Artículo original de Al Descubierto
Las grandes incógnitas, misterios, conspiraciones, historias de lo paranormal… siempre han generado un gran público, tanto para escépticos como para los más defensores. En España, el sello del misterio viene firmado sin lugar a dudas por el conocido y controvertido periodista Iker Jiménez.
Durante 15 temporadas, su programa Cuarto Milenio, creado en 2005, se ha convertido en un clásico de la televisión española y ha causado satisfacción a una legión creciente de creyentes o curiosos en tema como la ufología, los fantasmas, las teorías de la conspiración y la historia mitológica en sí, entre otros temas.
Un tema que, en líneas generales ha estado alejado de la política. De hecho, el citado presentador suele revestirse de neutralidad ideológica y hasta cierto punto, esto podría parecer así. El que más y el que menos, alguna vez ha aprovechado las noches del domingo para ver un programa que trataba temas con una inusitada profundidad para la época y que, a día de hoy, sigue siendo un referente.
La realidad es que la agenda de Cuarto Milenio, posiblemente sin quererlo, ha resultado un lugar idóneo para el lanzamiento de las ideas de extrema derecha.
Durante los últimos 10 años y especialmente a raíz de la crisis económica de 2008 y la Crisis de refugiados de 2015, las teorías de la conspiración han vivido un inusitado renacimiento.
Estas teorías sostienen a través de hechos no probados, conjeturas, suposiciones y bulos, un relato sobre la realidad que explica qué pasa en el mundo bajo un prisma alternativo y acientífico y que supone para sus creyentes, una respuesta mejor que el caos que suele regir la existencia de la humanidad.
Estas ideas, anteriormente encontraban un lugar donde crecer en pequeños grupos extremistas, tanto de carácter apolítico, como de extrema izquierda y de extrema derecha, quizás este último grupo siendo algo superior ya que bebía de las múltiples teorías de la conspiración nazi, asentando sus raíces en que el mundo estaba dirigido por grupos de poder que, en realidad, estaban (y están) sometidos a discriminaciones y prejuicios, además de otras cuestiones ocultistas.
El acceso a Internet produjo que estos grupúsculos encontrasen una manera de comunicarse y, además, de seguir desarrollando nuevas teorías de escasa evidencia y menor base científica que explicaban la realidad bajo su perspectiva ideológica.
Si bien, como se ha dicho, esto siempre ha encontrado oyentes en ambos lados del extremismo político (e incluso no necesariamente radicales), fue la extrema derecha la que más partido sacó a estas ideas.
Las conspiraciones se transformaron señalando a sus enemigos políticos. Lo mismo ocurrió con muchas nuevas teorías, que además sumaban las viejas conspiraciones del nazismo a su discurso.
Y que esto ocurriera es casi lo natural: la ultraderecha intenta dar respuestas sencillas a grandes problemas que siempre tienen que ver con culpabilizar a un colectivo oprimido de los males del territorio. Y estos dos elementos, reducción de la realidad multifactorial y señalamiento de un enemigo, conforman una base de las teorías de la conspiración
Estas conspiraciones hoy forman parte del lenguaje de la extrema derecha global y de una legión de creyentes de la conspiración, que progresivamente se han ido sumando al lado derecho del espectro político.
Cómo las teorías de la conspiración se han derechizado
La ideología de la extrema derecha occidental tiene ciertos rasgos comunes que forman el tronco de su programa electoral: el ultranacionalismo, poniendo en primer lugar siempre su estado y cultura al resto; la ideas y raíces cristianas como base de la cultura; la defensa de la raza blanca, en supuesto peligro por la inmigración y la multiculturalidad; y el rechazo a las ideas de la izquierda y en si a las de la modernidad (LGTB, feminismo, ecología, etc.), entre otras cuestiones.
Estos rasgos cobran importancia porque tan cierto es que las teorías de la conspiración se han multiplicado estos años como que comparten una o más características del conjunto antes nombrado.
