Entrevista a José de Souza Martins: «Lula tiene el prestigio y el carisma para liderar un pacto de reformas económicas y sociales»

«Lula tiene el prestigio y el carisma para liderar un pacto de reformas económicas y sociales que impulse en Brasil las transformaciones que el país necesita»

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La victoria del ex presidente Lula en la segunda vuelta de las elecciones, con el 50,9% de los votos, indica la posibilidad de una «reorientación» política para afrontar los viejos y nuevos problemas del país. Para reflexionar sobre los retos del nuevo gobierno, el Instituto Humanitas Unisinos (IHU) entrevistó a varios investigadores, que analizan el proceso electoral en su conjunto y señalan algunos caminos para atender las demandas sociales, económicas y ambientales de la sociedad. (Ver entrevista colectiva íntegra aquí)

A continuación la evaluación José de Souza Martins, licenciado en Ciencias Sociales, Máster y Doctor en Sociología por la Universidad de São Paulo – USP. Ha sido profesor visitante en la Universidad de Florida y en la Universidad de Lisboa y miembro del Consejo de Administración del Fondo Voluntario de las Naciones Unidas contra las Formas Contemporáneas de Esclavitud de 1998 a 2007. Fue profesor Simón Bolívar en la Universidad de Cambridge (1993-1994) y actualmente es profesor titular jubilado de la USP. Entre sus obras se encuentran La exclusión social y la nueva desigualdad (São Paulo: Paulus, 1997), La sociabilidad del hombre sencillo: vida cotidiana e historia en la modernidad anómala (São Paulo: Contexto, 2000), Lynchamentos: la justicia popular en Brasil (São Paulo: Contexto, 2015), Del PT de las luchas sociales al PT del poder (São Paulo: Contexto, 2016) y Sociología de la ignorancia: ensayos sobre la incertidumbre del instante (Unesp, 2021).

IHE – ¿Cuál es su análisis del proceso electoral?

El proceso electoral de un posible segundo mandato de Jair Messias Bolsonaro comenzó incluso antes de su primera elección en 2018. Y se desarrolló a lo largo de su gobierno. No gobernó. Ha entregado lagobernanza a los ministros, omitiéndose de los problemas graves, como la pandemia.

Se habla mucho de que el «partido militar» es la fuerza oculta detrás del gobierno de Bolsonaro. Esta evidente omisión del presidente, la frecuencia con que la visibilidad pública del gobierno se redujo a actos de su exhibición en las manifestaciones, como las caravanas, parece confirmar que alguien gobernaba mientras el presidente se exhibía indebidamente, especialmente en las horas más graves de la situación nacional.

Sugiero prestar atención a los discursos del general Hamilton Mourão (actual vicepresidente y senador electo: ndt) de la fase de campaña electoral, los de 2017 y 2018.

Pretendía ser el candidato a la presidencia por la facción autoritaria, pero terminó aceptando que la creciente visibilidad de Bolsonaro lo convertía en el candidato inevitable del partido militar y de las facciones autoritarias que resurgieron en Brasil al calor de las ambiciones de poder que dejó la dictadura militar, ocultas en los intersticios de la democracia posdictatorial.

Habló, de uniforme, varias veces en logias masónicas de Brasilia y Río de Janeiro. Dio entrevistas y destacó que el objetivo de la candidatura de Bolsonaro era desmantelar el Estado y deconstruir las instituciones y las conquistas sociales.

Los miembros secretos u ocultos del gobierno han sido colegiado de la reelección antes de las elecciones y de la campaña electoral que dura desde el 1 de enero de 2019.

El proceso electoral de todos estos años se ha desarrollado como una sucesión de episodios de transgresión de la normalidad constitucional, las leyes, los valores y los derechos sociales. Toda la ejecución del programa que es el retrato opuesto de los logros de los gobiernos de FHC (Fernando Henrique Cardoso) y el  PT.

En los cuatro años de campaña electoral de Bolsonaro y los bolsonaristas, lo que se hizo fue la deconstrucción de las grandes conquistas del pueblo brasileño. Nada que proponer, todo que destruir, era el programa de predicación autoritaria. Atrayendo a grupos extrapolíticos, como las iglesias fundamentalistas, los militares nostálgicos de la dictadura, los extraños al proceso político, todos ellos expresiones y sujetos de las anomalías del Estado brasileño y del proceso político brasileño.

Este grupo dictatorial fue el protagonista de las diversas transgresiones del orden practicadas por el propio Presidente de la República y de los intentos de crear situaciones golpistas. En este sentido, Lula y los grupos políticos que formaron el frente democrático que ganó las elecciones el 30 de octubre no tuvieron ningún interlocutor para plantear un proyecto alternativo y disputar así la elección de todo el electorado.

