El tren que China tiene interés en construir entre la capital panameña y la frontera con Costa Rica, que podría expandirse en un futuro al resto de Centroamérica, es un proyecto que despierta suspicacia y elogios al mismo tiempo.

Mientras algunos analistas lo ven como una obra pretenciosa con la que el gigante asiático busca aumentar su influencia en Centroamérica, otros consideran que fomentará el desarrollo y el comercio con el interior panameño y ayudará a integrar una región ya de por sí muy poco conectada.

“El proyecto es económicamente factible por su rentabilidad social”, dijo el viernes el presidente panameño, Juan Carlos Varela, durante la presentación de un estudio sobre la viabilidad del ferrocarril elaborado por China.

El tren, que demandaría una inversión de 4.100 millones de dólares, conectaría en apenas dos horas y media la capital con la ciudad occidental de David, un trayecto de 391 kilómetros que demora por carretera como mínimo ocho horas.

El ferrocarril es por el momento un proyecto en papel, pero Varela ya ha dicho que se encuentra negociando con China mecanismos de crédito para que la nueva administración que salga de las próximas elecciones de mayo pueda llevarlo a cabo.

“China tiene más de 100.000 kilómetros de ferrocarril y 22.000 kilómetros de alta velocidad, así que es el país ideal para hacer el proyecto”, declaró.

Para el economista y autor del libro “La ruta de la seda y Panamá”, Eddie Tapiero, el ferrocarril ha jugado un papel “fundamental” en el desarrollo de Estados Unidos y Europa y podría hacer lo mismo en Centroamérica, donde los costes de transporte son “demasiado” altos.

“Hoy es más caro llevar un tomate de Costa Rica a Nicaragua que enviarlo de Panamá a Asia”, aseguró a Efe el especialista, quien sugirió extender también el ferrocarril hacia el sur del continente, “donde hay más negocio”.

La idea del tren hacia la provincia occidental de Chiriquí, considerada la despensa del país, no es nueva. El expresidente Belisario Porras ya lo planteó a principios del siglo pasado, cuando el canal interoceánico estaba en plena construcción.

Por aquel entonces, el país ya contaba con un ferrocarril que se levantó durante la fiebre del oro de California y que se sigue usando hoy en día para el transporte de contenedores entre el Caribe y el Pacífico, ya que es más barato que cruzar el canal.

Según Tapiero, el tren se enmarca dentro del nuevo plan chino conocido como “La Nueva Ruta de la Seda”, que ya cuenta con decenas de países aliados y que consiste en crear una red de infraestructuras por los cinco continentes que permita a China distribuir sus productos y conseguir las materias primas que requiere su industria.

El catedrático de Relaciones Internacionales de la Florida State University en Panamá, Carlos Guevara Mann, indicó que China busca convertirse en la potencia “dominante” en la región y que hay que estar “vigilantes” de la reacción de Estados Unidos, su tradicional valedor.

“Pudiese darse una confrontación si China insiste en sus planes hegemónicos y Estados Unidos en defender su zona de influencia”, alertó.

El estudio presentado el viernes fue encargado en 2017 por el presidente panameño durante su primera visita a China con motivo del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países. Panamá, República Dominicana y El Salvador decidieron romper nexos con Taiwán y abrirse a China.

El exembajador de Estados Unidos ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) Guillermo Cochez se mostró, por su parte, completamente escéptico con el proyecto, por ser costoso e innecesario para un país tan pequeño como éste, y dijo que el tren se quedará en un estudio de factibilidad, al igual que el canal interoceánico que China pretendía construir en Nicaragua.

“Es mera propaganda. China quiere demostrar a toda costa su músculo”, agregó Cochez a Efe.

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