De hecho, la mayoría de estas conspiraciones señalan como sus enemigos a personalidades de la izquierda o, al menos, a personajes de carácter liberal. Prácticamente ninguna señala a los conservadores.
Incluso se han llegado a apropiar de teorías de la conspiración antes más del dominio de la izquierda política, como las que hacen referencia a la existencia de un gobierno mundial en las sombras, para traducirla a su lenguaje y a sus intereses.
La teoría del Nuevo Orden Mundial (NOM o NWO en inglés), por ejemplo, afirma que existe un gran plan orquestado por las élites económicas y políticas para crear una sociedad global burocratizada sin libertades.
Esta teoría en boga en los años 90 por parte de la izquierda, sostenía que un gobierno secreto neoliberal arrasaría los recursos del mundo y establecería el control único, un gobierno secreto que asentaba sus raíces en grupos de poder existentes como el Club Bilderberg o en sectas secretas, como los Illuminati.
Con el paso de los años, la teoría ha dado un cambio de 180 grados, arrastrada por las tesis de la extrema derecha.
La influencia de las élites siempre ha sido algo recurrente en las conspiraciones. Cuando estas teorías hablan de las élites suelen referirse inevitablemente a unas supuestas élites progresistas o liberales.
En este ejemplo destacan dos personas: George Soros y Bill Gates. Ambos multimillonarios y filántropos, se han caracterizado por gastar ingentes cantidades de recursos en extender programas de ayuda, becas, formación y recursos a causas humanitarias y en muchos casos tildadas de progresistas.
Esto los ha convertido en los grandes señalados por la extrema derecha, poniéndolos tras la mayoría de conspiraciones globales.
Algunos de los viejos grupos señalados por la conspiración y la extrema derecha, como los Masones, la organización filántropa de carácter secreto y espiritual que se opone a la religión católica, vuelve a ser uno de los sempiternos grupos señalados por la conspiración.
Por supuesto, diversas teorías se asientan directamente en la del Nuevo Orden Mundial y en la existencia de grupos progresistas que buscan implantar una “dictadura progre”, como la teoría Qanon o el Pizzagate en Estados Unidos.
Teorías creadas por la extrema derecha
Pero durante estos años también se han generado nuevas teorías de la conspiración que reformulan teorías de la conspiración nazis, muy en boga en los años 30.
De las más antiguas está la que habla del marxismo cultural, una teoría de la conspiración del siglo pasado que habla de cómo el marxismo se infiltra en los distintos niveles de la sociedad para crear una sociedad global, igualitaria y sin diferencias características entre sus miembros, que estarían mestizados. Se usa también por tanto como forma de atacar el multiculturalismo.
De una época similar están las teorías sobre la ideología de género, posiblemente uno de los grandes monstruos del saco de la extrema derecha.
Este concepto es un uso peyorativo para atacar a los estudios de género que llevan en vigor desde buena parte del siglo XX relacionándolos con una teoría de la conspiración que los reduce a desproveerlos de su carácter científico para presuponerles un sesgo ideológico, señalando que su objetivo es destruir la familia natural y la sociedad en su conjunto (a través del feminismo y los grupos LGTB).
Es posiblemente una de las teorías más exitosas, ya que se usa de manera habitual entre la extrema derecha y también en ambientes de la derecha para atacar casi cualquier decisión o idea política que persiga la igualdad entre mujeres y hombres.
Junto a estas han aparecido teorías de corte racial: Eurabia y el Plan Kalergi.
El Plan Kalergi es una supuesta conspiración internacional para mestizar Asia y África con la población de Europa. Una vez hecho esto, aparecería un híbrido, menos inteligente, más manipulable y que acabaría con la “raza blanca” y, por extensión, con la cultura occidental, considerada superior.
Esta teoría es en sí un despropósito nacido de la imaginación de un escritor y las notas descontextualizadas del político austríaco Richard Nikolaus Graf von Coudenhove-Kalergi, que deseaba una confederación paneuropea.
