Miles de migrantes se agolpan en la frontera que divide Bielorrusia y Polonia – para intentar cruzar a Polonia – contrarrestado por un fuerte despliegue militar – 12.000 militares – con la pretensión de «defender la frontera», dijo el Ministro de Defensa polaco.
“En toda Bielorrusia, hay más de 10.000 personas que están listas para cruzar la frontera polaca”, dijo un portavoz del Gobierno polaco, que aseguró que “las fronteras polacas están siendo atacadas de manera organizada”.
«El gobierno polaco, con un fuerte discurso antiinmigrantes reflejo de una sociedad que mayoritariamente apoya medidas xenófobas, se ha visto reforzado frente a esta nueva crisis que ya se ha cobrado, al menos, seis víctimas mortales», explicaba en Contrainformación recientemente el politólogo y cofundador de la ONG The Health Impact, Pablo Sánchez.
«Debido a la situación en la frontera de Polonia con Bielorrusia, a partir de mañana 11 de septiembre a las 07.00 horas, se suspenderá el paso fronterizo en el cruce de Kuznica», dijo la Guardia Fronteriza polaca en Twitter.
«Desde Alemania acusan a Bielorrusia de instrumentalizar la llegada de las personas migrantes por la presión que pudiera hacer a Polonia llevándolos a la frontera, mientras que el gobierno polaco, a principios del mes pasado, declaraba el estado de emergencia prohibiendo así la presencia de medios de comunicación y trabajadores humanitarios en la zona», añadía Sánchez.
La OTAN, paradójicamente, también ha expresado su «preocupación» por la «escalada» en la frontera polaco-bielorrusa y considera «inaceptable» el supuesto uso de los migrantes por parte de Minsk para presionar a Letonia, Lituania y Polonia.
Ursula von der Leyen, desde las altas esferas de la UE, ha pedido ampliar las sanciones contra Minsk y califica lo ocurrido en la frontera polaca como un «ataque híbrido». Además, la UE «estudiará» como sancionar a «aerolíneas de terceros países que participan en la trata de personas».
Se da un clima y contexto similar al que lleva perpetrándose en los Balcanes desde la desestabilización de la zona. Estas similitudes, comenta Sánchez, se pueden apreciar en «asentamientos informales en el bosque que limita con la UE —en este caso Polonia—; establecimiento de medidas de carácter militar como la presencia del ejército en busca de migrantes; fortificación de vallas; instalación de concertinas y la justificación de todo ello con un discurso abiertamente racista. Además, la falta de vías seguras para escapar de lo que en numerosas ocasiones ha creado occidente es otro síntoma del imperialismo europeo».
En las imágenes ofrecidas por el portal bielorruso Zerkalo se ve cómo los policías polacos utilizan aerosoles con gas lacrimógeno para dispersar a aquellos que intentaban cruzar la frontera. Algunos refugiados emplearon palas, trozos de madera y señales de tráfico para destruir la alambrada y algunos recurrieron incluso a alicates para cortarla o a talar árboles.
Según el Comité Estatal de Fronteras bielorruso, son alrededor de un millar de personas, la mayoría de origen kurdo. “La indiferencia y el trato inhumano de las autoridades polacas empujó a los refugiados a ese acto de desesperación”, informó el órgano estatal en su canal de Telegram.
«El cierre de fronteras, así como sus distintas formas para atravesarlas, son lo que redirigen el flujo de personas que pretenden llegar a Europa. Mientras, la UE, con sus fronteras y su porosidad selectiva, aplica la violencia para reprimir algo ya demostrado inevitable: el continuo movimiento de personas. Llevamos años viendo diferentes rutas trazadas en Europa del Este en función de la facilidad con la que se puede llegar a países como Croacia, Rumanía o Bulgaria», explica Sánchez.
El fuerte despliegue militar se ha acrecentado en Polonia durante las últimas jornadas, pero la crisis no viene de nuevas. Polonia, Letonia y Lituania declararon hace meses el estado de emergencia debido al aumento de refugiados agolpados en las fronteras.
Y ahondando en el asunto cabe remontarse al previo 9 de agosto de 2021, cuando tuvieron lugar elecciones presidenciales en Bielorrusia, país eslavo que ya venía sintiendo la tensión de los comicios desde la campaña y el posterior no reconocimiento electoral por parte de la UE.
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