La gran cantidad de quienes casi promovieron la permanencia del frente autoritario en el poder expresa precisamente la alienación que subyace al poder del bolsonarismo y las anomalías de su forma de hacer política. Es en este sentido que se puede decir que Bolsonaro se sostuvo como candidato como portavoz de la nada. El proyecto político de Bolsonaro es él mismo. Lo que privó a su oponente, Lula, de proponer su discurso propositivo a todo el electorado, uno que tuviera sentido para la mitad del electorado incapaz de escuchar y entender.

Las insuficiencias de la sociedad brasileña dan primacía a los poderosos, legítimos o no, en la definición de las situaciones sociales del escuchar y del decir. Por lo tanto, en el debate político, y esto ha quedado claro en esta campaña, los interlocutores y los debatientes no tienen discursos políticos equivalentes. En este sentido, aquí, quien tiene el poder, tiene el poder de definir el significado de lo que el otro dice y el otro, por muy legítima que sea su condición de autor del discurso, no está en condiciones de definir el significado de su propio discurso.

Es muy significativo que el discurso pronunciado por Lula, pocos minutos después del anuncio oficial de su elección, no fuera el núcleo de toda su campaña electoral. Y no lo fue porque este discurso, de estadista, es una expresión del vacío político del bolsonarismo, el de un gobierno que sólo ha sido una secuencia de transgresiones justificadas para que el gobierno llene ese vacío. Bolsonaro ha creado la lógica antipolítica de crear un vacío político para culpar al adversario de su existencia. Una gran parte del pueblo, admirador del vacío, es por tanto incapaz de superar su alienación para comprender las necesidades sociales que exigen la eficacia de la acción política para llenarlo.

– ¿Cuáles son los retos más urgentes a los que enfrentará el nuevo gobierno?

Lo más importante es recrear las bases de sentido del discurso político para entender la praxis de un gobierno de frente democrático liderado por Lula. Es decir, las bases de referencia de las medidas prioritarias y urgentes de un nuevo gobierno.

Este no será un gobierno petista ni lulista, sino el gobierno de la coalición democrática de resistencia contra lo que representa Bolsonaro y el bolsonarismo. No puede ser un gobierno ideológico. En teoría, un gobierno mayoritariamente de centro-izquierda. Un gobierno de oposición al gobierno y al proyecto anticapitalista del Bolsonarismo. Esto se debe a que el gobierno de Bolsonaro ha sido un gobierno que gobierna en nombre de los intereses económicos del capitalismo rentista, es decir, ambientalmente depredador y antisocial, un capitalismo subcapitalista, basado en la rentabilidad de las insuficiencias, imperfecciones y anomalías del beneficio anómico. El capitalismo de la llamada exclusión social, que es en realidad el de la inclusión social perversa, que no hace de la víctima un miembro de la sociedad, un receptor de lo que el capitalismo es capaz de crear.

El gobierno de Bolsonaro es la expresión de un modelo de economía sin desarrollo económico con desarrollo social. El nuevo gobierno tendrá que recrear las bases de un capitalismo clásico, de inspiración keynesiana, que cree empleo e ingresos. Tendrá que ganarse el apoyo del empresariado que se ha dejado seducir por las enormes ganancias a corto plazo, en contra del modelo civilizado del beneficio regulado por la función social del capital.

Tendrá que restaurar en los cuatro años de este mandato electoral lo que fue usurpado, retenido, desperdiciado y destruido en el gobierno que acaba de terminar.

La gran dificultad será reparar lo que se destruyó y realizar lo que no se logró. Atender las necesidades sociales despreciadas, comprender y viabilizar las necesidades radicales que han surgido de las transformaciones económicas y sociales de las últimas décadas y que no han sido atendidas: la necesidad de superar el hambre, la pobreza, las condiciones adversas de una humanidad residual que ha llegado a vivir sin condición humana, en el abandono de los habitantes de la calle, de los tugurios, de los basureros. Millones de personas, en este país, están esperando un gobierno que les devuelva lo que les fue arrebatado, la comida, la vivienda, la educación, el empleo, la esperanza y la propia fe.

Todo en Brasil, durante el régimen bolsonarista, se ha vuelto más urgente. No hay manera de escalonar y retrasar.

– ¿Cuáles son las vías para afrontar estos retos?

Lula tiene el prestigio y el carisma para liderar un pacto de reforma económica y social que promueva en Brasil las transformaciones que el país necesita. El camino es político. Aunque el bolsonarismo y el partidismo oportunista hayan, en estas elecciones, aumentado significativamente su presencia en el Congreso Nacional y un gobierno progresista, como el ahora elegido, tenga dificultades, el Poder Ejecutivo en Brasil tiene los medios para imponer condiciones de negociación política para obtener apoyo a las medidas de reforma necesarias, así como para convencer a los políticos de cambiar sus propios objetivos municipalistas por objetivos económicos y sociales.

Revista IHU

Traducción de Correspondencia de Prensa

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