Por Ricard Jiménez
Tras la irrupción de la pandemia la economía mundial se vio sacudida ante la mirada impasible de las instituciones internacionales. Con aún la incertidumbre constante arreciando los cimientos del capitalismo la Unión Europea acordaba el pasado 21 de julio de 2020 el fondo masivo de recuperación de la Unión Europea de 750 mil millones € llamado ‘Next Generation’.
Los vaticinios y especulaciones al respecto no cesarán, quizá, hasta pasada algunas décadas, pero en este caso, como ya deberíamos haber aprendido, es preferible prevenir que curar. Por ello, para tratar sobre lo que rodea y lo que pueden significar estos fondos, hemos hablado con Alfonso Novales, Miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Catedrático en Universidad Complutense de Madrid, Doctor en Economía (U. de Minnesota, EE.UU.) y Doctor en Ciencias Matemáticas (U. del País Vasco, España).
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¿Son necesarios los fondos Next Generation?
Es difícil hablar de “necesidad” pero los efectos de la crisis producida por la pandemia en países como España habría sido demoledor, tanto teniendo en cuenta el impacto inmediato, como las posibilidades de recuperación. Al impacto inmediato, sobre empleo y actividad productiva, se podría haber hecho frente con un fortísimo incremento del endeudamiento. Sin los fondos europeos, los programas y políticas que vamos a ir conociendo en los próximos años, no habrían tenido lugar; el fuerte endeudamiento, que se habría hecho prácticamente insostenible con nuestros propios medios, y la ausencia de programas de crecimiento habrían hipotecando decisivamente por las posibilidades de crecimiento y progreso futuros
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¿Qué puntos ha exigido la Comisión Europea de cara a la formulación propositiva para la liberación de fondos asignados a cada país?
La UE estableció 6 pilares a los que debería ajustarse la ejecución de los fondos europeos: transformación digital, transición energética, crecimiento sostenible e inclusivo, cohesión social y territorial, salud y resiliencia, y políticas para la infancia y juventud. Son bastante laxos, excluyen algunos tipos de gasto, pero permiten acoger muchas políticas que fácilmente se pueden revestir de “transición energética”, “transformación digital”, o “cohesión social”, por ejemplo. Es sencillo, por tanto, incluir programas de gasto/inversión no motivados por la crisis de la pandemia
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¿Qué objetivos se pretenden a raíz de estos puntos genéricos? ¿No son las mismas políticas que se proponen desde la Unión Europea?
Tienen una motivación evidente de ayuda a países en muy serias dificultades de financiación. Se orientan hacia un cierto modelo de sociedad de futuro, pero en términos muy genéricos, dejando a los países, como parce lógico, la definición precisa de las líneas de gasto e inversión más convenientes para su progreso futuro.
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¿Cómo podrían suponer un cambio?
Potencialmente, es una oportunidad de definir la sociedad dentro de algunas décadas, y el tipo de país que queremos que habitan las generaciones futuras. Esto, en cada país, requiere unas transformaciones diferentes. En el caso español sería el momento idóneo para afrontar las importantes reformas que hemos dejados sistemáticamente pendientes durante décadas. Es importante entender que por mucho dinero que pueda gastarse, sin reformas, no tendrá un impacto a largo plazo, no transformará el país y la sociedad.
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Se suele tener una visión negativa de las concesiones de ayudas a empresas, puesto que existe en el argumento o sentimiento de que este dinero “llega siempre a las mismas manos”. ¿Qué tan cierto es esta afirmación? ¿A qué se debe esto? ¿Cómo podría revertirse?
No es un mero sentimiento, basta comprobar las cifras. En el caso de los fondos europeos, a pesar de los anuncios realizados, todo lo que se conoce apunta a que nuevamente se producirá este hecho. No se ha hecho ningún intento de facilitar que los fondos lleguen a las empresas pequeñas y medianas, que constituyen el 99,4% del tejido empresarial español. Solo uno de los 20 componentes del Plan de recuperación, transformación y resiliencia se dedica exclusivamente a las pymes. En todo caso, no se trata de repartir dinero entre grandes y pequeñas, sino de tener una estrategia global de país, y definir el papel que en su realización deben tener las empresas pequeñas, medianas y autónomos.
Esto pude estar debido a la incapacidad de los gobiernos españoles anteriores de ejecutar las ayudas europeas disponibles que, en buena medida, hemos dejado pasar. Queriendo evitar lo que seria en esta ocasión un sonrojo internacional, parce haberse decidido por canalizar mucho dinero hacia unas pocas empresas grandes, mas que canalizar cantidades menores a muchas empresas medianas y pequeñas
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¿Con qué criterios suelen darse estas ayudas? ¿Tiene alguna posibilidad el pequeño empresario y/o autónomo o suelen recabar en medianas y grandes empresas sin mediar justificación alguna?
Parte de la tradicional ineficacia de la economía española, que tiene su reflejo en una muy deficiente productividad es la tradicional ausencia de un modelo de país compartido por todos, acordando las fuerzas políticas compromisos de mantenimiento de las políticas, en su papel de representantes de todos los ciudadanos. Todo esto ha estado tradicionalmente ausente en la concesión de ayudas que se ejecutan como parches para resolver alguna dificultad especifica, sin visión global de los objetivos que se pretenden alcanzar a largo plazo.
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¿Existe alguna posibilidad de llevar a cabo un seguimiento continuado a estas empresas para rastrear el cumplimiento de los puntos interpuestos por la CE y qué esta inversión retribuya en la sociedad en general?
Seria obligado hacerlo. Pero solo se ha dispuesto un mecanismo de cumplimiento presupuestario de los programas y políticas, apelando la Tribunal de Cuentas y la Intervención General del Estado. No hay nada previsto para supervisar en tiempo real su eficacia y corregir posibles desviaciones o reorientar las mismas en función de desarrollos que puedan producirse. La tradicional ignorancia de la rendición de cuentas tiene su reflejo en una gobernanza muy deciente de los fondos Next generation en España.