El Valle del Guadiana portugués ha sido escenario de 24 nacimientos de linces ibéricos desde que, hace tres años, se introdujeron dos ejemplares criados en cautividad, Jacarandá y Katmandú, según el Instituto de Conservación de la Naturaleza y los Bosques de Portugal (ICNF).
Según el Instituto, ya existe una interrelación entre los linces ibéricos que viven de forma salvaje entre Doñana y Mértola, por lo que “se garantiza el flujo genético entre ambas poblaciones”. Según el ICNF, en el caso de Mértola uno de los éxitos del programa de reintroducción se basa en la buena salud del conejo de monte, principal sustento del lince ibérico.
En febrero de 2015, la hembra Jacarandá y el macho Katmandú fueron libertados allí para que se adaptaran a la vida salvaje. Los linces sólo se reintroducen para que vivan en estado salvaje en zonas con condiciones adecuadas, requisitos que, hasta la fecha, solamente cumplen algunos parajes de Andalucía, Extremadura, Murcia, Castilla La Mancha o la Sierra portuguesa de Mértola.
Dado el éxito de la iniciativa y a la escasa densidad de mortandad, hasta finales del pasado año se libertaron otros 25 animales en esta región portuguesa.
Todos ellos han posibilitado el nacimiento de 24 nuevos ejemplares y, según las estimaciones de los técnicos que vigilan estos animales, otras cinco hembras de lince que viven en Portugal podrán tener este año 20 nuevas crías.
Estos nacimientos son muy buenas noticias, ya que de los 125 ejemplares que había en 2002, se pasó a 200 en 2006. En 2010 se contabilizaron 300 linces en estado salvaje y desde 2015 el número de linces en estado salvaje en la península ibérica es superior a 400.