Tras el golpe de Estado perpetrado en Bolivia mucho se ha reflexionado sobre las tensiones, caminos, vericuetos y entresijos del recorrido a lo largo del proceso que ha llevado el MAS-IPSP. La articulación y vinculación tanto de la formación organizativa, como la de los pretextos y contextos del país complican el análisis material de la realidad. A veces, con un prisma occidental, todo es blanco o negro, pero en un país con millones de personas en la pobreza, millones de personas que han requerido una reconfiguración estatal para ser reconocidas, incluso, como personas mismas de derecho, con un sistema educativo y sanitario prácticamente inexistente para las clases desposeídas, con un alto porcentaje de trabajo informal, la perspectiva a veces puede difuminarse. Para tratar sobre el proceso de cambio que irrumpió en el país, pero que terminó diluyéndose de a poco y que se zanjó por las bravas y sobre como va a discurrir todo esto próximamente, hemos hablado con Canela Crespo, una de las candidatas más jóvenes que el MAS-IPSP presentó en sus listas y militante de Columna Sur.
Es muy interesante, dentro de lo trágico, lo que nos ha pasado en el último año, antes incluso de las elecciones, porque todas nuestras candidatas y nuestros candidatos, diputados y diputadas, senadores y senadoras e incluso nuestro binomio, han sido elegidos y elegidas por y desde los espacios más democráticos que tenemos. Nuestro país, Bolivia, es un país muy politizado y con una muy alta intención de organización social. De hecho, el MAS responde a esto, puesto que no tiene una estructura de partido clásico, sino que más bien es un instrumento que las organizaciones sociales utilizan para disputar poder formal. En ese sentido han sido las organizaciones sociales las que han mandado sus representaciones a las listas de candidatos y candidatos y etcéteras.
Ahora, después del 18 de octubre, después de la victoria popular en las urnas en el que el proyecto popular recupera el Gobierno, las instituciones y el equipo de Gobierno se forma de la misma manera y eso es algo muy sano. Eso es algo muy bueno y es lo que sucedía pues, en 2005 o 2006 cuando se conformaba el equipo del primer Gobierno de Evo Morales. Luego se dejó un poco de lado en algún momento por la burocratización de nuestras organizaciones sociales, por la burocratización de nuestra militancia. Pero después del golpe de Estado de noviembre de 2019 nosotros dejamos de concentrarnos en el laburo que se hacía en la gestión y la administración del Estado, porque ya no lo teníamos simplemente, y hemos vuelto a estas formas democráticas más primarias.
Esto ha significado la victoria del 18 de octubre, con más de 55% de los votos los votos en las urnas, pero también significa la consolidación del nuevo equipo de Gobierno donde tenemos una variedad de ministras y ministros, que además también representan la renovación dentro de nuestro instrumento político por la soberanía de los pueblos. Al MAS, en realidad, siempre le decimos solamente que es el movimiento al socialismo, que se refiere digamos a la estructura del partido, pero la segunda parte de las siglas, que a veces olvidamos, IPSP, instrumento político por la soberanía de los pueblos.
Decía entonces que el equipo, el gabinete de ministros y ministras del presidente, de Lucho Arce, creo que tiene algunos elementos muy interesantes. El primero, como decía, la renovación. Vemos muchas caras jóvenes, pero con formación política, vemos también representación de organizaciones sociales, organizaciones políticas, incluso organizaciones juveniles, como es el caso del ministro de Gobierno Eduardo del Castillo, que es parte de Columna Sur, militante de Columna Sur. Así pues, tenemos una variedad de gente que representa la pluralidad, la diversidad del instrumento político por la soberanía de los pueblos y que representa también en la renovación con autocrítica, con saber, como siempre decimos. Nosotros, antes de las elecciones, dijimos “queremos volver, sí, pero volver mejores”. En este proceso ha habido que reconocer nuestros errores, ha habido que reconocer el desgaste que hubo internamente, la burocratización y que eso no tiene que volver a pasar.