Sus ideas pasaron desapercibidas la segunda mitad del siglo XX hasta que el ultraderechista escritor Gerd Honsik, huido de Alemana por enaltecimiento del nazismo, sacase el panfleto, “Adiós Europa. El plan Kalergi, un racismo legal”, cogiendo trozos de las anotaciones de Kalergi y desarrollando su relato.
Por su parte, la teoría de Eurabia sostiene que existe una operación encubierta para islamizar Europa. Esta teoría tiene su origen en la idea de Eurabia, término acuñado en un libro de 2005 titulado Eurabia: The Euro-Arab Axis de Gisele Littman. En dicho libro, sostiene que diferentes grupos organizados tienen como objetivo rendirse ante el avance del Islam y socavar los valores y la identidad europea. Como derivaciones de esta teoría, se sostiene que la islamización es un objetivo de Oriente Medio para mantener a Europa sometida.
Otras de las teorías conspirativas más modernas es la conspiración del Pizzagate, una teoría de de 2016 que habla de una supuesta red de pederastas formada por las élites mundiales y en las que destacan las estrellas de Hollywood, empresarios internacionales, altos funcionarios y políticos del Partido Demócrata de los EEUU.
Esta teoría posteriormente engendraría la metateoría QAnon, que une a un gran conjunto de estas teorías mostrando a un Donald Trump que salvará a Estados Unidos de unas élites pedófilas que quieren dominar el mundo.
La salida de Trump de su mandato supuso un shock para sus seguidores, que esperaba la llegada del “Gran Despertar” con el que Trump destruiría a sus enemigos a través de un “Plan” en el que deberían de confiar (Trust The Plan).
El elemento común de estas teorías es que sus enemigos señalados o los problemas que plantean son de cariz progresista mientras que las ideas “buenas” o “correctas” que intentan pervertirse forman parte del ideario de la extrema derecha y de los valores que pregonan como parte de una sociedad ideal.
Conspiracionismo en prime time
Cuarto Milenio y los distintos programas conducidos por Iker Jiménez han abordado las distintas teorías de la conspiración una a una, como es natural dada la fama de las mismas y teniendo en cuenta las temáticas del programa.
Lo curioso en este caso es que en muchos casos ha sido usada por colaboradores de “la nave del misterio” como un hecho cierto o sin el menor aviso de la falta de pruebas y su carácter de mera suposición.
Esto tiene que ver con el método del presentador Iker Jiménez de abordar las cuestiones: ante un mencionado problema, temática o cuestión, trae a varias personas, entre ellos algún profesional científico y otros más dados al lado místico o misterioso, que suelen diferir ampliamente en puntos de vista, dando lugar a un debate con puntos contrapuestos.
Este sistema podría parecer el más correcto y neutral, pero lleva al caso de tener a personas que defienden abiertamente teorías supremacistas sin la menor evidencia ante millones de espectadores, dando en la práctica el altavoz a ideas de corte extremista.
Uno de estos personajes es el sociólogo Enrique de Vicente. El fundador de la revista Año/Cero suele defender sin tapujos teorías no comprobadas como certezas absolutas. Esto ha llevado a ver al sociólogo defender teorías de origen nazi como el Plan Kalergi en primer time ante el mutismo del presentador.
Junto al Plan Kalergi se daba por sentado el resto de relato supremacista, como Eurabia y el Gran Reemplazo.
Una manera de explicar la crisis migratoria que solo puede enardecer el ambiente y que fue relanzada por el ultraderechista Matteo Salvini en Italia.
Por supuesto, otro personaje habitual tras la madeja de la conspiración es George Soros, que se valida en el programa como una fuerza malvada que saca ciertos réditos de efectos y problemáticas sociales.
El único otro “programa” que hace lo mismo es la sección “Expediente Soros”, del medio ultraderechista Estado de Alarma, dirigido por el periodista Javier Negre y que acoge sin tapujos todo el ideario ultraderechista de moda.
En este sentido, Iker Jiménez no ha dudado en dar pábulo en el programa que presenta a personajes de dudosa procedencia o muy escorados ideológicamente.
