Recientemente un supuesto periodista español quedó en entredicho al tratar de denigrar al pueblo boliviano tildándolo de “inculto y analfabeto”. Sin embargo, el contacto con la gente de las zonas rurales y de la sociedad civil permiten comprender que la cosmovisión andina, del pueblo de Bolivia, va mucho más allá de ese escueto y sesgado “si algunos hasta no hablan español”. También los datos reconocidos a nivel global, en cuanto a alfabetización, de Bolivia sugieren un avance muy significativo en los últimos años. Por ello, para comprender el peso de la cultura y el conocimiento en Bolivia, hemos hablado con Daniela Otero, periodista y ex asesora del Viceministerio de Coordinación con Movimientos Sociales en el Estado Plurinacional de Bolivia.
Tiene una importancia fundamental, sobre todo porque Bolivia es un país en el que conviven 36 nacionalidades y una amplia diversidad de manifestaciones culturales originarias.
El Proceso de Cambio boliviano estableció las bases para una profunda democratización en ambos sectores. En el ámbito de la prensa y los medios de comunicación, se contribuyó al fortalecimiento de los de carácter comunitario y local, especialmente las radios de pueblos originarios.
De esa forma, se acabó con el monopolio que beneficiaba a los medios de comunicación masivos. Igual sucedió con la cultura, donde se inició un profundo proceso de descolonización, que puso los ojos en las expresiones culturales originarias revalorizando los saberes, los usos y costumbres de los pueblos originarios de Bolivia para reconocerlos e incorporarlos en la cotidianidad del país.
No hay que olvidar que en noviembre de 2019, Bolivia vivió un golpe de Estado que se impuso militarizando el país y acallando los medios de comunicación críticos al régimen de facto de Jeanine Añez. Hasta el momento, once meses después, la Organización de Estados Americanos (OEA) no hay podido demostrar sus denuncias de fraude electoral y, en lugar de ello, existe cada vez mayor duda respecto al papel que jugó en Bolivia Luis Almagro en el país.
Al margen de estas consideraciones políticas, la situación de los medios de comunicación en Bolivia se ha tornado crítica. Hay más de 600 trabajadores de la prensa que han sido echados de sus fuentes de trabajo. Además, prácticamente la totalidad de los que lograron mantenerla lo hicieron con grandes reducciones en sus ingresos. La crisis de los medios de comunicación recrudeció con la pandemia de COVID – 19.
Por otro lado, los grandes medios de comunicación no fueron beneficiados por una adecuada gestión de publicidad, pese a haberse puesto al servicio del régimen.
Al igual que en otros aspectos, el gobierno de facto fue incapaz de desarrollar iniciativas positivas en el área, llegando incluso a cerrar el Ministerio de Comunicación, en momentos de emergencia sanitaria nacional e internacional.
Hubo un importante retroceso, que responde a restricciones específicas a la labor de la prensa, en un contexto de amenazas y amedrentamiento constante por parte del gobierno de facto, pero también a graves limitaciones económicas impuestas por la recesión generada por la pandemia. No existió una política de Estado que posibilitara un apoyo a medios o proyectos culturales alternativos.
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