La luz ha sido, durante los últimos meses, motivo de indignación entre la población española por su elevado coste y los continuos récords que ha batido y que el gobierno ha permitido de forma periódica. Todo esto dejando de lado la situación que La Cañada Real atraviesa después de más de un año sin suministro eléctrico y que, por el momento, no vamos a abordar.
Durante el atropello que supone la situación, han salido representantes del gobierno a explicar cuáles son las posibles formas de ahorro —poner lavadoras en la madrugada— como si fueran agentes externos a lo que sucede sin capacidad de actuación al respecto o tuvieran interés en su encarecimiento y complacencia de las eléctricas.
La luz como derecho básico
La luz supone un derecho básico que debería ser accesible de forma pública para cualquier persona, no es un lujo. El acceso a la energía como derecho fundamental deja claro que su encarecimiento y limitación de acceso atenta contra los derechos de las personas. Esto debería provocar que, como mínimo, se tratara de garantizar que toda persona pudiera acceder a ella, aunque con otros derechos como el de la vivienda tampoco tenemos mucha suerte a pesar de sus apariciones en constituciones y demás tratados que pretenden respetar algo que el propio sistema impide. No obstante, para poder entender las razones por las que no existe una nacionalización o una política de regulación que ponga a disposición de los españoles la energía que merecen por el hecho de ser personas, hemos de mirar a los intereses de aquellos que precisamente pueden hacerlo posible.
Las eléctricas, con un discurso verde y en defensa del medio ambiente, intentan disimular sus excesivas ganancias, llegando a 1.531 millones de euros Iberdrola, 832 Endesa o 484 Naturgy en este año. Esto deja en evidencia la falta de voluntad y solidaridad de las eléctricas y que algunos miembros de partidos políticos piden en vez de querer regular su precio. Pero si hay tanta resistencia a la regulación de los precios o la nacionalización de las eléctricas que en su día fueron públicas es porque también hay antiguos compañeros de partido sentados en los consejos de administración de las mismas. La lealtad al capital se paga especialmente bien últimamente, donde incluso expresidentes como José María Aznar o Felipe González tienen sus asientos asegurados y, por supuesto, no van en contra de quienes les dan de comer. El descaro en este aspecto es absoluto e insultante, especialmente cuando algunos admiten, orgullosos, ser parte del régimen del 78.
El PSOE y la pobreza energética que provoca
Mientras las puertas giratorias de la élite política continúan traspasando límites de la vergüenza insospechados, la pobreza energética en nuestro país crece conforme el precio de la luz se encarece. Actualmente el 11 % de los hogares tiene problemas para pagar sus gastos y 5,1 millones de españoles, con el invierno a sus puertas, son incapaces de calentar su casa de forma continua. La factura de la luz ha aumentado 150 euros respecto al año anterior, lo cual se suma al escenario que la COVID-19 ha dejado en el mercado laboral y la precariedad a la que están abocados los trabajadores. El escenario actual es poco prometedor para las familias de clase trabajadora que no pueden pagarse ni la luz por la falta de soluciones que el gobierno proporciona, más allá de poner la lavadora a las tres de la mañana.
La regulación de la luz, de momento, no apunta a que vaya a suceder próximamente, por lo que las movilizaciones que defienden los derechos de la clase trabajadora van a tener que seguir sucediéndose hasta la nacionalización o rebaja de los precios. Además, desde el gobierno siguen diciendo que son los idóneos para defender los intereses sociales mientras también dicen ser capaces de confrontar a la extrema derecha. Todo esto con antiguos miembros del PSOE sentados en los consejos de administración.
Cabe decir que los precios en el resto de Europa son similares, aunque los beneficios de las eléctricas no son tan escandalosos mientras se baten nuevos récords diariamente en España. De igual manera, los sueldos en España y otros países de Europa tampoco tienen mucho que ver frente a los abusos que desde las eléctricas se siguen cometiendo.
El escenario planteado es desolador, especialmente porque aquellos capaces de cambiarlo son los que precisamente pierden permitiendo que los españoles puedan calentar su casa en invierno. Un lujo para muchos. De igual forma, la organización social en respuesta a quienes forman parte del sistema que provoca una pobreza tan acusada es necesaria para combatir los continuos abusos mientras piden que nos abrochemos el cinturón.
Artículos relacionados:
Ironía: Si los votantes se comportan como idiotas, no nos debería de extrañar que el PPSOE les trate como tal.
DIFÍCIL SOLUCIÓN.