Creo que el gabinete de ministros y ministras responde a esto y voy a dar un par de ejemplos, Adrián Quelca, Ministro de Educación , fue militante del Partido Comunista y gran dirigente del magisterio de la Confederación de Maestros de Bolivia; decía Eduardo del Castillo Militante de Columna Sur, una organización política marxista leninista y feminista; Verónica Nadia, exdirigente a la Central Obrera Boliviana, ahora Ministra de Trabajo… Tenemos una variedad de ministros, que no todos vienen de organización social, ni todos vienen de organización política, pero creo que hacen un equipo muy interesante de juventud, de renovación, de autocrítica y de asumir una nueva gestión eficiente, eficaz, sin duda, pero también que vaya a asumir el salir adelante en un contexto de crisis, que vaya a asumir el hacer justicia por los compañeros y las compañeras perseguidos, encarcelados y asesinados injustamente durante este último año.
Creo que es muy importante, como decía, el proceso y ejercicio de autocrítica, que además nos hemos visto obligados a hacer en el último año, desde el golpe de Estado de noviembre de 2019. Ahí, cuando salimos de la gestión del Estado, cuando perdemos el Gobierno debido a este golpe de Estado violento, por el amotinamiento policial, por la presión militar y también por la articulación fascista paramilitar en las calles, nosotros volvemos a nuestros espacios primarios. Volvemos a los sindicatos, a las asambleas indígenas, campesinas, volvemos a los espacios colectivos de las organizaciones urbano-populares, volvemos a estos espacios y con el ánimo de rearticular, de reorganizarnos, pero también con el ánimo de hacer autocrítica.
Desde la renovación dentro de la estructura del MAS y dentro de la estructura del instrumento político esta autocrítica ha identificado varios elementos. El primero, el que decía antes, fue está burocratización que hubo en algún momento. Dejamos de pensar en las calles, dejamos la movilización como un estado permanente de articulación social y nos concentramos en la gestión y la administración del Estado.
Es importante destacar que esto no significa que no haya sido o que no haya dado sus frutos. El Gobierno del MAS de Evo Morales ha significado la constitución de una red dignificación de millones de bolivianos. No solamente hablamos de un gobierno que ha sacado a más de 3 millones de bolivianos de la pobreza, sino también que ha reducido brechas de desigualdad, que ha reconocido la lucha de las mujeres, por sus derechos y que ha incluso legislado al respecto. O sea, no se lo niegan los logros, se los defiende, pero también hubo graves errores.
Entre otros de los elementos que se han identificado como parte de este proceso de autocrítica son las concesiones que se le dieron algunos sectores, que además tienen mucho poder económico en nuestro país. No hay que olvidarse de que grandes beneficiarios, de varias de las políticas públicas que generamos dentro del Gobierno de Evo Morales, desde el Gobierno de Morales o desde el Gobierno del Movimiento Al Socialismo, fueron grandes empresarios, fueron del sector agroindustrial. Finalmente, ellos también han sido los que han financiado el golpe de Estado de 2019 y le han dado la espalda al pueblo boliviano. Esto no nos puede volver a suceder.
Creo que cuando entibiamos el discurso, cuando estamos diciendo que vamos a reconciliarnos es cierto, es momento de sanar heridas, es momento de cerrar heridas, de sanar democráticamente, sin dudas, pero también es momento de hacer justicia de no olvidar los errores que hemos cometido, de no tropezar con las mismas piedras. Entonces creo que esas concesiones ya no se pueden hacer de la misma manera, evidentemente, tenemos que encontrar y tenemos que salir adelante en un contexto muy difícil de crisis, de varias crisis, pero ni olvido, ni perdón no. Tiene que significar sin dudas justicia.