Un ejemplo es la viróloga china Li-Meng Yan, cuyo informe sobre que el coronavirus fue creado en un laboratorio chino fue financiado por Steve Bannon, el gran asesor de Trump e icono de la nueva derecha radical o alt-right estadounidense.
Las conspiraciones sobre el marxismo cultural es otra teoría que ha salido en el programa de Iker Jiménez. Esto es especialmente llamativo ya que esta teoría de la conspiración está particularmente acotada a la extrema derecha y se nombra con una asiduidad relativamente baja. Y ha estado presente en los debates de Cuarto Milenio como una verdad más.
De hecho, en uno de los programas, Iker Jiménez trajo a un colaborador que explicó cómo las raíces del marxismo cultural se encuentran tras el auge del animalismo, el ecologismo y el veganismo, para destruir la cultura occidental.
Iker Jiménez, de tendencia religiosa y tradicional, también ha señalado a la masonería como uno de los grupos tras la hipotética conspiración mundial a la par que ha hablado de la ideología de género, de forma análoga a la ultraderecha.
Otro clásico también común es el nombramiento de la pederastia y la pedofilia. Y no es que nombrar estos crímenes tan graves esté mal ni se puedan lanzar denuncias al respecto, sino que hay que tener en cuenta que históricamente estos crímenes han sido usados en falso por la extrema derecha para señalar y criminalizar a sus enemigos, sean grupos o élites (con el ejemplo más cercano del Pizzagate) o colectivos discriminados (como las personas LGTB).
El ensalzamiento de España y la crítica hacia su historia, la llamada hispanofobia por los sectores de la derecha, también han sido objeto de análisis en los programas de Iker Jiménez, además, con una encendida defensa por parte del presentador, por lo que resulta fácil interpretar que, quizá, es un asunto más personal del que querría.
En definitiva, Cuarto Milenio (y sus programas relacionados), si bien no era su objetivo, ha ayudado a extender el discurso de la extrema derecha hasta un punto que resulta en una total coincidencia entre muchos de los hechos presentados en el programa y los discursos de estos grupos y presentarlos como realidades absolutas.
Y parece poco posible que una actitud que se ha repetido durante años sea un mero accidente del presentador y director del programa.
La pregunta que cabe hacerse pues en este punto es si Iker Jiménez un personaje tan neutral como se intenta vender.
Libertad y corrección política
Iker Jiménez y su pareja, Carmen Porter, se han revestido siempre de una supuesta neutralidad ideológica difícilmente perturbable al hablar de temas alejados de lo mundano y centrarse en cuestiones que, en mayor o menor medida, puede interesar a todo el mundo, como los asuntos paranormales.
Con su nuevo programa, Horizonte, las implicaciones en política empiezan a ser algo más numerosas. Además, tanto el presentador como su pareja, han dado señales evidentes pero sutiles de un pensamiento que al menos es fácil tildarlo de derechas.
Horizonte es un programa que se creó para abordar todo lo referido a la pandemia de coronavirus, con la presencia de expertos, médicos y científicos, pero ha terminado desplazando este tema para tratar actualidad política, ciencia o periodismo, temas en los que ha menudo es difícil no significarse políticamente.
Por ejemplo, hay varios usos del lenguaje que son enormemente comunes en el discurso de la derecha y extrema derecha y que son también recurrentes en el vocabulario del presentador.
La derecha ha ejército una gran labor de reapropiación del término “libertad” que suele ser una de las palabras más comunes en sus discursos, incluyendo a la extrema derecha.
La resignificación de este término se usa para atacar “el pensamiento único”, “la censura de lo políticamente correcto” que “intenta decirle a cada persona que debe pensar” y en lo que se contrapone una libertad absoluta para hacer y decir lo que se quiera.
