Melilla es una ciudad de cruce de culturas, de convivencia, de paso de emigraciones y frontera sur de Europa con el continente africano. Es un lugar donde la diversidad, las diferentes formas de ver la vida y la mezcla de mentalidades son parte de la idiosincrasia de la ciudad, algo a cultivar y de lo que presumir. Por eso la mentalidad ultraderechista que lleva años resurgiendo en Europa y que ahora en España representa el partido Vox, son incompatibles dentro de la convivencia de una ciudad tan especial como es Melilla.
Los partidos de la ultraderecha en Europa han crecido en los últimos años básicamente por su mensaje contra los fenómenos migratorios y a favor de un capitalismo ultraliberal que precisamente empobrece al resto de los países y genera esas migraciones. El intento de implantar a Vox en la ciudad puede generar tensiones no deseadas en las diferentes sensibilidades y mentalidades que existen en una ciudad caracterizada por su convivencia pacífica y su tolerancia a la hora de compartir espacio y costumbres. El mensaje aportado por Vox no es ni más ni menos que una llamada a luchar contra todo aquello que sea distinto a pensar diferente a la tradición nacionalcatólica, algo totalmente incompatible en un lugar de cruce de culturas, razas y religiones como es el norte de África.
“Consideramos irresponsables a las personas que conociendo la realidad de Melilla, recogen el testigo de la ultraderecha para implantarlo en nuestra pacífica ciudad. El partido Vox viene a dar soporte y rienda suelta a la mentalidad contenida de algunos energúmenos que piensan que el ser humano es diferentes según su procedencia o color de su piel“, indican los partidos en un comunicado.
Desgraciadamente al partido Vox se le empieza a ver el plumero el primer día que desembarca en la ciudad. Su primer mensaje en Melilla va precisamente en torno a la frontera, no a la sanidad, la cultura, la educación o el patrimonio, y sus primeros mensajes han sido soflamas que nos recuerdan mucho al habitual discurso franquista de la época, y han centrado sus primeras palabras en el rechazo a los movimientos sociales como el feminismo o el LGBT, y en defensa de tradiciones en declive como la tauromaquia.
La presentación del partido en nuestra ciudad se resume en una retahíla de vociferaciones sin sentido en las que primaban el racismo, la homofobia, la misoginia y el desprecio hacia todo lo que desde su punto de vista no representa la españolidad pura.
“Desde Equo, Podemos e Izquierda Unida sentimos una imprudencia sembrar en nuestra ciudad la semilla del odio y el racismo con el pretexto del patriotismo. Seguiremos defendiendo la intercultururalidad de nuestra ciudad como un bien que nos enriquece y nos hace diferentes y especiales“, sentencian las agrupaciones.