El exconsejero de Bankia Alberto Ibáñez ha asegurado en el juicio por la salida a Bolsa de Bankia que, tras el relevo de Rodrigo Rato por José Ignacio Goirigolzarri al frente de la entidad, éste le dijo que su perfil sí cabía en el nuevo organigrama, pero el ministro de Economía, Luis de Guindos, quería hacer “tabla rasa”.
Miembro del consejo de administración de Bankia procedente de Caja Madrid, Ibáñez ha recordado que en aquel momento “nos parecía que el auditor no había hecho su función bien, que no nos había dicho la verdad”, porque no se entiende que se puedan formular unas cuentas con acontecimientos retrospectivos.
El y otros consejeros hicieron constar su disgusto, ya que no se sentían “en absoluto” respaldados por el auditor.
Por lo que respecta a la necesidad de reformular las cuentas, las cifras “eran absolutamente las mismas”, antes y después de la reformulación, y las diferencias obedecían a la valoración de las provisiones, porque “no hubo cambio de criterio, sino de estimaciones”; lo que ocurrió fue que el nuevo equipo hizo una “revaloración de esas provisiones”.
Pese a todo, Ibáñez firmó la reformulación porque le pareció lo más “honesto, profesional y responsable”, y pensó que “causaría más daño si no se reformulaban”.
Compró acciones de Bankia dos días antes de su salida a Bolsa, no porque hubiera alguna consigna entre los consejeros sino porque quiso demostrar su compromiso con la empresa, y porque una vez leído el folleto “me pareció consecuente, a sabiendas de que la situación no era la mejor”.
El proyecto era encaminar a Bankia hacia una entidad que pudiera tener futuro, ha añadido, además de recordar que conserva los títulos que adquirió y que ha perdido “una cantidad significativa”; su sueldo era de 96.000 euros, sin bonus ni tarjetas ni pago en especie.
“Me fui de Bankia prácticamente con lo puesto”, ha añadido.