Cuando el 2005 se ganan las elecciones, Evo Morales gana las elecciones generales y asume como presidente de Bolivia, él venía con una agenda popular. Durante sus primeras gestiones lo que hace es implementar esa agenda popular, que nosotros le llamamos la agenda de octubre, que en realidad tiene ese nombre porque en octubre del 2003 se da la guerra del gas, una muy gran movilización social, que derroca a un presidente, al presidente Gonzalo Sánchez de Losada. Esa se convierte en nuestra bandera principal que era la defensa de nuestros recursos naturales. Por ejemplo, un par de años antes, en Cochabamba, sucede la guerra del agua, con el mismo sentido, diciendo el agua es nuestra, el agua no puede ser privatizada, el agua es un derecho. Entonces son y tenemos algunos varios hitos que van generando esta agenda popular, que es implementada en las primeras gestiones del Gobierno de Evo Morales. Ahora lo que tenemos que hacer es volver a generar una agenda popular, con nuevas banderas.
Quizás, yo creo, que no hemos profundizado suficiente en la desmaterialización de nuestro Estado Plurinacional. Por ejemplo, no hemos profundizado suficiente en la descolonización de nuestro Estado Plurinacional. Ahí, con estas reivindicaciones tienen que venir con banderas y tiene que haber una respuesta institucional a todas estas a estas reivindicaciones. Creo que es un modo, una forma, de generar soberanía.
Además, yo recuerdo, hasta antes del 2005 Bolivia era un país que estaba en ruinas, pero que encima nos robaban todo, todos nuestros recursos, todo lo que teníamos como bolivianos. En realidad, los grandes beneficiarios de esto eran las transnacionales y en una lógica imperialista otros países también. Entonces creo que, en este momento, lo que tenemos que hacer es recuperar, y lo hemos venido haciendo todo este año, es ese estado de movilización permanente, que genere una agenda popular con banderas propias y que vayan a implementarse durante la gestión de nuestro compañero Lucho Arce.
Es muy complicada esta pregunta porque realmente estamos en conflictos internos permanentes, que también es algo sano, pero también es algo que debemos trabajar en unidad. El Movimiento Al Socialismo y el instrumento político por la soberanía de los pueblos es un monstruo que nos aglomera, a organizaciones políticas, organizaciones sociales, organizaciones urbano-populares, militancia de izquierdas, en torno a un proyecto, sin dudas, popular. Hasta ahí, creo, que todos estamos de acuerdo, pero también hay muchos matices en medio. Hay corrientes ideológicas, hay corrientes identitarias, hay reivindicaciones regionales hay muchas, muchas cosas, porque realmente estamos hablando de la mayoría de los bolivianos representados en este en este instrumento.
Yo no me animo a llamarlo partido, aunque quisiera que fuera un partido, yo vengo y tengo una formación marxista leninista y a veces extraño una estructura de partido, con dirigencias más clásicas, sin ser burgueses liberales para nada. Me refiero estructuras del partido leninistas, pero no lo es, el MAS no es eso. Entonces claro, vamos teniendo nuestras discusiones internas que hasta ahora no son resueltas.
En este sentido, también hay pugnas sobre lo que es el proyecto en sí mismo. Hay matices sobre lo que es el proyecto en sí mismo. No llega a ser un proyecto de izquierdas, pero las izquierdas nos sentimos representadas en el proyecto porque entendemos que viene desde abajo y se construye desde abajo hacia arriba. Entendemos que estamos en un proceso de recuperación de la movilización, pero que al mismo tiempo si se institucionaliza. Entonces desde las izquierdas muchas veces estamos intentando derrocar el poder desde el poder y eso es una contradicción tremenda que tenemos y que no se ha resuelto.
