El ministro del Interior de Turquía, Suleyman Soylu, anunció este sábado a través de su cuenta en Twitter que más de 47.000 personas cruzaron la frontera del país con Grecia después de que Ankara abriera los pasos fronterizos con la Unión Europea a millones de refugiados sirios en medio de las tensiones con Damasco.
«A partir de las 23:50 horas (hora local), el número de migrantes que salieron de nuestro país a través de Edirne es de 47.113», informó Soylu. Edirne es una provincia situada en la parte europea de Turquía, fronteriza con Grecia y Bulgaria.
El ministro de Protección Ciudadana griego, Michalis Chrisochoidis, calificó la situación en la frontera entre Grecia y Turquía de «difícil» y al mismo tiempo «desagradable», y también acusó a Turquía de «empujar» a los refugiados hacia la zona fronteriza.
«Miles de personas desafortunadas están atrapadas en nuestras fronteras. No han llegado aquí por su cuenta. Están siendo perseguidas, empujadas y utilizadas por el país vecino, Turquía», declaró Chrisochoidis.

Sobre esta odisea de sufrimiento ha hablado el periodista Hibai Arbide Aza en su cuenta de Twitter en un hilo conmovedor que transcribimos:
«Uno de los chavales que venía en la zodiac se ha escondido detrás de un árbol en la propia playa, aún temblando de frío por los pies mojados, y nos ha pedido que le tapemos para fumar a escondidas. Te acabas de jugar la vida en el mar pero nada da más miedo que una madre enfadada.
Era un chaval afgano que aparentaba 16 años. Venía con su familia. Sonreía todo el rato, nos ofrecía los cigarrillos que fuma a escondidas, apenas sabía dos o tres palabras en inglés. Casi no hemos podido hablar pero no me quito su imagen de la cabeza. Le deseo lo mejor del mundo
Me ha pedido que no le saque fotos porque no quería salir fumando. Al de 5 minutos me sonreía desde detrás de otro árbol, a punto de encender otro piti.
Una mujer que estaba sentada en las piedras de la playa se ha tapado completamente a sí misma y a su bebé con la manta y ha empezado a cantar para calmarle. Era como una pequeña tienda de campaña de la que salía una melodía preciosa con una letra que yo no entendía.
El bebé se ha calmado al de un rato pero ella ha seguido debajo de la manta y ha continuado cantando. Como si la canción ya no fuera para el bebé sino para ella misma. Para quitarse de encima toda la tensión de cruzar desde Turquía en una zodiac con tu bebé en brazos.
Ella tampoco quería que le sacáramos imágenes. Todos los periodistas presentes han sido respetuosos con eso. Tampoco parecía querer hablar con nadie. Sólo cantaba y mecía al bebé, dentro de mundo que había creado con esa simple manta del ACNUR.
A pocos metros, un niño y una niña, 7 u 8 años, quietos, solos, mirando a un horizonte muy cercano: miraban la costa de Turquía de la que acababan de llegar. Llevaban mantas térmicas enrolladas en la cabeza para no perder temperatura corporal. Han estado mucho rato en silencio.
Hoy han llegado a las islas griegas 147 refugiados. Cada una de ellas es una vida entera; una historia única escondida tras las estadísticas y los titulares que sólo destacan a Erdogan o a la UE».