Entrevista a Juan-Felipe Carrasco, portavoz de Changing Markets Foundation: “Producir pienso para producir peces es menos eficiente que capturarlo para alimentar a los humanos”

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Los supermercados están cayendo en graves deficiencias a la hora de proteger los océanos y de informar a los consumidores en materia de productos derivados de la acuicultura. No lo decimos nosotros, lo señala un informe realizado por la Fundación Changing Markets: Atrapados: Cómo los supermercados españoles abordan el empleo de pescado salvaje en su cadena de suministro acuícola”.

El texto expone y critica que ningún distribuidor o supermercado tiene un objetivo con un plazo determinado para eliminar los productos del mar procedentes de una acuicultura alimentada con pescado capturado en la naturaleza. Sin esto no se puede garantizar el futuro de las cadenas de suministro acuícolas. De igual forma, el nivel de información que los supermercados están dispuestos a facilitar al respecto es muy deficiente.

Sobre estos temas hemos querido hablar con Juan-Felipe Carrasco, portavoz de Changing Markets Foundation, para que nos detalle los pormenores del informe y nos explique el escándalo de desinformación que puede solucionarse si las partes implicadas ponen un mínimo de su parte.

Sobreexplotación humana, cambio climático, contaminación… ¿qué le estamos haciendo a los océanos?

Más de la mitad de los alimentos marinos que consumimos en el mundo son producidos en instalaciones acuícolas. Esta tendencia global se refleja en España, donde el sector de la acuicultura crece rápidamente. Con nuestro consumo exacerbado de pescado, sobre todo de formas insostenibles como la “acuicultura alimentada” (producida nacionalmente o importada), estamos amenazando gravemente la salud de nuestros océanos y la vida marina, poniendo en peligro la vida y los medios de subsistencia de las personas y comunidades que dependen de ellos.

La siguiente pregunta está muy bien explicada en el último informe de la Fundación Changing Markets, pero cuéntenos un poco algo que debería preocuparnos como consumidores: ¿qué comen los peces de cría?

La mayor parte de las especies de cría vendidas en los supermercados son carnívoras u omnívoras; es decir, comen una mezcla de otros pescados y vegetales presentes en la naturaleza (por ejemplo, la dieta de un salmón contiene entre un 14,5% y un 25% de harina de pescado y entre un 10% y un 15% de aceite de pescado).

Dos tercios de la harina y el aceite de pescado se elaboran a partir de peces salvajes capturados específicamente para este propósito; el otro tercio se obtiene de lo que la industria describe como recortes y subproductos de pescado capturado para consumo humano (sobre esto habría mucho que decir).

¿Estamos alimentando pescado con pescado?

Así es, en el caso de la acuicultura. El modelo actual es profundamente insostenible y los científicos advierten que, si continuamos con las actividades habituales, nuestros océanos alcanzarán el punto de inflexión.

Por ejemplo, en el caso del salmón, éste aporta proteínas a nuestra dieta de una forma ineficiente: producir pienso para producir peces es menos eficiente que cultivar o capturar para alimentar directamente a los humanos. Solo 28 de cada 100 gramos de la proteína presente en la alimentación de un salmón llegan a nuestro plato.

¿Se nos está engañando como consumidores al no darnos toda la información sobre qué consumimos?

Así es.
La legislación no obliga a que sean identificados en los envases o los lugares de venta ni la empresa de origen, ni la instalación, ni mucho menos el origen de los piensos.

En España se consumen 1,2 millones de comidas diarias de pescados y mariscos noruegos durante todo el año, ¿qué supone esto? ¿cuál es el problema con el salmón noruego?

Como decíamos, existe una fuerte promoción del consumo de salmón por parte de los supermercados españoles, dado que se trata de una especie que aporta proteínas a nuestra dieta de una forma ineficiente.

Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en el consumo doméstico de frescos en España el salmón ocupa el segundo lugar después de la merluza.

La dieta de esta especie carnívora contiene entre un 14,5% y un 25% de harina de pescado y entre un 10% y un 15% de aceite de pescado, junto con otros ingredientes como aceites vegetales, soja y trigo. Además de los riesgos globales generados por la harina y el aceite, otros ingredientes como la soja presentan sus propios desafíos ambientales.

Además existen graves problemas como los escapes de las granjas, la alta concentración de animales, el empleo creciente de antibióticos o la alta tasa de mortalidad.

¿Por qué dice la Fundación Changing Markets que la certificación MarinTrust es una cortina de humo para la sostenibilidad?

Esta certificación afirma cubrir más de la mitad del suministro mundial de harinas y aceites de pescado. Su objetivo es el 75% en 5 años.

Por una parte, está estrechamente vinculada a IFFO, la asociación comercial que representa a los productores de harinas y aceites.

La fundación ha valorado a los supermercados españoles evaluando la eficacia con la que están asumiendo su responsabilidad de proteger nuestros océanos y ofrecer a sus clientes pescados y mariscos de cría sostenibles. La nota más alta es un 12.5 %, ¿tan mal se está gestionando esto?

Si, recomendamos la lectura del informe par justificar esta cifras, entender la metodología y las puntuaciones de cada empresa. En resumen, ninguna de ellas tiene un objetivo claro de reducción -y en última instancia de eliminación- del pescado salvaje en los alimentos para la acuicultura. Está claro que los supermercados españoles tienen un largo camino por recorrer para garantizar que sus cadenas de suministro de acuicultura no dañen las poblaciones de peces salvajes y a la naturaleza, no produzcan un intolerable sufrimiento en las especies pescadas y no tengan consecuencias negativas sobre la seguridad alimentaria de las poblaciones vulnerables que dependen de la pesca como fuente principal de proteínas y micronutrientes.

¿Qué podemos hacer como consumidores para que esta situación cambie?

Reducir el consumo de productos del mar, especialmente de especies carnívoras de cría (como el salmón o las gambas y langostinos).

Diversificar el consumo, incluyendo una gama más amplia de especies, priorizando las omnívoras y herbívoras, las especies salvajes que son obtenidas de forma sostenible, así como algunas de cría (como los mejillones) que no dependen de piensos que contienen harina y aceite de pescado.

Dejar de comprar pescados y mariscos de cría (como por ejemplo salmón, gambas o langostinos) hasta que haya productos disponibles que incorporen alternativas sostenibles a los ingredientes marinos silvestres.

Mostrar a las empresas que están preocupados, poniéndose en contacto con los minoristas y solicitando estándares más altos en los productos del mar cultivados.

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