Es decir, se usa el término “libertad” para oponerse a las políticas de izquierdas que buscan la igualdad y la justicia social. Un gran ejemplo se vio en 2010 cuando el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero (PSOE) prohibió fumar en bares y discotecas con la famosa Ley Antitabaco. Una medida que era en pro de la salud pública y que ha sido ampliamente reconocida fue señalada en su momento como un ataque a la libertad.
En realidad, cuando desde la derecha se habla de libertad, hacen exclusiva referencia a aquello que pone trabas a los grupos de poder, ya que la derecha no duda en usar los mecanismos legales y económicos para combatir las ideas que le resultan contrarias.
Además, desde el progresismo lo que se busca es corregir la desigualdad estructural, incluyendo los discursos de odio, es decir, contra los discursos que buscan estigmatizar a grupos que ya se encuentran en inferioridad social y que pueden acabar en explosiones de ira y agresiones por parte de los grupos mayoritarios (como ha pasado históricamente), además de ahondar en esta discriminación estructural.
Sorprende que haya un espacio de libertad en un mundo donde cualquier discurso es contemplado para que no hiera a nadie – Iker Jiménez
Estos discursos son dañinos para toda la sociedad y bajo su permisividad han ocurrido las mayores catástrofes humanas de la sociedad, como el Holocausto. Y aunque el debate sobre cómo se debe combatir el discurso dirigido ante grupos que sufren desigualdad, como es el caso de los discursos racistas u homófobos, puede ser abierto y constructivo, en general desde la ultraderecha se defiende el poder ser abiertamente racista en público sin ningún tipo de consecuencia, sea legal o social.
Mientras, por supuesto, atacan y agreden a las personas que no piensan igual, como sucedió recientemente con el ataque a periodistas en Valencia.
Es cierto que el pensamiento conservador parecía haberse superado por un cierto consenso entras las izquierdas, los liberales y los moderados sobre temas como feminismo, derechos LGTB, etc., lo que se ha reflejado, por ejemplo, en la aceptación por parte del Partido Popular (PP) de la Ley Integral contra la Violencia de Género (LIVG) o del matrimonio igualitario.
Sin embargo, en los últimos años se ha dado un auge y una respuesta reaccionaria que, bajo el pretexto de la libertad, busca permitir ataques o poner en duda avances sobre colectivos o grupos discriminados.
Así, Iker Jiménez ha hecho un extenso uso de la palabra “libertad” y, en especial, de la lucha contra lo “políticamente correcto”, una acepción originalmente utilizada desde la izquierda para criticar el origen de las injusticias sociales apropiada por la extrema derecha para criticar las reacciones a las que se enfrentan cuando atacan a grupos socialmente discriminados o cuando defienden bulos o “fake news” sobre los mismos.
Por ejemplo, en 2015, cuando Iker Jiménez realizó un especial sobre los incidentes protagonizados por inmigrantes, con cierto un tinte xenófobo, el presentador declaró: “El miedo a resultar políticamente incorrectos no nos va a frenar para formular preguntas”.
La lucha contra la corrección política ha sido una constante en Cuarto Milenio y producciones derivadas: “La nueva censura es lo políticamente correcto”, aseguró en 2016.
Y como este hay cientos de declaraciones en la misma línea con similar uso del discurso, coincidiendo con el agitado desde la ultraderecha en los últimos años.
Pero un discurso social muy diferente
En cambio, encontrar un uso de la palabra igualdad, las luchas sociales o contra los discursos de odio es tarea casi imposible. De hecho, el presentador se posiciona sutilmente contra cuestiones tildadas de izquierdistas.
En este tuit, extraño en un presentador que no suele hablar de política, se vio cómo Iker Jiménez se posicionaba bastante en contra de los conocimientos sociológicos que unen distintos factores como criminalidad, pobreza y opresión.
El presentador, además, suele ser bastante más parco cuando estos crímenes son de autóctonos, algo en lo que han coincidido muchos de sus detractores.
Posteriormente, se mostraba contrariado por la manifestación contra el racismo que intentaba no criminalizar a todo un colectivo por la actuación de unos pocos.