Yo no sé si llego a tildar el proceso de socialdemócrata. Creo que, evidentemente, hay un matiz fuerte de estas tendencias progresistas, que no llegan a interpelar realmente los sistemas de dominación y eso es completamente cierto. Pero al mismo tiempo también hay procesos muy interesantes de empoderamiento de la gente no, del pueblo boliviano. Nuestra lucha desde las izquierdas, dentro del MAS-IPSP, sigue siendo la que nos hemos trazado desde hace años y la que en realidad hemos heredado de las izquierdas que vinieron antes que nosotros. Esta tendencia es la de jalar jalar nuestro proceso a la izquierda, jalar nuestro proceso a este socialismo del siglo XXI, como se ha denominado alguna vez en Venezuela. Esta la lucha y la construcción por el poder popular. El proceso no es así necesariamente, es evidente, y realmente la lucha más fuerte también es la interna, pero no podemos perder el rumbo.
Nuestra izquierda dentro del MAS- IPSP tiene la batalla todo el tiempo eh es la batalla. Está presente todo el tiempo. Como decía, de jalar hacia la izquierda nuestro proceso, de jalar a nuestro instrumento hacia la izquierda y de generar tendencias del poder popular, la construcción del poder popular y no solamente de la gerencia, digamos, del poder formal, que eso no nos interesa.
Esta pregunta es más difícil que la anterior, pero hay varias tendencias. A ver, hay varias tendencias de izquierdas en este momento, que como les decía, nos aglomeramos pues alrededor del Movimiento Al Socialismo. Somos en muchos casos militantes del proceso de cambio, no necesariamente militantes del MAS-IPSP. Hay varias tendencias, hay tendencias comunistas, maoístas, socialistas guevaristas, etcétera. En muchos casos, nosotros y nosotras, cargamos algunos errores también de las izquierdas de hace décadas, que en este país no han funcionado de la misma manera que en otros. En nuestro país, Bolivia, no puedes intentar o pretender que el sujeto histórico revolucionario sea solamente el obrero. Si es que en este país no ves las intersecciones de opresión colonial, las intersecciones de opresión patriarcal… No estamos construyendo nada.
Creo que el gran error de las izquierdas de hace unas décadas, de las organizadas en el Partido Comunista, en el PC1, en el Partido Marxista Leninista, en el Maoísta, en el ELN, en el Movimiento Guevarista, etcétera. Ha sido no saber ver que el sujeto histórico revolucionario de nuestro proceso de cambio, de nuestro proceso de transformaciones, de nuestro proceso revolucionario, era también el indígena, la mujer indígena, la mujer indígena obrera. Entonces en algún momento eso cambia y lamentablemente no son las izquierdas que lo ven. Si no que es este movimiento popular, que no tiene pues una tendencia ideológica real así es definida, pero si apuesta por lo popular.
Entonces las izquierdas al ver que este… Al reconocen su error también, pero al ver que este proceso de cambio, este proceso de transformaciones es un proceso revolucionario se adscriben al proyecto. No son necesariamente fundadoras del proyecto, pero si adscriben al proyecto y lo soportamos de esa manera.
En los en el movimiento, desde el movimiento de izquierdas, de las distintas izquierdas, también tenemos nuestros propios procesos. Primero de unidad. En este momento, tarde y muy tarde, pero después del golpe de Estado nos hemos estado reencontrando con las izquierdas, con esas izquierdas tradicionales. ¿Para qué? Justamente con lo que les decía, con el fin que les decía antes, jalar nuestro proceso a la izquierda, de que no se entibie, de que siga siendo revolucionario, de que siga haciendo desde el pueblo para el pueblo.
Ahora sí somos parte y hemos apoyamos apoyado en campaña, hemos apoyado en el proceso electoral y todo lo que quieran, pero la idea lo y lo principal, el elemento principal de las izquierdas y del movimiento marxista leninista en este momento sigue siendo que desde dentro del instrumento, desde dentro de nuestro, como parte de un instrumento, como nuestras organizaciones y partidos parte del instrumento político por la soberanía de los pueblos, jalemos del proyecto popular a la izquierda. Esto significa generar procesos de formación política entre nuestros propios compañeros y compañeras, generar procesos de formación política con las organizaciones sociales, por ejemplo, generar y apuntar a que se legisle y que se promueva políticas públicas con un contenido ideológico real.
