por estar publicados antes de 1945 y por su dudosa procedencia, han de someterse a un detallado análisis. En Alemania, Finsterwalder estima que hay unos 3,5 millones de libros que están en esta situación.

La tarea de identificar a quien pertenecieron los libros no es fácil ya que en el 99% de los casos son de asesinados, personas que se marcharon dejando sus pertenencias o deportados de Berlín.

Hay libros de todo tipo: de origen religioso, libros sustraídos de las bibliotecas de las organizaciones de trabajadores, sindicatos y partidos políticos de izquierdas, libros procedentes de otros países, novelas, guías de viajes o libros sobre cualquier temática.

Comenzaron esta labor en 2010 con muy pocos medios y sin tener soporte informático. Finsterwalder comenta que tenían que registrar los datos de los libros en ordenadores sin tener conocimientos de bases de datos. En 2012 terminaron una base de datos y en 2014 empezaron a trabajar con otras bibliotecas, que hacen lo mismo en ciudades como Kiel, Hamburgo o Karlsruhe. Esas bases de datos se pueden consultar online y en ellas se pueden encontrar referenciados algunos de esos 1,1 millones de libros de víctimas del nacionalsocialismo.

Según los datos actualizados a finales de 2018 y según las cuentas de la biblioteca se han realizado 146 restituciones en las que se han devuelto cerca de 900 libros.

Finsterwalder recordó cuando en 2009 le devolvió un libro a un hombre que había sobrevivido al campo de concentración Bergen-Belsen cuando era adolescente y emigró a California. Su maestra le había dado ese libro de actividades infantiles como regalo de Janucá o el último volumen que ha sido puesto en manos de los herederos de Max Anschel, un berlinés fallecido a finales del siglo XIX, un libro de rezo judío, escrito en hebreo y alemán, que ha de tener más de un siglo de historia.

Aunque reconoce que es mucho trabajo, sabe que lo que hacen tiene mucho valor, lo importante no es el libro en sí sino la información que transmite ya que a veces son lo único que ha sobrevivido al Holocausto en una familia.

Desde 2008, la Fundación Alemana para el Arte Perdido, financiada por el gobierno federal, ha proporcionado 5,6 millones de dólares para investigar la procedencia de libros “y artículos relacionados” en las bibliotecas alemanas. La fundación publica en su base de datos las descripciones de los libros con fotografías cuando no puede localizar a los propietarios o a sus herederos.

Fuente: New York Times, ElDiario.es y Sin Embargo

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