En esta línea, fue también bastante criticado uno de los programa de Cuarto Milenio donde se hablaba de “las estadísticas que no se cuentan” y se mostraban datos con un marcado sesgo racista, mostrando solamente la variable de la raza ignorando factores como la pobreza, el sistema judicial o la opresión estructural.
Por supuesto, el tema no pasó desapercibido. Y es que a nivel de ciencias sociales, estos datos brutos obviando el contexto y el resto de factores no permiten sacar ninguna conclusión científicamente sostenible.
Incluso Iker Jiménezse animó a hablar del tema del asesinato de George Floyd a manos de un policía blanco y del movimiento antirracista estadounidense Black Lives Matter.
Lo curioso es que el programa que dedicó a la cuestión se convirtió en un encendido debate sobre la libertad de expresión, mostrando también posibles conspiraciones tras la muerte del hombre.
Algunas de sus respuestas han sido interpretadas como la validación del racismo mostrado por otras personas, poniendo al presentador en el foco de las críticas desde diferentes sectores.
El “otro”, el enemigo y la moral
Es relativamente conocido un hilo de la red social Twitter de amplia repercusión en el cual Iker Jiménez defendía la existencia del coronavirus antes muchos de sus seguidores, que lo tildaban de traidor, pues esto iba en contra de una de las teorías de la conspiración más difundida en el último año, la de la Plandemia, y que sostiene que el virus no existe, siendo una excusa para imponer una dictadura mundial totalitaria.
Lo curioso es cómo el presentador reivindica lo que no es, especificando que no es un traidor y aclarando sobre lo que está en contra.
Como se ha explicado antes, tanto la Masonería como Soros son dos de los principales objetivos de la extrema derecha, porque hipotéticamente se oponen a sus objetivos.
Resulta curioso que el presentador los valide como rivales reales y los englobe en “el enemigo”, en “los otros” (algo muy propio de la extrema derecha) frente a un “nosotros”, aludiendo además a que él no es un traidor (para no ser un traidor, necesitas al menos grupo de pertenencia al que no traicionar).
Siguiendo este hilo, aparece este otro tuit, bastante revelador. Aquí, el presentador destaca varios casos polémicos y de gran gravedad. De entre ellos destacan dos: el Plan Kalergi y el marxismo cultural, teorías descritas y expuestas anteriormente y que han tenido su altavoz en Cuarto Milenio.
Estas teorías tienen un alcance relativamente corto y pertenecen exclusivamente a los grupos de extrema derecha. Tienen poco que ver con los otros temas generales y más mediáticos que nombra, análisis que no pasó desapercibido.
De hecho, el presentador no ha dudado en traer personajes escorados a la extrema derecha, como el ex miembro de la formación neonazi Hogar Social Madrid Javier Villamor, portavoz de la ultraconservadora Hazte Oír y simpatizante de Vox.
La faceta conservadora de Iker Jiménez en lo moral es menos conocida, pero pública por sus declaraciones en distintos medios. Iker Jiménez se declara defensor de las tradiciones cristianas, rechaza al aborto y reivindica “lo sagrado de la familia”.
Todo este ideario, conforma un pilar básico del pensamiento conservador y en especial, está muy generalizado dentro de la extrema derecha europea, formando las bases del pensamiento reaccionario.
Por no mencionar que, si desde la extrema derecha te llaman traidor, es que te consideran como uno de los suyos.
Y también Carmen Porter
En cuanto al análisis de su núcleo familiar, su actual mujer y subdirectora de Cuarto Milenio, Carmen Porter, parece compartir las ideas de su marido.
En su cuenta de Twitter, Porter se manifiesta políticamente más que su marido. Revisando los últimos 6 meses, los pocos tuits sobre la agenda política son críticos con el Gobierno y/o favorables a la derecha.
Aquí la presentadora muestra sin ambages su crítica a la nueva reforma educativa, conocida como, Ley Celaá con el mismo discurso sostenido por los conservadores españoles.