Los retos son importantes, pero son más difíciles desde la institucionalidad. Nosotros estamos yendo en contra del poder, del poder sistémico, de los sistemas de opresión, del sistema capitalista, del sistema colonial, del sistema patriarcal, pero al mismo tiempo nos encontramos en un momento en el que tenemos la gerencia del poder formal institucionalizado y las instituciones que cargan sesgos. Cargan sesgos de los poderosos de la historia, cargan sesgos también capitalistas coloniales y patriarcales. Hay que destruir el estado desde el estado y esa es una tarea muy, muy difícil, creo que es ese rol que ahora tenemos que intentar asumir desde los movimientos de izquierdas en Bolivia y es un reto enorme.
Sí, es posible que este movimiento termine en el socialismo. No socialismo entendido de manera ortodoxa, ya que creo que es importante saber ver las otras intersecciones, los otros sistemas de opresión, que aplican sobre nuestra realidad como bolivianos y bolivianas. Creo que en este momento si no sabemos luchar contra el racismo, como herramienta del sistema colonial, si no sabemos luchar contra el machismo y la misoginia, como herramientas del sistema patriarcal, y si no sabemos luchar contra la opresión de clase, como herramienta del sistema capitalista como conjunto, nuestro proceso revolucionario no significaría nada.
Creo que nuestro proceso revolucionario sí apunta a un socialismo que sepa ver estas intersecciones, que sí apunta a un desmoronamiento, o por lo menos a un ataque certero a los sistemas de opresión mundiales. También sabemos que esta lucha no se hace solos. Se que Bolivia puede ser ejemplo en este momento de recuperación de la democracia, de derrota entre comillas, al fascismo organizado en el poder institucional, de derrota a los golpistas de noviembre del 2019, pero que al mismo tiempo no podemos ser una isla de reivindicación cuando alrededor no hay muchos cambios.
Tenemos que saber interpelar a los otros países, a los otros pueblos. De nuevo, no desde los Estados, sino desde los pueblos. Interpelarlos para que generemos nuestros procesos de transformaciones en conjunto, en unidad. Creo que es muy interesante lo que está sucediendo en Chile, en Perú, y que también hay que contagiarnos un poco de ellos. Todos y todas tenemos que saber ver alrededor y entender que socialismo no se construye sin internacionalismo. Sin la solidaridad de los pueblos este, nuestro proceso, también se estanca.
En este momento hemos tenido un gran apoyo y mucha solidaridad de los pueblos argentinos y mexicanos, pero no es suficiente. No estamos ahora nosotros para ayudarles a cargar el saco, pero estamos esperando con muchas ansias el proceso constituyente en Chile, que va a hacer caer después de mucho, mucho tiempo la Constitución pinochetista; estamos esperando con ansias las elecciones en Perú apoyando también a la opción de izquierdas, que vemos representada en este momento en la Vero Mendoza; estamos esperando con ansias el proceso electoral en Ecuador, con mucha ilusión de que Andrés Arauz vaya a ser el siguiente presidente de ese país. Y entre todos, creo que, tenemos que jalarnos y tenemos que interpelarnos para que nuestros procesos sean realmente revolucionarios, porque si no recibimos la presión de los sistemas de dominación, de los poderosos del mundo, que nos obligan a dar concesiones, que nos obligan a apostar por la gobernabilidad frente a sus ataques.
Entonces creo que este proceso, el nuestro, el boliviano, sí puede terminar en socialismo, que es interesante lo que estamos viviendo, que hay aquí hay una sed de reivindicación social fuertísima y que se ha visto como lección de dignidad en las urnas el 18 de octubre del 2020, pero que al mismo tiempo tenemos que saber contagiar a los otros países y a los otros pueblos.
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