En este tuit, si bien el hecho es llamativo y criticable, sorprende por cotidiano: los asesores en el Gobierno central, del expresidente del Gobierno Mariano Rajoy (PP) o del Ayuntamiento de Madrid, han manejado números estratosféricos de manera histórica y este ha sido un hecho público, como los 566 asesores de Rajoy, la mayoría sin una titulación superior.
Pero no parece haber ninguna crítica hacia los sectores de la derecha.
Aquí se puede ver como Carmen Porter da un Me gusta a lo expuesto por el presentador de extrema derecha Javier Negre en defensa de Vicente Vallés, un periodista que en los últimos meses ha recibido un fuerte apoyo de la derecha por sus críticas al Gobierno.
En este otro retuit, la presentadora se hace eco de la puesta de banderas de la Asociación Nacional de Víctimas del Coronavirus (ANVAC) en España, una de las muchas asociaciones de víctimas del coronavirus en funcionamiento.
Sin entrar en el debate de la apropiación de la bandera por parte de un sector ideológico español, sorprende porque la ANVAC salió rápidamente a la palestra tras sus primeras actividades en mayo por ser una organización creada y dirigida por miembros de Vox o cercanos al partido. Suena poco creíble que la periodista especializada en actualidad ignore este hecho.
Ejemplos como los mostrados se encuentran a decenas en el perfil personal de la comunicadora. Pero al igual que en el perfil de su marido, si se busca en el sentido contrario los resultados son anecdóticos.
Para finalizar
En conclusión se puede decir que hay bastantes puntos para evidenciar una ideología conservadora y derechista en la pareja de presentadores.
Por mucho que el presentador quiera revestirse de neutralidad, sus similitudes con el pensamiento y discurso conservador son numerosos, mientras que las declaraciones de carácter izquierdista o simplemente progresista destacan por su ausencia, asumiendo incluso un discurso característico de la ultraderecha.
Por supuesto, de ahí a asegurar que son ultraderechistas hay un gran paso y faltan elementos de rigor para poder asegurar esto.
Lo que sí está claro es que la supuesta neutralidad de la pareja de periodistas es más una pose que una realidad. Y, como es natural, al compartir un pensamiento más escorado a la derecha explicaría la facilidad con la que aparecen en los programas del presentador personajes en el ámbito de la extrema derecha o que sostienen teorías defendidas por sectores ultraderechistas.
Y es que extrema derecha, conspiración y negacionismo se ha demostrado como un tándem que va de la mano y no es precisamente un hecho nuevo, sino más bien histórico.
Muchas teorías no demostradas que influyen en la política, la sociedad y la economía se han validado como ciertas, con el peligro de que el pensamiento mágico y las conjeturas se superpongan al pensamiento científico.
Posiblemente por una mezcla entre conveniencia y simbiosis, Cuarto Milenio y sus derivados han extendido el discurso conspiracionista de la extrema derecha ante un gran público y contribuyendo a difundir mentiras, bulos y falsedades peligrosas.
Esto no es un hecho que haya pasado desapercibido para el ecosistema de la extrema derecha. De hecho varios medios de este tipo particularmente conocidos por hacer una férrea defensa de los suyos y un amplio ataque contra las posiciones contrarias como Mediterráneo Digital, El Correo de España, Outono, Diario Patriota o Euskalnews han salido en defensa del presentador.
En resumen, si Iker Jiménez en Cuarto Milenio ofrece un altavoz a teorías e ideas pertenecientes a la ultraderecha, el discurso que emplea públicamente a menudo coincide con el agitado por la extrema derecha, se ha mostrado de acuerdo con algunos de sus puntos programáticos y la propia ultraderecha lo identifica como uno de los suyos y lo defiende o lo ataca en base a esta premisa, como mínimo es para sentarse unos segundos a reflexionar.
Enlaces, fuentes y bibliografía:
– Foto de portada: Iker Jiménez en Milenio 3. Autor: Aitor López de Audikana, 24/11/2007. Fuente: Flickr (CC BY-NC-SA 2.0.)